Eurídice

Al aire libre de un día campestre,Eurídice lloraba perladas lágrimas de amor por el final trágico de su sacrosanto objeto de adoración...Orfeo. Éste había sido descuartizado en una noche de penumbra maldita por Baco y sus secuaces crueles las ménades.Por mucho que se desgarrase aquella bella mujer de rizados bucles de oro y de azul profundo sus ojos,sólo obtenía de aquellos pendencieros y blasfemos seres del inframundo una burla teñida de macabra ironía.Imploró a los dioses del olimpo para que resucitasen el alma evaporada en borrajas de su amado;mas los Eternales se negaron,advirtiéndola que el joven bardo había infligido daño al dios de los desvaríos con el melodioso cantar de su cítara de plata.Entonces,ella,plena de odio y compungión comenzó a insultar el nombre divino de los moradores del cielo infinito.No pudiendo aguantar más,escupió en señal de desprecio hacia lo alto. Jove,encolerizado por semejante afrenta,la cegó con un rayo descomunal que hirió para siempre su mirar soberbio.Hasta el final de sus días erraría vagando entre tinieblas,mientras dentro de su alma escucharía el eco calamitoso de su admirado Orfeo.

 

Muy interesante narrativa de un pasaje de la mitología griega. Saludos cordiales.