EstarÍa hoy a mi lado; si me hubiese querido

Qué grande la ausencia que se provoca en mi cama; junto a mi, me parecen tan largas las noches, qué más decir de los fines de semana si antes de conocerle eran terribles, hoy se volvieron horrendos. Dormir es una pesadilla y estar en pie; peor aun. La tristeza me visita dejándome sin fuerza logrando que ya no quiera seguir “remando?”. Saberlo tan lejano, distante me hace pensar que jamás le conocí, me parece que nunca le arrullé en mis brazos, la pena que me eleva me hace pensar que nunca tuve su brazo fuerte y dorado bajo mi cabeza o sus labios en mi cuerpo.

Qué sórdido es el lugar donde hoy habito su clara presencia, su figura erguida, su voz firme y su amor se fueron tras él dejándome sola, triste y este lugar, que es mi hogar, se tornó en un denso vericueto por el que vago con pesada carga.

No se detiene la angustia en la semana, ni se alejará de mí. La veo tan pegada a mi ser que se transformó en una segunda vestimenta, las lágrimas se me volvieron el maquillaje de mañana y de tarde, la frase “no me quiere; no me quiso nunca” se adueñó de mi cerebro, si no trabajo o no converso con alguien se me pega a la lengua; como el sudor del verano a mi cuerpo. Quiero pensar en otras cosas, llenar mi mente por eso leo, miro la T.V., durante el trabajo escucho música, pero es inútil ahí está la frase cruel que me parte en dos el alma, el corazón, el cerebro. Me hiere más que su ausencia, me duele más que dormir sola y me provoca el desosiego más que cuando le veo allá sin mí.

Es mi lapidaria y morbosa frase que se encarga de hacerme notar que no tengo la chispa divina de amar y ser correspondida. Por años besé sin amor, hice el amor sin amar y pasé los días queriendo más de lo que me daban; nada era suficiente y cuando por primera vez el gusto, la química explota en el primer segundo entre ambos y me llega la gracia de amar su cuerpo y su corazón más la gracia de sentirme amada cuando me abrasaba y fijaba en mi sus ojos, se viene como un huracán el problema, el dilema, puse a prueba cuanto me amaba y salí como oveja en tiempos de esquilar.
Y hoy sola, sólo me acompaño de esa mi temida y fúnebre frasecita “no me quiere; jamás me quiso”,