Fascinación

Pequeños romboides blancos y negros se van entre mezclando por los giros y las grutas de los túneles helados; desglosado según la imagen musical tan sintetizante.
La explosión urge y la razón no cuenta, agita la ansiedad y una sita nerviosa me invita a participar de una emoción crispante, que exaspera mi cerebro domesticado.
La cara de la inocencia adolescente plasma desafiante, contempla con ojos micro irreales, un tanto sofocados por la prisa, y la pasión del ser, en la inmediatez de una osadía onírica.
Dilatará la emotividad por pertenecer y el entusiasmo del miedo, me hará viajar a este lugar prohibido, donde no me reconoceré en cuantas acciones surrealistas condense.
Las puertas se abrirán ni bien llegue al fin del camino, confrontando disparatadas situaciones sórdidas para incrédulos y poco aventurados a los nanotransmisores de placeres abstrusos.
A las orillas de la magia, la piel de una palabra, se estrella contra su significado, paralizando cuadro por cuadro cada movimiento tácito, entumeciendo por los pocos espacios ornamentados al azar…hipotecando la rabiosa felicidad encapsulada por la lluvia.
Gira la comedia del morbo y la belleza neutral repentina ya no existe. Pues ha llegado la hora del síndrome del deleite.
Todo parece especial.
Hasta una miga de pan extrapola sus medidas.
Todos los sentidos estarán desmembrados, fuera de foco; sin parámetros preestablecidos contemplados por una humanidad.
Se acerca hacia mí paradigmáticamente.
En este momento no importa nada más que nada.
Mi mente media, no intentará organizar un control que no entiende.
Y solo se deja llevar.
Creo que es el secreto del saber.
No entenderlo, solo disfrutarlo.
Nada es real.
Nada es surreal.
Nada es irreal.
Nada es ficción.
Es solo que no puedo interpretarlo, y que entiendo que no debo interpretar.
Zambullido en la danza de un aroma jovial que genera completitud masiva, electrizado por la excentricidad.
Voy tras la fascinación del delirio.
Voy tras la exquisita forma lírica de un puente transgresor.
Descomprimida mi capacidad de pensamiento.
Exterminaré al sentimiento y huiré al vacío.
Todo se balancea hasta acabar, como aquella vez dijera Federico.
Aunque no quede tiempo, entraré a esta zona quimérica, que me ofrece una imagen frágil, de esa mancha siniestra, que me incita.
Tal vez sea yo, una bacteria que vuelve a cero.
no lo sé.
Entraré a como de lugar a la infinitud de la magnificente y amorfa mancha de humedad que está en mi pared.
Donde seguramente anidará una plaza para mi locura.