entornos de otoño

Los dos ojos ardientes se fugan bajo el dintel de la ventana de ese piso de arriba. Amarillea el pasto viejo de otoño bajo la luz que ciega, al mediodía. No hay forma de escapar por las ventanas con los sueños, porque faltan las alas.
Mira el camino viejo que se oculta en la fronda. Oye el ruido de la puerta que aletea y aletea previniendo la siesta.

Madre Petra está ahí, enterrada. Abuela Eduviges come y recome los residuos del polvo. Les han vuelto pétalos de un jardín, juntamente, las lluvias, y las sales de la tierra que son como los ríos subterráneos. Ese rosal hace poco era un capullo amarillo: tío Carlos, acaso, obeso y comilón, bebedor de vino, parrandero.
La de pétalos blancos es, seguramente, del cuerpo de la tía Susana, con su himen intacto, y su rosario de perlas, jugueteando en la mano que nunca se masturba. Más allá está el tío Pedro y la tía abuela Juanita, se han tornado un almacigo de alhelí, perfumado y delicado, de un tono "mariposón": la tía abuela y su único cachorro, eternamente pegado a sus faldas. Un viejo sauce junto al pozo seco debe ser el cuerpo del tatarabuelo, con su mente de tabla, su cuerpo de serrucho, y esas manos enamoradas del martillo y los clavos; constructor de la casa vieja, desvencijada, que cobija ese cuerpo que contempla su entorno moribundo mientras piensa y se pregunta cuál o qué sentido es el que lo ha dejado ahí.

 

Me has dejado pensando en lo productivo que sería enterrar a los muertos en cualquier espacio verde, dejar una semilla
u árbol, y permitir que la descomposición del cuerpo siga su curso natural, haciendo de abono
a esa nueva vida, que sin duda tendría algo de lo que fue el difunto...

Más productivo que los cementerios, y ni hablar de los nichos de cemento...
Pero la religión y costumbres sociales nunca fueron productivas.

Tampoco es productivo quedarse atrapado en los recuerdos y fantasmas.


Bella prosa.

Abrazo!

 

Así los ancestros nos resucitan el pasado y nuestro conocimiento de sus habituales tareas se vuelven árboles y flores, la vida es eterna en los jardines Abrabesos y estrellas a su pluma.

 

Qué fácil es imaginar siguiendo el rastro de tus letras, lo haces tan plástico, tan claramente definido que volar es un mero ejercicio de dejarse llevar.

Mis aplausos caballero. Deliciosa entrega

Palmira