Feliz

FELIZ

Nunca se quejo, durante toda su vida nunca le dijo a alguien lo que sentía, nunca libero todo el odio guardado, nunca profirió una queja, un insulto, ni contra su familia que parecía no interesarse por él, ni contra el jefe que tan mal lo trataba ni contra sus amistades que más que amistad parecían mantener solo una interesada relación de conveniencia, ni contra la sociedad que siempre pensó que estaba en su contra ya que para él su vida nunca fue fácil o si quiera como la había pensado, siempre fallando por quien sabe que designios del destinó.

Pero ese día, de lo mas profundo de su ser, sintió florecer un sentimiento de ira, de rencor, una necesidad de decirle por fin al mundo todo lo que de una maldita vez tenia que decir, cuando su familia se acerco a verlo alrededor de su cama, les gritó todo el odio que les tenia por tantos años de desprecio, Para el momento en que lo sacaron de su casa y lo llevaron a un destino desconocido, donde lo acicalaron y vistieron con un traje de nylon despotrico en contra de todos esos años que se mató trabajando, maldijo a todos los compañeros que pasaron sobre él solo por interés y dio sus peores insultos a aquel hombre que se presento como su jefe y que lo maltrato y exprimo durante cada día por los últimos cincuenta años, y todo para terminar en quien sabe donde usando un simple traje barato. Cuando ante él desfilaron sus más “cercanos” amigos vocifero a todos el repudio que les tenia por solo haberlo buscado cada vez que necesitaban ayuda y nunca haber estado cerca cuando él los necesitó.

Al descubrir que avanzaba de nuevo hacia confines ignotos he iba rodeado de un sequito de personas que siempre habían estado en su vida pero que nunca ninguna fue capaz de darse el tiempo necesario para escucharlo, blasfemo en contra de todo este mundo por la manera tan miserable en que lo trató.

Cuando lo bajaban lentamente a su tumba y por fin se dio cuenta, dentro de su excitación, que ya estaba muerto y las lagrimas empezaron a rodar por su rostro insultó al tiempo y al destino, a todos los santos y a todos los dioses por no darle más vida, por no darle más tiempo para dejar en este mundo una señal, una huella de su existencia, siquiera para dejar todas sus palabras cargadas de odio por tantos años de sufrir en secreto. Y en ese momento lo supo, todo lo que había dicho nadie lo había escuchado, todo su desahogo nunca fue entendido, toda su verdad, todos sus sentimientos, toda esa libertad instantánea se perdió en ese vacio que solo la muerte sabe dar, en esa soledad obscura e infecta que solo pertenece al mas allá. Y llorando de rabia se maldijo a si mismo por ser tan estúpido, por nunca haber luchado por su persona, por nunca haber mandado al carajo a todos esos seres despreciables que solo se aprovecharon de él para después humillarlo.

Y mientras tanto su llanto se hacia más fuerte y un inimaginable dolor lo consumía por dentro, un dolor que ni siquiera, la pena de la muerte lo podía igualar y la desesperación parecía llenarlo todo por no tener una oportunidad, solo una oportunidad de librarse de esa carga y cuando las primeras paletadas de tierra ya caían sobre su féretro, todavía pudo escuchar que alguno de sus conocidos decía: – Pobre, murió pero por la expresión de su cara murió feliz– y a esta voz respondió otra: – si feliz, como lo fue toda su vida.

 

Interesante final. Una vez me llegó el consejo que de nada sirve sentir algo y no expresarlo en el momento. Si se hace después no vale de nada, pues ya lo mismo no vuelve a sentirse y podría uno llegar a arrepentirse. Buen escrito. Saludos a Uruguay.

 

gracias por leer, y si es cierto a vivir la vida a cada momento, a no guardarse nada, a ser libres cada día