fantasma

FANTASMA

Los fieles ofrecen su oración postrera. Y van los peregrinos monte abajo por el sendero del Montserrat con la bendición de la Virgen Morena.
Están cayendo las sombras en el valle, se enrojece el cielo de Cundinamarca y el copetón irrumpe en la tarde con su bulliciosa canción.
Juan Andrés va saliendo de la plaza La Santamaría entre paso dobles, corridos, estridente clarín y la alegría del vino.
Y de ahí lo llevan sus pasos al extraño momento donde se sucedieron los hechos increíbles que aquí se narran del fabuloso encuentro de un borracho con una bella fantasma y de las románticas peripecias que entrambos se sucedieron.
Los carteles rojos y brillantes lucen ampulosos de colores con las ultimas luces de la tarde . El niño de la Capea, Palomo Linares, y Paco Camino, exhiben en el afiche sus perfiles quebrados.
Las brujas terribles que cuidan de los maleficios a los toreros están atentas a los malos augurios, a los gatos negros, a los curas con sotana y a las mujeres que acechan a los diestros.
Palomo a regalado un toro y es un día de gloria con cuatro vueltas al ruedo, las dos orejas y el rabo y las capelinas de las damas volando al viento como bellas aves de los cielos.
Para J. Andrés comenzó con la bota y siguió en la inercia del momento que era la del vino corrido.
Siga la fiesta brava de los tragos; siga con la bota en la plaza y después en la tasca con mas tinto y jamón de la serranía.
Y así siguió para Juan la historia de esta borrachera frondosa que llego a culminar como estos escritos lo cuentan, no en situación enojosa, sino en los mas calidos , buenísimos, ponderados momentos y alucinantes sucesos que creerse pudieran.
Perdido en la noche entre la confusión de tragos y de bares, lo sorprendió el día sentado en un bar con un extrañísimo personaje de luz y belleza que no le pareció al afortunado ebrio en su borrachera una criatura de este mundo.
La sombra se rasgaba, amanecía, Bogotá despertaba estremecida, cual despierta una amante al otro día.
Era la hora de la Colombia profunda.
Y era la hora de un borracho poeta y de un fantasma romántico
Hablaron de playas blancas como la nieve, de mares de ocho colores, de tesoros de piratas con perlas para reinas, y de románticos amores con la Luna colgada de las palmeras y de los hipocampos retozando en noche calida de mar serena.
El cielo ya estaba azul y un alba deslumbrante enjoyaba las nubes vaporosas.
Etéreo personaje ¡aparición entrañada! bañada por la primera luz de la mañana parecía el misterio y la presencia espectral y dulce del amor.
Fantasma extraño y vagabundo, un mensaje en sus ojos intensos y una cabellera de oro reflejando la luz del alba.
Entonces Juan aceptó, como lo había supuesto, y donde aquí se narra, que la aparición no era de este mundo.
No trnia peso porque no se apoyaba, se deslizaba, levitaba y flotaba etérea como un suspiro.
La gravedad no existía, ella era tenue, evanescente.
Podría haberla descrito como a un ángel, o un pensamiento, era una belleza sin sustancia como un holograma.
Era un fantasma de lo que Juan sentía, de la esencia colombiana que en brazos de la magia virtuosa flotaba por sobre los ríos caudalosos, por los cafetales, por encima del cristal del Caribe, de las montañas y de los llanos orientales.
Es un fantasma del amor le decían los ojos del misterio de la noche bogotana. Y se lo repetían los duendes y las hadas y también el grito profundo de su presto corazón.
Y en un momento el amante del alma colombiana se hizo luz y se hizo espíritu.
Y con el fantasma de la rubia se fue volando por el cielo…
Colorin, colorado…
..........................................................................................................