Eterno Instante

Brayan-04 · 19 de Abril de 2014

Fue un 9 de octubre de 1955. Se sentaron uno al lado del otro. Pasó una multitud y permanecieron solos. Sus manos sudaban y los nervios se apoderaban cada vez más de ellos. Él la mira de reojo y ella aparta la vista. Sus manos se deslizan por el asiento, mientras piensan que ya no tiene sentido. Que no deberían y que ya paso mucho tiempo para otra oportunidad. Dios los observa y sabe que no es posible, que ni el destino tendría tal poder. Mientras sus manos se acercan, el cielo se estremece, el infierno apaga sus llamas y el mundo deja de girar. Cada segundo es más certero hasta que sus nudillos revientan suavemente uno con el otro. Levantan la mirada incrédulos del éxtasis. Las yemas de sus dedos toman acción y se entrelazan unas con otras, las palmas de sus manos se entibiecen y se desmorona la débil membrana que separaba sus miradas. -Los ángeles cayeron- murmuro él. Mientras los ángeles caían al son de sus palabras. Se sonrieron tiernamente y el tiempo que estuvieron separados se esfumo. No había necesidad de besarse porque sus almas ya lo hacían desde el inicio. Dios sorprendido lanzo su mejor rayo hacia los dos jóvenes. El clima se volvió frio, el aliento se tornada húmedo y la muerte rondaba a aquellos dos. Aquel rayo cayó justo en medio rozando sus manos entrelazadas, estremeciendo aquel pedazo de tierra. Me acuerdo claramente aquel día. Se ilumino el ambiente segando todo a su alrededor, se escuchó una cruel carcajada que venia del infierno. Aquellos dos jóvenes jamás se percataron de lo que sucedía. Clavados a sus miradas ella dijo: -No durara- y el casi al instante respondió No me importa-, -Te Amo-. Todo ser sobre natural y humano se paralizo, el tiempo dejo de transcurrir, el universo se detuvo y hasta la más mínima voz se silenció. Entonces el cuerpo de aquella joven se deslizo eternamente hacia el cuerpo de aquel suicida. Sus manos rodearon en cuerpo y alma a aquel suicida. El clima se partió en dos, la muerte desapareció, aquella carcajada ingrata se silenció y los ángeles extendieron sus alas regresando al cielo. El día continuo sin percatarse de aquel apocalipsis fallido y aquel suicida extendió sus brazos alrededor de lo que para él era el cielo y ahí fue. Ahí fue que lo entendieron todo que si se amaban, ese instante seria eterno, no habría algo igual y envejecerían acurrucados uno con el otro. Que el tiempo no sería más eterno si se amaban de verdad. Y los dejaron de observar Dios, el infierno y hasta yo mismo. Luego me entere que aquel día justo al dejar de observarlos el maestro le pregunto a su padre: -Padre ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué se ha incumplido tu palabra?- entonces con una voz estruendosa y pacifica le respondió: -Mi palabra no se ha incumplido hijo mío-, -Tan solo se ha manifestado mi más grande obra-, -El Amor-.

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