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Explicación del animal que escribe con las tripas

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Jose Anibal Ortiz Lozada, 7 de Febrero de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 79

  1. Jose Anibal Ortiz Lozada

    Jose Anibal Ortiz Lozada Poeta adicto al portal

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    Hombre
    Escribo como quien araña una pared en busca del interruptor que nunca existió.
    No es elección, sino geología del hueso: algo en la clavícula me grita que el lenguaje debe doler para significar, que las palabras son vendas sucias encontradas en el bolsillo de un abrigo ajeno.

    Lo mío no es literatura, sino ortopedia salvaje.
    Aporreo el idioma hasta que suelte los huesos de su almohada, porque sé que la verdad no habita en los pétalos, sino en las raíces que se retuercen bajo la tierra como gusanos en ayunas.
    Cuando escribo "te amo", la tinta se vuelve ácido en el papel.
    Por eso prefiero hablar de tazas agrietadas, de uñas mordidas al filo de la madrugada, de relojes que escupen sus engranajes sobre la mesa del desayuno.

    ¿Que por qué rompo las metáforas contra el suelo como platos en una boda negra?
    Porque aprendí que el amor no es diamante, sino uña enterrada en la carne por error.
    Porque cuando el dolor llega, no viene envuelto en verso sonoro, sino en el gemido de la cañería en invierno, en la toalla que ya no huele a nadie, en la bombilla que se funde justo cuando terminas de mentirte.

    Escribo con cicatrices prestadas.
    Mi sintaxis cojea no por descuido, sino porque arrastro las sílabas como latas atadas a un perro callejero.
    Cada tilde es un clavo oxidado en la suela, cada punto y coma el resuello de quien sube las escaleras de un edificio en llamas para salvar justo lo que ya se quemó.

    No busco belleza.
    Busco el ruido de los dientes mordiendo una manzana podrida, la textura del yeso cuando se desprende de la pared y revela el muro lleno de grietas y nombres tachados.
    Mis poemas son sacos de arena en una riada: torpes, desesperados, inútiles.
    Pero escribo así porque solo entiendo el mundo cuando lo desguazo, cuando le arranco las costuras y encuentro migas de pan mohoso en los bolsillos de su traje elegante.

    Me acuso de escribir con barro y herrumbre, pero ¿cómo hablar de la luz sin mencionar la sombra que la devora?
    ¿Cómo nombrarte sin convertirte en estatua de sal?
    Prefiero el verbo que resbala, la imagen que mancha, la coma que sangra.
    Por eso destripo adjetivos en el quicio de la puerta: para recordar que todo lo que palpita también huele a peligro, a metal oxidado, a leche derramada agriándose en el suelo.

    Escribo como escribo porque el silencio me sabe a trampa.
    Porque necesito creer que aunque el amor no baste, aunque los besos sean prólogos de ausencia, quedará esta cicatriz en el papel:
    un testigo mutilado, pero feroz.
    Algo que ladre en la oscuridad cuando ya no queden labios que digan "te amo" y solo persista el eco de los zapatos vacíos caminando sobre el poema.
     
    #1

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