Espera

El viento detuvo su vuelo y seposó en la ventana para contemplarnos, el sol ausente se dejaba ver a ratos, laniebla surgía del suelo y se irradiaba; se llevaba la tristeza que yo habíatraído conmigo por el tiempo que estuviste ausente, el aire olía a lluvia mientrastu llegabas. Caminabas apresurado con un oso en la mano, una paleta y una flora la estación; nada se interpondría entre tú y mis brazos que se inquietaban deesperarte. Llegaste, enamorado, y elcielo se tornó rosa. Esos días el clima del mundo se esfumó, no había olores enel mundo y la comida no tenía sabor. En nuestra habitación rondaban todosellos; desde entonces no he encontrado un color como el de tu piel ni heprobado un mejor sabor que tu saliva. Los besos eran tibios, tu piel húmeda, elcalor recorría el piso y subía por nuestros pies cambiando de cuerpo en cuerpodando tiempo al frío; saltaban creando escalofríos. Te sentí dentro de mí y loanuncié con un intento de suspiro ahogado, causado por lo indescriptible… Frío,luego cálido, hielo, fuego en un mismo segundo. Debí haber pensado que no podíahaber otro final; te quedaste en mi memoria y en mi piel, donde intentoencontrarte para dejar de hablarte a solas. Ese día me despedí llorando, heregresado a mi lugar. No te traje conmigo, sólo un poco de ti y tu ausencia. Miespera es aún mayor ahora que se ha vuelto dos.