Fábula del alma y el beso

Me dijeron ellas
que no existía la existencia,
ellas,
las ruinas invisibles de tus labios,
que cayeron ante el fulgor de los espejos.

Pero su silueta lleva heridas las sombras,
que siempre le secundan,
con un rastro indeleble, de patrones lingüísticos,
un filón filosófico sin alumnos, ni estrellas.

Ellas, tan desoladas y tan quietas,
inánimes y unánimes para el espectador,
despedían las hordas del destino,
del resto de las luces
no muertas,
zombies que trasladaban sus tierras y raíces
volviendo a su calvario.

Ojos que se asustaban,
cuerpos que tiritaban,
crepitaban con vértigo, como ascuas sin tiempo,
robadas de algún verbo, imagen o materia.

Ellas, entraban en mi alma indecisa,
sin armas ni contiendas,
ellas, escriben en el viento,
en el vientre del sueño,
y en el agua que beben las paredes,
entran, ellas, sin forma definida
en la memoria.

Ellas, ah, desaparecidas.
sin sustento,
sin socorro ni ayuda.

Como un azucarillo...
Ellas...
Se sumieron en una inmensidad
que nunca entendería.

Despojos a su paso.
Ellas solo desaparecen,
también cuando los ángulos
se unifican, raspados.

Desnudas, ellas,almas,
ah, regresivas,
como un beso que nunca se despega.