Esparcir-Replegar

Esta mañana al despertar los rayos de sol entraban por mi ventana, no sabía qué hora era, pero tampoco me importaba demasiado.
Los fulgentes rayos luchaban por llegar hasta mí, para iluminar mi rostro dormido y hacerme saber que un nuevo día estaba comenzando.

Tenía una bonita sensación, estaba contenta y agradecida por la cálida luz que me iluminaba. Por un momento me quedé pensativa, y pude observar mi cama tan llena y tan vacía a la vez.
Recordé que por la noche había descargado mi maleta de pensamientos y sensaciones interiores, y estaban todos esparcidos por mi lado.

A mis pies se hallaban mis miedos, mis dudas... que durante el día se hacen tan pesados. Junto a mi cintura estaban mis anhelos, mis expectativas, mis cómos y mis cuándos, junto con sus porqués en el lado contrario.
Encima de mi cabeza estaban mis sueños, nunca desaparecen, y forman una parte importante de mí.
Y encima de mi pecho... encima de mi pecho estabas tú.

No quería levantarme, tener que recoger todo aquello y meterlo en la mochila que cuelga de mi espalda durante el día.
El mundo pesa demasiado, hay días en los que es imposible avanzar o moverte teniendo que cargar con todo.

Pero sé que puedo hacerlo, que debo hacerlo, y me he decidido un día más.
"Vamos a por ello, vamos a vivir el nuevo día".

Volverá a llegar la noche, con ellas podremos desprendernos nuevamente de nuestra mochila y aligerar nuestro sueño...

Y así día tras día, esparciendo y replegando.

 

Preciosa prosa y precioso ese replegar en que has escrito. Lo has publicado en "obras maestras" y con razón.Bello escrito, un abrazo