FIONSECO

¿ Alguna vez tocaron un fionseco?, ¿ alguna vez sintieron su tacto?, ¿su aroma profundo?. Les contare que yo si, que no hace mucho tuve la suerte de saberlo, de comprender un poco el eco de la vida, la realidad mas natural.
Fue una tarde lucida, en un bosque de luciérnagas, caminata sensible al costado de un río seco, surcos de tierra y de reflejos vacíos.
Me acuerdo que de tanto gastar mis pies, no tuve mas remedio que sentarme a contemplar el sol, lo silvestre de la fauna, lo amoroso del aire, y fue así que esto sucedió.
Sobre mi cabeza se estrello una gran hoja de fionseco, desde que la tome con la mano, el impacto en mi fue tremendo, su color verde amarillento era inigualable, un olor a vida que empapaba de placer las fosas nasales, su tacto era el tacto, apoyar y disfrutar de una seda, que sobre su lomo llevaba mas de cien años al anonimato, al triste silencio de ser yo quien la conocía y disfrutaba.
Acariciándola, me senté y dormí un buen rato a su lado, a su tierno corazón salvaje.
Perdonen mi imaginación me juega una mala pasada y esta palabra fue inventada, pero no sus hojas que aun siguen con vida.