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Escisión mental (Parte I)

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Cristián Orduña, 7 de Enero de 2016. Respuestas: 9 | Visitas: 927

  1. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    El policía - sentado en su silla - detrás del escritorio, se dirigió a mí con una mirada indiferente y dura a la vez:
    - ¿Cuál es tu nombre?
    Como no portaba cédula de identidad y, con el ánimo de no llegar a un proceso judicial, modifiqué mi nombre.
    - Sakin Keupucura
    - ¿SAKIN KEUPUCURA?
    - Sí, señor
    - ¡NO ME DIGAS SEÑOR, SOY TENIENTE DE POLICÍA!
    - Sí, teniente
    - ¡"MI TENIENTE, DEBES DECIRME”!
    - Sí, “mi” teniente
    - ¿QUÉ CLASE DE NOMBRE ES ESE?
    - Indiano, mi teniente
    - ¡INDÍGENA QUERRÁS DECIR!
    - Como usted diga mi teniente.
    - ¡NO "COMO YO DIGA", ASÍ ES!
    - Sí, mi teniente.
    - ¡OSEA, ERES MAPUCHE!
    - Si, y a mucha honra mi teniente.
    - ¿CÓMO PUEDES HABLAR DE HONRA SI USTEDES SON TODOS FLOJOS, BORRACHOS Y LADRONES?
    - ¡Igual que usted mi teniente!

    Me lanzó un golpe con las palmas de sus manos en mis orejas, lo que me dejó escuchando un fuerte zumbido el cual fue disminuyendo poco a poco. Me dolió, sí – lo reconozco – pero más me dolió la forma rastrera y alevosa con que me lanzó el golpe. Me sentí impotente. El teniente era alto, caucásico, cabello rubio, ojos verdes y tenía una mirada severa y despectiva que estaban a la altura de sus características morales. Lo observé, detenidamente, lo que intentaba descubrir en su rostro era si existía en su expresión algún gesto de arrepentimiento; dolor, angustia o preocupación por el trato que me había prodigado, pero no descubrí absolutamente nada, su rostro era imperturbable. No había en él expresión alguna que me permitiera deducir alguna emoción.
    - ¡TU CÉDULA DE IDENTIDAD!
    - No la tengo, mi teniente.
    - ¿POR QUÉ NO LA PORTAS SI SABES QUE TODOS DEBEMOS LLEVARLA EN TODO MOMENTA?
    - Se me extravió, mi teniente, junto con mi porta documentos.
    - ¡DICTAME TU NÚMERO DE IDENTIDAD!
    - No lo recuerdo, mi teniente.
    - ¡CÓMO QUE NO LA RECUERDAS, SI HASTA UN IMBÉCIL SE LO SABE!
    “El trato del policía me estaba haciendo sentir como el más miserable de los miserables. Por un momento estuve a un paso de lanzarme encima y golpearlo, pero me contuve pues con eso agravaría más la situación, máxime si había dos guardias a su lado”.
    - ¿POR QUÉ ESTAS DETENIDO?
    - No lo sé mi teniente
    - PUES BIEN, SI NO LO SABES, YO TE REFRESCARÉ LA MEMORIA: POR HABER ATACADO A UNA DOCTORA EN UN CENTRO DE SALUD MENTAL CON GRAVES CONSECUENCIAS.
    - Probablemente, mi suboficial.
    - NO ME DIGAS "PROBABLEMENTE", IMBÉCIL, ¡SI YO TE LO ESTOY DICIENDO, ES PORQUE ASÍ ES!
