Este es mi poema...

Deambulas por los mismos caminos de todos los días. Tu paso es constante, apresurado. Quizá presientes, igual que muchos, que lloverá. Quizá estés preocupada por tu gato, asumiendo que maúlla a la luna por la comida que de ti espera. O quizá… presientes el peligro cerniéndose en la oscuridad que te rodea, aumentando la sensación de frialdad y soledad… haciéndote temblar como el decadente planeta por sus múltiples fallas.


Tu nombre es Andrea. Naciste hace veinte años, en Abril. Estudias por la mañana, alimentando un sueño ingenuo de triunfo con el arte como arma. Por las tardes, trabajas para pagar por tu vida.
Estas sola, Andrea. Tus padres murieron por querer vivir honestamente del campo. Ninguno de ellos tenían hermanos, y sus padres habían muerto por no poder costear sus hijos y las drogas para combatir sus enfermedades. Eres producto del altruismo, eres el resultado de muchos sacrificios por amor.
Tu piel es más blanca que la toda tu familia, pues no te dejaron trabajar. El cuerpo que ostentas es producto de un regalo de la naturaleza, pues no tienes tiempo para odiar algo en ti. Las líneas en tu rostro son mapas de todas las angustias que ocultas y que penas todas las noches mientras tu gato se alimenta.

Eres la hermosa dama de la mirada triste.


Tu aroma se confunde con el hedor de la podredumbre. Tu pasado de desvanece en el vacío con el que llenas tu corazón.


Eres la manifestación del deseo de supervivencia, de todo el anhelo de la humanidad.
Verte andar por las calles mutiladas es llenarse de vida. Mi respiración se sincroniza con la tuya, mis pasos son el espejo de tu andar. Ya estoy listo para que seamos uno. Tímidas estrellas nos observan tras paredes de nubes. La luna se esconde, pues tu visión la deslumbra. Las luces de la calle parpadean. La distancia es cada vez menos.


Ahora, mis latidos son igual de acelerados a los tuyos, pero por motivos opuestos.


Tiemblas, y a penas puedes intentar abrir la puerta de esa porquería alquilada que llamas casa. Te enseño el perfume que tanto he querido que lleves, y tus ojos se cierran en éxtasis. Fuiste muy amable en abrirme la puerta, Andrea. Entramos a tu casa, y te llevo a tu habitación. La fealdad y el descuido de esta solo resaltan tu belleza… ¡Que aroma tan sublime emana de tu cuello impoluto! ¡Que delicadeza tiene tu piel! ¡Que tersa! ¡Ah! ¡Esta es la hora la más alegre de mi corazón demacrado!


Tus ojos son luceros que merecen ser exhibidos en la más decorada vitrina. Tus manos son el concepto perdido de la femineidad. Tus labios son la tentación del pecado original, el bocado que da paso a los cielos.
Tu sangre me cubre, me llena de tu vida. Tu cuello me sonríe con un vivo tono carmesí. Ahora, que tus ojos están perdidos en los míos, abiertos a mas no poder para no perder ni un instante de este inolvidable momento, sé que esta es la razón de la existencia misma del universo entero.


Tu gato maúlla hambriento.
Tus manos ahora son mías, toda tu es ahora mía. Con tus manos, descubriré el secreto que existe tras las mujeres. Con tus manos sabré que es lo que anhelan, lo que hacen, lo que son.
Tu gato maúlla hambriento.
Tus ojos son míos, siempre debieron serlo. Con esos soles de blanco, negro y azul podré descifrar el misterio del universo, y, pondré fin a la tortura eterna de la filosofía: habré hallado la belleza y a la divinidad.
Tu gato maúlla hambriento.
Tu corazón ahora es mío, pero lo aborrezco. No late por mí, no tiene vida, no es nada. Es igual, tal vez mejor o incluso peor, que le mío mismo. Tu corazón no me dará las respuestas que busco, tu corazón es basura.
Tu gato ha dejado de maullar.


Este es mi poema, y tú, Andrea, eres mi musa. Eres la inspiración que me hará grande. Harpas angelicales y alaridos demoníacos se unirán para alabar nuestro trabajo. Tú, Andrea, eres inmortal ahora.
Que el mundo observe y se regocije, y vea la inmaculada en incuestionable belleza de la muerte.

Este es tan solo el primer verso de mi obra maestra.