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Entre Sombras

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Jose Anibal Ortiz Lozada, 20 de Junio de 2024. Respuestas: 0 | Visitas: 141

  1. Jose Anibal Ortiz Lozada

    Jose Anibal Ortiz Lozada Poeta adicto al portal

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    Hombre
    La noticia había llegado, implacable y silenciosa, como un ladrón en la noche, llevándose con ella la certeza del mañana. El diagnóstico era claro, pero mi mente se sumergía en una neblina de pensamientos confusos y emociones desbordadas. Ahora, entre las sombras de la incertidumbre, el mundo parecía un lugar extraño y distante, donde cada día se desenvolvió con una mezcla de realismo mágico y cruda realidad.

    Me encontraba en una sala de hospital, una de esas salas que parecen existir fuera del tiempo, donde los relojes se vuelven caprichosos y las horas se deslizan sin ritmo ni lógica. Los médicos, con sus voces calmadas y sus expresiones contenidas, aparecían y desaparecían como si fueran meros actores en una obra de teatro cuya trama aún no comprendía del todo.

    Caminaba por los pasillos interminables del hospital, cada paso resonaba como un eco en el vasto silencio. Las sombras se estiran y retuercen, formando figuras que parecían cobrar vida propia. En cada esquina, en cada rincón, sentía la presencia de mi propia fragilidad, una constante compañera que me recordaba la realidad de mi situación.

    Las noches eran especialmente difíciles. En la oscuridad de mi habitación, las sombras se volvían más densas, más palpables. El insomnio se convertía en mi confidente, y mis pensamientos se transforman en ríos tumultuosos, llevándome a través de paisajes de miedo y esperanza. Me veía a mí mismo como un personaje atrapado en una historia donde lo cotidiano se entrelaza con lo surrealista, donde la línea entre la realidad y el sueño es borrosa.

    Después de recibir la noticia, la vida diaria adquirió una cualidad casi etérea. Las conversaciones con mis seres queridos se volvieron más significativas, cada palabra cargada de un peso que antes no había percibido. El tiempo, ese concepto que siempre había dado por sentado, se revelaba ahora como algo precioso y efímero.

    Las visitas al hospital se volvieron una rutina extraña. Cada examen, cada consulta, era un capítulo nuevo en este relato interminable. Los rostros de los otros pacientes, sus miradas llenas de sus propias historias y temores se mezclaban con las mías en un tapiz de humanidad compartida. En esos momentos, me sentía parte de algo más grande, una red invisible de vidas entrelazadas por la sombra del cáncer.

    Entre la esperanza y el miedo, navegaba como un barco en aguas desconocidas. Había días en que la luz brillaba más intensamente, momentos en que las palabras de ánimo de un amigo o una sonrisa de un extraño me daban fuerzas para seguir adelante. Y había días en que las sombras parecían impenetrables, días en que la incertidumbre pesaba como una losa sobre mi pecho.

    Sin embargo, en medio de esta maraña de emociones, encontré una nueva perspectiva. La vida, en su complejidad y en su incertidumbre, se volvió más rica, más vibrante. Empecé a ver belleza en los detalles más pequeños: la brisa que acaricia mi rostro al salir del hospital, el canto de un pájaro al amanecer, la calidez de una taza de café entre mis manos. Cada momento era un regalo, una luz que iluminaba mi camino entre las sombras.

    Mi vida se convirtió en una danza entre la sombra y la luz, entre la desesperación y la esperanza. Y aunque el futuro sigue siendo incierto, he aprendido a vivir con esa incertidumbre, a encontrar fuerza en la fragilidad, y a seguir adelante, un paso a la vez, entre las sombras.

    Extracto del Poemario: Cánticos de Vida y Sombra Autor Jose Anibal Ortiz Lozada
     
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