    Ya sin poder controlarme y con todo el odio acumulado contra “mi teniente”, tomé una perforadora metálica que había sobre el escritorio, alcé mi mano para lanzarsela sobre su rostro, pero éste, con una agilidad impresionante, me agarró la mano, se levantó de su asiento y me la dobló hacia atrás. Posteriormente los dos policías me tomaron de los brazos y el teniente me lanzó un rodillazo en el estómago, el cual hizo que me retorciera de dolor y me dejara casi sin poder respirar. Posteriormente, entre los tres me tomaron fuertemente de los brazos y me empujaron hacia la celda de la comisaría, caí de bruces, me levanté y me quedé observando las paredes y los barrotes como un león enjaulado.
    - ¡SIÉNTATE AHÍ Y ESPERA!
    - ¿QUÉ ESTABAS HACIENDO EN EL CENTRO DE SALUD MENTAL? preguntó el teniente.
    - Fui a retirar mis medicamentos, respondí.
    - ¿MEDICAMENTOS PARA QUÉ?
    - Para el control de mi esquizofrenia.
    - ¡ASÍ QUE ERES LOCO!, ¡YO TENGO UNA BUENA TERAPIA PARA LOS LOCOS!.
    En ese momento pensé que traería los perros policiales y los encerraría en la celda con la finalidad de que me atacaran, pero de pronto veo que se acerca con una manguera contra incendios y, gritándome "AQUÍ TIENES TU TERAPIA” , comenzó a lanzarme agua hasta dejarme completamente mojado, en algunos momentos debí sujetarme contra las paredes con la finalidad de no caerme por efecto de los fuertes chorros de agua. No conforme con eso, lanzó agua contra las paredes, el cielo raso y la cama, que más que cama se asimilaba a un asiento de hormigón. Recuerdo que hacía frío, más menos un grado bajo cero, la noche fue espantosa, un duermevela. Al día siguiente, sin haber dormido nada, escuché la sirena de una ambulancia que transitaba a gran velocidad. Percibí que el vehículo se detuvo bruscamente en la comisaría donde yo me encontraba. Entraron cuatro hombres vestidos de blanco, los cuales portaban una camilla y un bolso con ropas, colgado de sus hombros.
    - ¿Dónde está el detenido, mi teniente?
    - En esa celda, respondió el policía.
    Abrieron la celda, entraron los paramédicos, resistí inútilmente hasta el último momento, pero entre los cuatro hombres vestidos de blanco lograron doblegar mi cuerpo y mi espíritu, me ingresaron a la ambulancia y me ataron a la camilla. Notaba que la ambulancia avanzaba raudamente por las calles de la ciudad abriéndose paso con el ruido de su sirena. Se detuvo repentinamente y abrieron las puertas del vehículo de urgencia. En ese momento comencé a recordar vagamente – como quien viene despertando de un sueño – lo que había sucedido. Bien, pensé, ya habrá tiempo para recordar con serenidad. Me sentía derrotado, humillado, sin deseos de vivir, por mi mente pasaban ideas veloces y confusas, como sucede en las grandes ciudades donde se produce un gran tráfico de vehículos, la diferencia era que en mi mente no habían letreros ni semáforos que me ayudaran a ordenar esas ideas, que más que ideas se asemejaban a un caos mental, a un ir y venir de pensamientos inconexos.

