Esparta

...En el atardecer todos esperábamos las ofrendas. Safo y el resto de las mujeres entonaban cánticos con suaves melodías...Un extraño calor, afloraba de las cosas. Hasta nuestros cuerpos ardían con fiebre de caricias...

Todos parecíamos capaces de dominar nuestros instintos, como una deuda previamente aceptada.

Los músicos se habían colocado rodeando a los poetas, las vírgenes, cubiertas con clámides de lino, lanzaban pétalos sobre los vencedores, pero sólo Antino era realmente un dios.

Perfumadas las túnicas y el pelo rizado y corto sujeto con diademas de plata,los músicos emulaban a Ión, perfecto tañedor de la lira de siete voces.

Las flautas de madera parecían ser dueñas de los vientos...incluso los trompetistas venidos desde el Mar Negro, con sus uniformes de arqueros...indicaban al resto de los músicos, un ritmo sutil de combate.

Las sacerdotisas entre columnas de incienso elevan ofrendas de purificación a los dioses...todos pudimos ver a Antino...transformado en el dios Hermes...

Mantenía su lira de caparazón de tortuga entre las manos...la probó para nosotros con su púa de oro...cuerda a cuerda...para producir el más hermoso de los tañidos...así , el sonido de su voz llegó a nosotros...

-Silencio...el dios canta...-clamó Safo-...y todos callaron...

El comenzó a narrar la historia, inventándosela a medida que avanzaba en el relato...

Era el cuento de un dios y una ninfa calzada con sandalias doradas...“

Según cantaba él...Safo le contestaba con alguno de los versos ceremoniales..

.Ella se volvió, y alargó la mano hasta su hetaira...ésta con las mejillas encarnadas de emoción, se dejó alcanzar, vestía la túnica blanca de ceremonia...sujeta a la cintura con un ceñidor de oro...su cabello negro y trenzado con flores y cintas, caía por su espalda...

A su paso los esclavos colocaban en el suelo, himatios celestes y púrpuras…adornados con cenefas y caireladas…tapices de flores del naranjo, destilaban armonía desde el cielo…los edificios lloraban pétalos de flor…
-la esclava caminaba hacia su dios….

Puso la mano de ella sobre el hombro de Antino...para que todos supiéramos que ahora la Hetaira le pertenecía...

Después, tras los salmos en los que todos coreamos la melodía...un nombre empujaba nuestras voces a la eternidad...
-como en un eco mil veces repetido
¡ Antino !

En aquella noche, era difícil saber si creíamos o no en los dioses...pero todos creíamos estar mirando un dios.

La ansiedad de los sucesos se hacía con nosotros...Antino se volvió a mí para llamarme, y acudí con sandalias aladas y corazón debastado...pues sus ojos no me miraban llegar,sino que recorrían con dulzura, el cuerpo de la hetaira de Lesbos...

La bóveda celeste fue testigo...pero el amor que anida en mi alma por el vencedor de la carrera...era tan grande como mi admiración por el amigo o compañero en el combate...