Escuchando el ultimo sonido

Un autor explicaría que el fuego es la primera vez de la semana, la última palabra de una casa, el último grito que se mantiene dentro de la boca. Explicaría que mi mente absorbe las palabras, de cientos a miles y el discurso crece como flor en la primavera en acontecimientos vulgares.

Mas somnoliento el autor exprimiría el suelo, de dulce a amargo conduciendo el automóvil hasta llegar a casa. El autor acudiría al hogar de su alma para conocer al anciano que promete madurar.

Haciendo caso a las escrituras el autor haría remolinos conociendo de arte y manteniendo el balance como última palabra. El autor es otro ser que acude a la limpieza como ultimo reparo y sin sacrificar cosas vandálicas atormentaría a los hijos soñando.

Lo único que tiene de malo el autor hacia con la vida es que es mutante y contiene siglos de humanidad en sus pensamientos, pegados a las piernas, a los brazos, a todo el cuerpo; por eso el autor es el ritmo cardíaco por que el único tormento que le queda a la vida es ascender a un ser viviente menos muerto, frena, escarmienta e invade. Los pensamientos van de más a menor, toda la vida, como si el teatro detuviera el reloj abandonando a los ciegos.

El autor invade y reseca las palabras juntando la a con la e sin hacer ruido, perfeccionando la k con la d y estableciendo juntos, parejos los últimos besos.