    Me bajaron de la ambulancia en la camilla e ingresamos al hospital. Comenzaron a desplazarme por unos siniestros pasillos. Transitaban por los corredores personas que me observaban de soslayo, ora con curiosidad, ora con tristeza, ora con indiferencia. Avanzamos largos minutos, que para mí eran eternos. A medida que la camilla peregrinaba por los pasadizos, las personas que circulaban se iban transformando en monstruos, cuyos rostros – en forma tétrica – se alternaban en figuras aleatorias, cual si estuviera en el cine sufriendo con una espantosa película de terror. Finalmente llegamos a una sala donde habían hombres y mujeres con delantal blanco. Los paramédicos me desataron de la camilla con el fin de trasladarme a una cama, que ya estaba preparada para tal situación. Al tratar de trasladarme intenté deshacerme de los trabajadores que con fuerza e insistencia procuraban llevarme a la cama del hospital, como era tanta la resistencia que yo oponía, entre varios lograron ponerme una camisa de fuerza con la cual lograron inmovilizarme de píes y de manos. Una vez controlado, me trasladaron a la cama. El doctor dio una orden que, por lo que alcancé a escuchar, era que me inyecten 5mg de no sé qué medicamento. A pesar de mi oposición lograron inyectármelo.

    Inmediatamente comencé a experimentar un mareo y un desánimo generalizado. Trataba de aferrarme desesperadamente a la lucidez, pero el efecto del medicamento era tan poderoso, que me comenzaba a doblegar física y mentalmente. Aún así seguía insistiendo en no dormirme, pues temía que una vez dormido tendría terroríficas pesadillas. Movía las manos, los pies y la cabeza a pesar de estar inmovilizado con la camisa de fuerza. Ellos me observaban, como divirtiéndose. Por mi mente pasaban ideas espantosas que, quizá por el efecto del medicamento se iban aclarando. Notaba que el odio iba aumentando; odio a los médicos; odio al hospital; odio a los medicamentos y, probablemente, odio a toda la humanidad. El médico ordenó inyectarme una segunda dosis, que yo, resignado, sentía como circulaba por mis venas y arterias hasta llegar a mi cerebro. Perdí la consciencia.

    Al día siguiente desperté, bueno, no puedo saber si fueron dos días después, una semana o ya había pasado un mes. Pero estaba recobrando paulatinamente la lucidez. Frente a mí – yo acostado en mi cama aún con la camisa de fuerza ceñida a mi cuerpo – la cual me tenía inmóvil, había un hombre con delantal blanco quien, por su aspecto imponente, yo presumí que era un médico. Cómo se siente, preguntó. Bien, respondí. Bueno, expresó, estos últimos tiempos usted ha experimentado conductas violentas – y esa es la razón por la cual está internado en este hospital psiquiátrico – por lo que el objetivo del tratamiento es poder controlar esos brotes de violencia y, por lo tanto, usted quedará internado hasta que supere dichos síntomas, hasta luego. ¡DOCTOR!, ¡DOCTOR! grité con fuerza, pero éste – como si hubiese ladrado un perro – hizo caso omiso y se marchó. Mi intención era averiguar cuánto tiempo estaría en el psiquiátrico y si mi familia conocía mi situación, pero me quedé con las interrogantes. Comencé a observar detenidamente toda la sala, en especial a los pacientes que ahí había. Todos se encontraban en estado de semiinconsciencia, uno de los pacientes – el cual fue el que más me impactó – inclinaba constantemente su tronco y cabeza en forma vertical emitiendo unas palabras ininteligibles, como si estuviera recitando versículos del Corán, libro sagrado de la religión musulmana.

    Ya un poco más sereno, comencé a mirar en retrospectiva lo que me tiene hospitalizado en psiquiatría. Hace ya varios años que estoy en tratamiento en el sistema público de salud, pero estos dos últimos años – dos mil catoce y parte del dos mil quince – la entrega de medicamentos que tienen por objetivo controlar mi enfermedad, ha sido deficitaria. En efecto, me dan (cuando hay) para tres o cuatro días, a lo más para una semana, lo que provoca en mí una angustia, no sólo por la falta de medicamentos en el consultorio, sino también por la falta de éstos en mi organismo. Debo manifestar también que la ausencia brusca de medicamentos en mi sistema circulatorio – y esto le sucede a la gran mayoría de los pacientes – produce una fuerte descompensación, provocando que se manifiesten con más fuerza los síntomas de la enfermedad. En estas circunstancias – o sea totalmente descompensado – llegué al consultorio a retirar mi dosis como se habían comprometido a entregarme una semana antes. Cuando arribé al consultorio conversé con la paramédico solicitándole mis drogas y además le indiqué que habían dos recetas pendientes. Me respondió que no había y que tenía que esperar otra semana. Le expresé que los necesitaba urgente y tenían que entregármelos, pues ya llevaba más de una semana sin ellos y esta situación estaba provocando serias fisuras en mi matrimonio y, por ende, en mi familia. Me explicó que tenía que conversar con la coordinadora, pero que la esperara unos minutos. Ya habiendo llegado la coordinadora me hicieron pasar a su oficina. La coordinadora – quien era doctora – me expresó cortésmente: cuénteme cuál es su problema, a lo cual le respondí: cuénteme usted cuál es el problema que les origina la falta de medicamentos. Me explicó que no había dineros suficientes para comprar estos. Me levanté de mi asiento y le dije: los necesito inmediatamente. Me respondió tome asiento, de lo contrario no podremos seguir conversando. Ahí fue cuando le lancé un puntapiés en su canilla y en otras partes de su cuerpo, de un manotazo tiré lo que había en el escritorio, incluyendo unos computadores, mientras les gritaba que eran unos insensibles y desgraciados. Tras un grito de la doctora y, tal vez, por el ruido que se produjo debido al escándalo que se armó, llamó a los guardias, estos me sujetaron fuertemente llamaron a la policía y aquí estoy, en el manicomio, por mendigar mis píldoras.

