Extasis

Apogeo de esta locura que me lleva al limite de lo entendible, al limite de lo permitido por el roce de tus ojos en estado de reposo absoluto. Creo en todas y cada una de las cosas que te sirven, y también en las que según tu forma temeraria de razonar, son las que abultan los bolsillos solo para hacerlos más pesados.
Y la lluvia que se anuncia interminablemente sin decidirse a aparecer de una buena vez por todas y así Buenos Aires tendría el tono que tiene en cada postal, en cada recorte de diario de esos que pegás en la puerta de tu armario, del lado de adentro. Buenos Aires sin lluvia es como otro lugar, me es totalmente ajeno, es como Nueva York o El Cairo, ciudades que desconozco y seguramente desconoceré por siempre. Buenos Aires, meca de la melancolía que se podría simbolizar no ya en el obelisco, sino en tus ojos, cuando llorás asaltada por alguna tristeza que se te acerca. Buenos Aires y vos, tan semejantes, humedad de tu piel en la pasión de los pocos que quedan, que aun pueden reconocer los pedazos de asfalto que sobrevivieron a la maldita modernidad que corrompe el espíritu, en nombre de cosas que en realidad nadie comprende por estas tierras.
Y ahora la perra está echada a mis pies, como respetando a ultranza este momento que me tomo para reflexionar acerca de todas estas cosas que usualmente insisten en quitarme el sueño, sin conseguirlo.
Vos con el teléfono sos una de las cosas que menos soporto, y no es verdad que te metas poco en estas cosas, sos algo que ya está dentro, algo que vive en medio de esta jungla de humedad y tango, Gardel, El Polaco, Rivero.
Vienen de a cientos tratando de convencer a tu corazón de que la solución está en aquel espejo sin reflejo que brilla en tu televisor las veinticuatro horas del día, espero que nadie imagine nunca lo que pienso en realidad, porque eso sería mi ruina.
Y no me grites desde la puerta de la cocina diciendo que esto está muy fuerte, esto es así o no es, la forma de las cosas no es algo que uno pueda moldear como arcilla, de un sillón no podés hacer una vasija, no podés (y yo no quiero) traer tantas verdades a la mesa, sin esperar que se me vaya el apetito.
Y el calor ya me hace dudar incluso acerca de la existencia del invierno, invierno igual a oasis en el desierto, oasis horizonte que se aleja a cada paso, y en este caso no tiene sentido alguno avanzar, así que no empieces con tus dichos podridos de gusanos de sabiduría.
¿Salir a la calle? Puede ser una posibilidad, atentar contra esta calma chicha que me desgasta las ganas. Y lo primero que se recorta entre el calor es la verdulería, y esas piernas invitándome a un calor más dulce, pero las cadenas que uno eligió se hicieron demasiado fuertes, así que adentro de nuevo y a terminar el libro de una buena vez por todas. Y dice así: “Deseaba enterrar para siempre la melancolía, los gladiolos mustios, mi corona sin laureles, pero no terminé de entender nunca que la montaña más grande es siempre la que está frente a uno, que los relojes en realidad crean el tiempo, que la calma es un mate a las ocho de la mañana, que la piel es el último refugio contra la mortalidad, que el amor es la daga y el corazón, que el paraíso puede ser ahora, y los dados que ruedan, sin determinar nada aún”

 

POETA ,SI ME LO PERMITE LE DIGO AMIGO.USTED LO DICE EN UN PAPEL,YO TODAVIA NO ME ATREVO.
REFLEXION Y FUERZA.
FELICITACIONES.
CARLOS IGNACIO V.









PERDON POR ACENTOS (TECLA MALA)

 

Un nuevo estilo digno de estar en los libros de poesía, realmente me sorprendió, es una combinación exquisita entre verso y prosa, y el resultado es espectacular.

atte. Jean

 

EXCELENTE TRABAJO POETICO.

JOP Piobb

 

Esta prosa lleva ya cuatro años escrita aqui, seguramente fué una de las primeras cuando se ignaguro"MUNDO PROSA",puesta en "OBRAS MAESTRAS" una obra literaria,esperamos leer más de esto.Un abrazo