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Es mejor morir lejos de tu boco

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por ivoralgor, 21 de Octubre de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 722

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Hombre
    Sandro se despedía del recuerdo de Tania. Los acordes del silencio amordazaban la incredulidad de los ojos vidriosos. Ella ha sido, y será, la verdadera mujer que he amado intensamente – se decía a sí mismo para envolver en papel de estraza una rosa seca que ella le había regalado en su segunda cita. La apacibilidad de las calles venía acompañada por el aroma de noviembre y un dejo de incomodidad por el día de muertos que se celebraba. Quiso sellar en el alma una última palabra que jamás encarnó en los ojos de Tania.

    La mañana se desprendía lentamente entre juegos de aires inquebrantables, sonrisas serias, mal humores añejos y la ceremonia de inicio del día de muertos. En el patio se cavaba una pequeña fosa, que serviría como un rudimentario horno, donde se depositaría leña y piedras. El fuego consumía entre llamaradas la leña y dejaba al rojo vivo las piedras.

    - Sandro, ¿qué haces ahí? ¡Aléjate!
    - No hago nada, simplemente veo como se consume la leña.
    - No te tardes, hay que ayudar a traer las láminas de zinc.
    - Ahora voy.

    La despedida fue tan breve y sutil que no se percataron del acontecimiento sino hasta varios días después.

    - Esto es un adiós – con un beso en la mejilla dijo Tania.
    - Lo sé. Espero que seas feliz.

    No puedo soportar que se haya ido – escribía Tanía en su diario personal. Las lágrimas se divertían haciendo surcos en su rostro pálido. Si él no me busca no lo buscaré a él – seguía escribiendo con un agotamiento en el alma. Los días pasaban y se ponía más enferma. Le habían detectado hemorragia en los pulmones a causa del piquete de un mosquito portador del dengue. La ventana lloraba una lluvia tenue por la mañana, el cielo grisáceo acumulaba nostalgias espesas en sus nubes. Se súbito, se abrió la puerta de la habitación.

    - ¿Cómo estás, corazón?
    - Me siento un poco mejor, mamá.
    - Ayer habló a la casa tu tía Hilda y me preguntó por ti. Mañana por la tarde vendrá a visitarte.
    - ¿Cómo está ella?
    - Me dijo que está bien en lo que cabe.

    Las palabras se disipaban con el silbido del viento que se colaba por la puerta. Ella quería saber si Sandro había hablado por casualidad, pero no se atrevió a preguntar. Ahogó los sollozos punzando el diario con el lápiz. Se eternizaban las horas en las sábanas blancas, el reloj se ajustaba a la sincronía del agónico suspirar de sus labios. Lo último que supo de Sandro fue que se había ido a trabajar lejos sin saber exactamente a donde. Dejaré menguar la soledad – escribía a media luz. Recordó el primer beso que Sandro le robó una tarde de febrero.

    - ¿Qué dirías si te robo un beso?
    - Pues nada.

    Acto seguido le robó un beso y ella en primera instancia se sorprendió para luego sonrojase.

    [SIZE=2]- Me sorprendiste pero estuvo delicioso. Besas muy rico.

    [/SIZE] [FONT=Arial][SIZE=2]La noche caía y Sandro encendía de nuevo el fuego de la fosa ya fría. El papel de estraza se hacía cenizas y con ello el adiós se esparcía en sus adentros. Es mejor morir – dijo haciendo una pausa eterna. Lejos de tu boca – dijo Tania cerrando los ojos para fenecer en la oscuridad de la habitación. El silencio se resguardó en la primera gota de lluvia que resbalaba por la ventana. Adiós - susurró el viento al extinguirse el fuego de la fosa.
    [/SIZE][/FONT]
     
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