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Épocas de Libertad

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Orfelunio, 14 de Julio de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 621

  1. Orfelunio

    Orfelunio Poeta veterano en el portal

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    ÉPOCAS DE LIBERTAD




    Los niños pueden tener rico el vocabulario, pero al niño, inocente, no se puede poner en su boca palabras con segundo significado. La metáfora podrá servir, pero la malicia que implica la palabra expresa, nunca será propia de la inocencia.

    Claro, que no todo es poesía, como tampoco todo es placer, o dolor. Pero, que antes que el universo la poesía fuera, será matizando lo que es la nada, porque de universos está llena la incomprensión. Si la nada no existe, y eso está matemáticamente comprobado, y poesía es anterior, ¿qué es entonces poesía?, sino otras mentes, y otros espacios, ajenos al gran embaucador. La poesía, como la vida, no tiene un antes de escalón, sino que fluye a cada instante, porque la vida nunca murió; cuando nace nada se crea, y es un reflejo que ya existió. Felicísimo me hallo en la virgen selva, donde el ave parasítica, de vuelo colosal, en elegantes y salvíficas salves, reina virginal, de los estruendos es el grano que se infla de maldad, y deja la verídica retórica fatal, que pone las mil golas en bendita santidad, y se las cree hasta las glorias si haya glorias que catar.

    El amador de los caballos; el Magno aquél, quizá borracho; Castrón, el más viril de los eunucos, y Follón, el servidor que escandaliza… Todos ellos, y muchos otros que aquí no nombro, son seres miserables, cuya grandeza de nacimiento no lo es más por ser su causa, que por defecto de fecha cuando nacieron, cuyo efecto se ve gravado y aceptado por sus adeptos; que hay quienes piensan con la cabeza, y otros se quedan sólo pensando, mientras gira la historia muerta, porque se nutre de imperios vanos… ¿Dónde quedaron aquellos soles? Si es este mundo todo el legado, que aquí me las traigan todas, que yo facundo, no muevo un dedo por esas olas; y si fueran otros los animados debido al fruto que otros plantaron, plantemos la nueva soga, dejemos correr los ríos… Futuros que ya se ahogan naufragan por las arcadas, en pasos que no son míos las almas se van ahorcadas. Detente demonio altivo, que desto no participo, ni quiero saber más cada; que todo es un artificio y el hombre de natural emana, aprende el mejor oficio, que ser humano se vale en nada, y accede al sacrificio si en ello van sus barricadas. A grosso modo todo sea dicho, y si repite después la ajada, no está demás el nuevo escrito aunque se digan mil cosas raras. Quizá salpique todo éste habla, y adorne el mimbre que ondular, fuera bambú que es más flexible, y éste mi error, que destripaba, sea el errar en lo temible temeroso a la atacada, que las cabritas en los rediles, cerca están de la madre cabra.

    El dedo metido en el zapato. Me pinchaba lo que creí era una uña desprendida. En el intento saltó un escarabajo y quedó patas arriba, pero sin uña; que a tres dedos estaba aquella pata pinchadora, y escarabajo y pata fueron a dar a la basura. Toda la vida del insecto por meterse en un zapato, cuyo invento se supone es para andar. Fue la causa, un momento, sin saber de lo punzante que es la vida, o eran uñas que tenía por cortar. Poco sabemos realmente, y lo que creemos saber sólo es remedio, nuestra propia medicina que nos sirve en lo seno y lo coseno, pero que no sabe nada de la entrada, y mucho menos de la salida. En el secreto, lo de menos es el qué, o quién fuera punzante, sino lo hincada que está la vida; hace que algunos estén despiertos, a otros sólo los desinfla, y quizá haya, quienes como la Tierra, sólo esperan consumirse al llegar hasta su estrella. Comprendo que uno más uno no sean dos, si depende de cada uno lo que son; pero la suma realidad del que no entiende, es que la causa, siendo del otro le resta la suya, que sólo añade, si el efecto no es derrota, o menoscabe su ignorancia celebrada, el nimio hecho de su divorcio que divide, pero que deja el resto, si fue productivo, responsable al uno como al otro. Un error en el ahora que los une, aunque antaño fuera cierto, es la causa con la paga; y algún juez añadirá lo que procede según ley que nos ampara, y obliga a otros dar los moldes según las caras.

    La torunda necesaria para un dolor siniestro, surreal, debe ir acompañada de la pócima adecuada; contestación del aura incomprensible que reverbera en el escrito, y acierta, sin acertar a comprender la realidad que subyace bajo las mentes de espacios ceniza. Alguna vez se deja un claro, mediante el cual quisieras adivinar el total de la dolencia, locura necesaria si al final descubres la verdad en la tiniebla, y el engaño viste al entendimiento, donde se crea la confusión entre la libre voluntad de creer, y la comprensión subjetiva que representa lo ajeno.