    Hoy he salido al patio – es un espectáculo dantesco – los enfermos caminan (caminamos) sin rumbo fijo con la mirada perdida en el vacío, inclinados como buscando algún objeto extraviado, algunos riendo sin razón alguna, otros alzando y bajando los brazos por largos instantes, estos conversando temas inentendibles, como un monólogo, se ven también enfermos que golpean las paredes de hormigón constantemente hasta hacer sangrar sus manos. Más me enfermo. Avisan que hoy es día de visita, ni me lo esperaba. Aún aturdido espero con ansiedad a mi esposa e hijos.
    Llega la hora, entran personas observando con extrañeza y recelo el espectáculo. De pronto diviso a mi señora, quien al verme se le caen las lágrimas, pero trata de disimular – lo que no consigue- nos acercamos a un locutorio, por ende no hay un contacto físico. Me pregunta cómo he estado, le respondo que bien y que lo único que deseo es salir pronto de psiquiatría. Ella me promete que rápidamente me traerá algunos artículos de aseo y que cuando salga de alta hará los trámites con un abogado para separarse de mí.

    Deseo morir en el manicomio.
     
    #1
  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Excelente relato nos presentas, A saber cuantos casos parecidos ocurren cuando faltan los medios para atender a todos los pacientes en ese estado.
    El final es demoledor.

    [​IMG]
     
    #2
  3. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    Sí, estos son hechos reales que he llevado a escribirlos en forma de relatos. Tengo varios más que publicar en este foro. Muchas gracias por tu comentario.
    aDios.
     
    #3
  4. Rodrigo del Río

    Rodrigo del Río El cazador de sueños.

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    Exelente tu relato, no hay más que acercarse a un consultorio en Chile y experimentar esa realidad. Muy bueno y muy buena la foto de tu nick, grande Victor.
    Un saludo amigo
    Rodrigo del Río
     
    #4
  5. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    • Gracias rodrigo. Grande Víctor Jara. Me agrada que te haya gustado mi relato. De a poco iré subiendo otros.

    • Muchos salud.
     
    #5
  6. Bolìvar Alava Mayorga

    Bolìvar Alava Mayorga Exp..

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    Desesperado Cristian .
    Iniciarè a opinar en una forma "leve" como introducciòn; en vista que se desconoce tu "Diàgnosis Psicopatològica"... mas, al informar en tu relato tan (expresivo real y profundo), que tienes (familia e hijos) se puede definir... que eres un paciente "tolerante" siempre que estès al dìa con tus medicamentos, ya que sin ellos cambias a "intolerante y agresivo en palabras u actos" !!!; mas la "ansiedad" en los pacientes como Tù se destaca... cuando la "desesperaciòn" de no poder contener el "autocontrol mental"; bloca la mente (queda inmòvil con una idea fija) puede ser "pasiva, neutral o activa" = (agresiva verbal o fìsica) !!!... llevàndote a "riesgos crìticos", donde pudiese peligrar tu vida sin importarte los "tuyos" = (familiares)... aquello te harà màs (irresponsable y miserable), ante tu familia ya que ellos no tienen la culpa de nada ???, tu esposa para haberte advertido con su "amenaza de divorcio"; es porque le haz "alzado la mano a ella y a tus hijos" (es algo innegable, en la realidad) !!!... en vista que en tu comportamiento, se deberìa diferenciar bajo dos aspectos mentales que son. a) Disagio o incomodidad mental.- tu mente acumula cierta "agitaciòn", puede ser (con motivos o sin motivos) para sentir: "fastidio y embarazos de ansiedades" !!! --- b.) Disturbios = impedimentos y obstàculos mentales.- comienzas a tener "sensaciones de malestares" respecto a tu propia coexistencia mental !!!; (como un pez fuera del agua), mas es siempre "transitoria" limitada a un tiempo cronològico (si obligas a la mente a no cometer algo anormal) = "insultar, gritar, lamentarte o amenazar" hacia la sociedad, polìtica o presonas !!!; hasta que tomes el "medicamento indicado" ya que en tu mente existe una (vida interior autònoma), que supuestamente "nò" depende de Ti ???..., ya que en tu "relato" expones que tienes conciencia "receptiva oferente" = (te das cuenta lo que sucede y sufres) !!!, de lo contrario no sufrieras ni te importara ???; determinando a vuelo de pàjaro... que siempre estàs "consciente" de lo que haces... la diferencia es, que "nò" puedes retener los "impulsos de agresividad"; porque es propio de la "independencia del conocimiento de tu efermedad"... que "sì" es controlable con "autodominio y voluntad" con una "autoterapìa" por amor a la familia que has creado, ya que ellos son lo ùnico que te "queda y te comprenden", aceptàndote tal cual como eres ???... como consejo puedes (rogarle) al mèdico psiquiatra, que duplique la dosis y guardes (parte de ella = medicinas) cuando se acaben las normales a tomar, hasta que toque el turno de retirar (si un caso no las hay, tienes tus reservas) !!!; te aconsejo que leas los "Poemas Psiquiàtricos" escritos por el suscrito en este Portal !!!, si puedo servirte de alguna ayuda estoy a tus òrdenes, soy un enfermero especializado en "psiquiatrìa" te saludo. Afro d'Olivàn.
     
