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Falso odio de la desesperación (Fragmento de 4 esquinas)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Simbolo, 18 de Abril de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 489

  1. Simbolo

    Simbolo Poeta adicto al portal

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    16 de Abril de 2012
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    ...Entonces se estiro mi brazo, ella tiraba desde mi mano hacia el lado contrario al que quería marchar. Intentaba sacarme de mis penas y arrastrarme hacia lo que los hombres llaman libertad, y lo hacía en contra de mi voluntad. Porque esa palabra solo tiene significado para el peor depredador, el hombre, y es su escusa para hacer cualquier barbaridad y marcarla como una virtud o necesidad. Pero por alguna extraña razón cedía y le indicaba el camino hacia la salvación, como si se tratara de mi acto de arrepentimiento, aunque mi mente me decía que solo sería para peor.

    Cuando llegamos empezó a descender y a intentar hundirme con ella, pero yo pude pararme, y cuando lo hice, me miro con esos ojos verdes de serpiente, me miro penetrantemente, como si estuviera realizando el peor pecado conocido y por conocer.

    -Venga vamos, no pierdas el tiempo.- Me grito.

    Yo estaba parado sobre la boca de la madriguera de aquel enorme gusano eléctrico que había creado el ser humano, desde allí, podía ver lo que fue el paraíso cuando yo todavía era un niño, con sus árboles ardiendo por tomar la fruta prohibida. Y sus juegos transformados en estacas y escudos para blandirlos en una guerra, que atraparía a mayores y a niños.

    -Yo, no pienso bajar al infierno.-Le dije.

    Acto seguido ella me respondió, era como si hubiera planteado los distintos caminos que podía tomar la conversación, y ya tuviera elaboradas las respuestas.

    -No vamos al infierno, esta cueva nos lleva al exterior, al otro lado, donde al aire es más puro.-

    -¿Y para que llevar allí al hombre, para contaminarlo de nuevo?-

    -¿Realmente odias tanto a los hombres? O es una mera escusa para dejar de esforzarte.-Pregunto con la mirada y el pulso firme, como si se tratara de la mismísima esfinge, de tal manera, que incluso inspiraba miedo en un corazón ya tan frio como el mío.

    -Si, los odio tanto, y además con razón.-

    -¿Y si eso es así, porque abandonas? ¿Por qué intentas morir? ¿No sería mejor que acabaras con el mayor número de humanos? ¿O es que en verdad, solo te odias a ti? - Después de la ráfaga de preguntas puso en su máscara la sonrisa irónica y a la vez morbosa de un payaso psicópata que vee como sus proyectos se elaboran, que vee cerca la victoria. Si no se me ocurría como rebatirle o responderle tendría que aceptar que tenía razón, y por lo tanto, escuchar sus consejos. Estaba empezando, a odiarla...
     
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