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Entre la razón y la locura

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Starsev Ionich, 30 de Junio de 2021. Respuestas: 0 | Visitas: 300

  1. Starsev Ionich

    Starsev Ionich Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    26 de Marzo de 2011
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    Tenía un pálpito en el pecho, un poco doloroso, un tanto desalentador. Mientras caminaba de camino a casa de Manuela, su novia, siempre venía la sensación de sopetón, como si misteriosamente la posibilidad de reencontrarse y poder amarla, besarla, abrazarla, fuera algo pecaminoso, algo por lo cual debía ser castigado. Poco a poco fue alejándose y llegaron miedos súbitos acompañados por la sensación de muerte.

    Para él, una persona tan analítica, la sensación de descontrol, esa punción en el pecho acompañada por el congelamiento, mareos posteriores y respiración agitada; aquel miedo intenso, al parecer, no podría ser nada más que un incipiente pánico.

    Y no sería raro. Estaba manejando últimamente mucho estrés en su trabajo. Además, existía cierta historia familiar hacía la ansiedad, las fobias. Qué decir de su prima Julia, con una fobia irracional hacia las palomas. Era eso seguramente. Decidió comenzar un tratamiento de manera virtual, aunque desde el principio su terapeuta le explicaba que lo mejor sería hacerlo presencial, ya que su miedo se mantenía a causa de la evitación a lugares en los cuales se dieron los primeros episodios de pánico.

    Para llegar al consultorio tendría que atravesar el puente que quedaba a medio camino de la casa de Manuela. Aun así, ganó el miedo y decidió hacerlo virtual a regañadientes de su terapeuta.

    Por medio de una débil conexión WIFI empezaron las primeras sesiones de intervención: activación exteroceptiva para aumentar la activación fisiológica; ejercicios como respirar rápidamente por la boca como un perro, soplar durante algunos minutos por un pitillo mientras se realizaba un trote estacionario, con el objetivo de crear un nuevo aprendizaje en el cual entendiera que aquellas sensaciones definitivamente no le ponían en peligro, solo le activaban y no podía ser más que eso. En pocas palabras, había más certeza de que estuviera siendo víctima de brujería que de un infarto, o una muerte fulminante.

    Aunque las sensaciones eran similares, el vacío en el pecho de los primeros ataques venía acompañado por una sensación de desolación que no encajaba en el cuadro clínico de libro de biblioteca, además de un ezcema purulento que en principio no había relacionado con la sensación de muerte. Luego de que empezara a salir poco a poco y visitar a su novia, producto de un cierto progreso, la sensación y la certeza de muerte empezaron a ser peores.

    Por este tiempo, ya no visitaba a Manuela, y empezaron a realizar videollamadas desde sus celulares. Poco a poco las cosas se deterioraron, el contacto físico era necesario. Pero la sensación no desapareció y su psicólogo se decantó por dar un nuevo diagnóstico, lo que hizo que aumentara su desesperanza.

    En las últimas llamadas con Manuela, regreso la sensación. La intuición de poder morir. La certeza irracional de que de alguna forma el destino le daba a entender que era ella, Manuela, la causa de su desgracia. Por otro lado, la purulencia en su piel era cada vez peor. Y lo que faltaba, se acentuó en el olor putrefacto un matiz azufrado que le recordaba a su abuela y las historias sobre el demonio.

    Meses después tomó la decisión de irse a su pueblo natal. Cada espacio que habitaba estaba condicionado indefectiblemente al sufrimiento. En días previos a su partida de regreso al lugar donde nació, durante el trasteo, encontró un viejo poema de una exnovia anterior, con tendencias obsesivas a la que puso una caución por acoso e intento de homicidio; pero que no se podía negar, tenía su talento para la poesía. La nota, escrita en una tinta roja, que podría ser sangre y con una letra nórdica que rayaba en lo absurdo recitaba:

    Que eres mío y soy tuya en la alegría

    de la primera aurora,

    y en el sufrimiento del crepúsculo yerto.

    Que el dolor que produzca mi tristeza ante tu partida,

    ensalse la lava de nuestro compromiso

    en el primer círculo del infierno.


    Se que me quieres, pero estás cegado por mi belleza muerta,

    Te sacaría los ojos a suspiros

    para que me mires con el alma,

    y cuando vuelvas como perro alunizado

    estaré para amarte.

    El daño y el sufrimiento a corto plazo,

    solo son esbozos de este amor inagotable,

    aun te espero en la eternidad del dolor.


    Luego de leer esto, sintió un frio aterrador y decidió buscarle en las redes sociales. Perfil inexistente. La idea de tener una pequeña representación rellena de estopa mientras una mujer le chuzaba con un alfiler en el pecho, le parecía tan bizarra…, pero en este punto de desesperación se podría creer en cualquier cosa. Intuía poco a poco un hechizo.
     
    #1
    A Alizée le gusta esto.

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