    #6
    Última modificación: 8 de Enero de 2016
    A Cristián Orduña le gusta esto.
  7. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    Gracias por tus palabras Bolivar. La verdad es que los relatos los intento hacer lo más apegado a la realidad. Después te cuento cómo nacieron.

    Saludos.

    Gracias por leerlos.
     
    #7
  8. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    Bolivar, de acuerdo al mensaje relacionado con mi texto "Escisión mental", te puedo manifestar que no es una vivencia personal. Recuerda que yo escribí un "relato" y, como todo relato es "ficción". Lo que sucede es que yo, y esto no lo describí en "mi perfil", me desempeño laboralmente en un "Centro de Salud Mental" en mi ciudad. Como dice en "mi perfil" soy Ingeniero en administración y técnico en programación de computadores.
    Todo lo que yo relato en mis textos son hechos que voy recopilando de acuerdo a las vivencias de los pacientes que se tratan en ese "centro".
    Para explicarte en mayor detalle, te explicaré que cada cierto tiempo se hace una presentación de un paciente en una sala, el cual es interpelado por los funcionarios del área de salud, ya sean psiquiatras, psicólogos, alumnos de la universidad que se están perfeccionando en este tema. Nosotros los funcionarios del área de administración e informática somos invitados como meros oidores de las preguntas y respuestas de los pacientes.
    Para finalizar, lo que yo realizo es construir relatos en base a las entrevistas (consultas y respuestas) que realizan los profesionales y que yo tengo el privilegio de captar.
    Pienso yo, y de acuerdo a tu comentario, es que tú estás asimilando mi relato como algo personal, siendo que no es así. Lo que yo hago es volcar los testimonios de los pacientes en forma de relatos, y esto es lo más importante, los construyo en "primera persona" pues es lo que más me "acomoda" desde el punto de vista de la narrativa.

    Lo único que te pido es que pienses en qué enfermo medicado con drogas tan potentes podría escribir algo así.

    Mis más cariñosos saludos.

    Gracias por tus comentarios.
     
    #8
  9. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    He empezado por el segundo sin darme cuenta pero aún así, después de leerlo me pareció que tenía lo suficiente como para no necesitar una primera parte.
    Ahora que empiezo con este inicio de relato veo más claro el episodio y supongo que tiene también mucho que ver con una denuncia a esos lugares que describes. Atrapan tus relatos Cristian. Felicidades!!

    Saludos,

    Palmira
     
    #9
  10. Cristián Orduña

    Cristián Orduña Poeta recién llegado

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    Gracias Uqbar, son vivencias que se van aclarando en la medida en que avanzo en el tema. Acabo de publicar el relato Parte III y voy por la IV.
    Me alegro que te atrapen mis relatos.
    Un gran abrazo.
     
    #10

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