Finisterra

Buceando en recuerdos arcanos, desperté a medianoche, agitado con los ojos, gomosos y ardiendo; un bostezo me hizo regresar a los sucesos pictóricos, dignos de Andy Warhol. Retomé una vez más por los túneles oscuros, desembocando en paisajes vistos desde la abismidad más abstracta de mi interiorismo.
Sospecho que estaba emprendiendo un viaje, hacia las profundidades de mis fantasías.
Es raro que bajo un perfil oscuro, no imaginara ver tanta variedad de colores en estos salones decorativos.
Extrañamente siempre algo llega después de cada supuesta confinidad, luego siempre hay una puerta que abrir.
Los salones contiguos, acuosos y burbujeantes, conllevaban al muestrario bestial de bacterias caníbales petrificados, que exhibían cruentas heridas de alguna batalla.
Crustáceos esotéricos, custodiaban con recelo la colección psicodélica de sus microenemigos abatidos.
Se proyectaba hacia un agujero negro un ciempiés gigante que reconocí, como pensamiento.
La vía de émbolos coagulantes cargados de ideas, sometidos a hostiles interrogantes, corrían por su vida.
La gruta subterránea alarmo mi bitácora andariega, fue esta la primera vez que no estaba sobrevolando, ni buceando, esta vez, me introduje en la cueva a pie, buscando respuestas a ese infinitismo tan marcado en mi personalidad apocalíptica.
Mi sensibilidad exteroceptica me abordó como otras veces, generó el miedo esencial para la irrealidad de mi inframundo, comencé a escuchar atroces gritos y ese olor a sangre, la espectricidad vampirizó el ambiente húmedo y mi cuerpo comenzó a correr sin esperar mi orden.
Me persiguieron a partir de ese momento todo tipo de enemigos, vampiros, zombis, espectros, me vi desde arriba, como si fuera el soldado de quake.
De pronto se escuchó como a lo lejos NO TIME de los TSOL, fue cuando entendí que tenía que correr con la mente, a una resolución aparentemente cuántica, fui testigo de mi desmaterialización, partícula por partícula, los fotones eléctricos, se intercomunicaron a través de mis pensamientos evolucionados, y me sacaron de allí, teletransportandome a una celeridad 10.000 veces mas vertiginosa que la velocidad de la luz.
Increíblemente aparecí como un holograma frente a un portal, por donde escapé, luego de caer presuroso por una catarata de luz, llegue al espejo de mi baño, entonces fue ahí en que comenzó mi materialización, frente al botiquín; no se porque se me ocurrió, mirar a través del espejo del baño, fue entonces que vi a todas las alimañas, del otro lado de la irrealidad de mi mente, buscando la manera de pasar.
Fue en ese instante en que sentí un vacío al darme cuenta, que no tenía escapatoria y que todas las dimensiones de mi mente habían colapsado, provocando una pandemia letal y una perspectiva finisterra.