    Opi, dios final de espacio abierto, nos seduce en el encuentro. Ni, mínimo intermedio de la deidad, que niega la bipolar sintonía unigénita, razona el objetivo que interfiere con el monolítico exilio del principio expreso. El rey, que aún no era emperador, mandó sus tropas en busca del poder: Murieron tantos soldados sin un porqué, que tanta muerte debía tener su recompensa… Nació un imperio, no debido a nuevas tierras, sino por el temor y por la fe. Así ha sido desde los tiempos más antiguos; pero el hecho no lo es para aquel, que adivinando lo furtivo de lo humano, no llama padre a cualquier pez, ni adora el rugido del león, ni teme a la serpiente cascabel; y ve, en el volar del águila majestuosa a la rapaz naturaleza. Por eso, el hombre muta, se detiene en su camino, duda…, se enfrenta a su destino, y cuando llega su hora, que es la hora de sus tiempos, sus átomos no estáticos siguen el curso del eterno tic tac de un segundo. ¡Vive!, en la vida átona, majestad de todo lo muerto.

    Pasó la afección del huido en un universo patológico, al disolverse el mal externo del auge atómico, en la inflamación universal insuperable. Brilla la Luna partida. Astrosol nos oculta divisa mitad. La ciencia explica, conoce su; pero sé que la, es perezosa y nunca supo lo que es… Recostada gira y viaja al, compás de quien la anima; y sin dejar a su danza reposar, su labor es la rutina, una nueva aurora comienza, y se termina, donde auroras son ocasos… Mañanas con sus tardes por llegar. Sola la noche es luz de las estrellas, y las cinco llagas que me duelen, son al día la luz que más se ve. Quisiera conocer seres de otras galaxias, otras estrellas ajenas al camino; comprender al Androme de Andrómeda, a los Célibes de Virgo; traspasar las nubes Magallanes y acceder al objeto Abel. Caín me habla desde el centro de la Tierra, tan alejado, y tan cercano a todo ser.

    Celemín, que ahora es tiempo… Tus luces ímprobas de óleos, causan la mancha irreparable que ni un sacrificio podrá quitar, porque el sustento no es para el muerto, sino que al vivo sustentará; aquél seguirá su camino, y éste volver podrá, porque muchos son los caminos, y muchas las rutas para poder viajar. Rutinas, incomprensiones de voluntades sobre el azar, parirán luces aceleradas cruzando el círculo de lo infernal. Llegarán nuevas mañanas, otros versos con su mentira y su verdad, pues el verso más verídico nunca se ha dicho, porque es un verso por dibujar.

    Todo esto, dicho así, a bote pronto, describe un conflicto de intereses y sentimientos, perpetuos y repentinos cambiantes pasos del mundo. El sentir es subjetivo, y el interés, objetivo desde el ángulo que duele, suma y sigue a lo que escribe, y a veces resta según lo lee, porque piensa que hay letras improcedentes, que no caben por el estilo; unas poéticas, y otras prosa, casan mal y no se avienen, ni el total, ni a la clase de su debe, que es alma de escritor que poetiza, o es poeta frente al libro que describe. Sin embargo la inspiración, que no se duerme, es el trabajo del autor que busca el dato, la nota breve, la frase ágil, el pulso fuerte, siendo flexible por la licencia en que se azoga; y si alguna vez probara un licor que todo ahoga, sabrá si el éxito es total o parte nova, si leerse no es soñar, y soñar es éxodo de un millón, los que le leen, los que le ríen y ya no lloran; los que le siguen, los que le estorban, los que le viven, pero que ignoran, universales de otro universo que dibujaron en otras olas, lo que quisieron futuros vientos sobre solares que fueron obras.

    En esta hora de lluvia murmullo, noche de Luna gibosa, aúllan lobos junto al brillo estelar, en las aguas de ciertas lagunas que simulan pacíficos océanos, espejismo de los soles que despierta un mar de tranquilidad. Vestido de la invisible noche, busco el rincón de los sin rostro, lugar probable donde ya se ha estado, pero que nadie consigue encontrar. Me siento nimbo. Cómo convencer a los demás, que su ceguera es la ilusión de creerse vivos sin ser capaces de mirar la muerte, resucitar, y ver lo que nunca ha sido por estar tan ciegos, que la historia fuera, pero no será, cuando los tiempos caigan oblicuos hacia las épocas de libertad.
     
    #1
    Última modificación: 15 de Julio de 2011

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