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Francia

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por silveriddragon, 26 de Julio de 2019. Respuestas: 6 | Visitas: 992

  1. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    I

    Estaba cansado.

    Muy cansado... En todos los sentidos posibles.

    Había pasado la mayor parte de mi vida estudiando. Muy duro. A pesar de estudiar en una escuela pública trataba con todas mis fuerzas de aprovecharlo.

    No me costaba mucho la inscripción y los pagos semestrales. Con la beca que tenía era suficiente para ello y me sobraba para pagar clases de inglés (también en escuela pública).

    El problema venía si llegaba a reprobar una materia o dos. Me desajustaba completamente.

    Por mi mente jamás cruzaba otra cosa que no fuera el estudio. Bueno, a decir verdad si.

    Había una compañera que me gustaba. Pero... pero... siempre fui muy tímido. Así que le pregunté a un amigo como podía acercarme.

    - No, la verdad no te lo recomiendo. Mira, no es por ser mala onda ni nada. Pero se ve que ella está acostumbrada a otro tipo de vida. Sale a fiestas, al cine, de viaje.

    Y tenía razón. Sabía que no me lo quería decir directamente. ´Pero era verdad. ¿A qué lugar podría invitarla? A veces ni siquiera podía comprar un helado o ir al cine. Prefería usar ese dinero para los proyectos escolares o comer decentemente.

    Y así, pasó mi adolescencia y mi juventud.

    Comencé a trabajar.

    Iba de mi casa a un cubículo pequeño. Me gustaba ese trabajo. Aún puedo recordar cuando comencé con mucho entusiasmo a estudiar todo tipo de literatura sobre computadoras, programas, arquitecturas. Era como magia para mi.

    Pero llegada la quincena me sentía miserable de nuevo. Aún no entendía el porque.

    Todo el dinero se iba para tratar de solventar los gastos de mis hermanos. Quería que estudiaran igual que yo. Tener algo con que defenderse en la vida.

    De pronto pasaron muchas cosas. Me empezaron a pagar más. Comencé a ser conocido por altos mandos de la empresa. Pero...

    No me ascendían.

    Y era porque, y eso lo comprendí después de muchos años, funcionaba como un engranaje perfecto detectando fallas y arreglándolas. Mi timidez se acentuó porque casi no hablaba con nadie y me dedicaba por completo a las computadoras. Si... era un nerd.

    No lo digo en el sentido negativo o positivo del término. Simplemente comencé a aceptarlo.

    Mis hermanos comenzaron a verme como un padre y eso me estaba empezando a pesar.

    Cargar con otras personas, tratar de jalarlos. Y además sin amigos reales en quien confiar. En fin, caí en un vicio. El más raro. Me iba a caminar y caminar por horas y terminaba llegando a un local pequeño en el que pedía siempre lo mismo. Tequila. Sin nada.

    Bebía uno, otro, luego otro y otro más.

    Llegaba ebrio a casa y mi hermanita pequeña me llevaba a acostar y al día siguiente me despertaba temprano para ir a trabajar.



    II

    Con todo ello se hizo una rutina extraña. Trabajaba, gastaba el dinero en mis hermanos, me embriagaba, me sentía triste y volvía a comenzar.

    No detectaba porque era triste.

    Cuando comenzaron a llegar nuevos y más jóvenes integrantes siempre los mandaban conmigo a aprender. Trataba de tenerles paciencia y les enseñaba lo que podía. Algo dentro de mi se había llenado de vanidad y pensaba en ellos como unos novatos sin conocimiento de nada. Sin embargo también comencé a detectar entre ellos lo que llaman liderazgo. Había una persona que no seguía las órdenes, dedicándose más a hacer amistades. Eso era nuevo para mi.

    El jefe, del jefe, del jefe, del jefe, del jefe, de mi jefe un día me invitó a comer.

    No sabía como se había enterado de la existencia de alguien como yo. Me sentí especial pero a la vez cohibido. Eramos como seis o siete personas a las que nos pasaron a un comedor privado y nos sirvieron platos que jamás me imaginé antes. Con tantos cubiertos no sabía que hacer. Solo se me ocurrió copiar al que tenía al lado.

    Mi traje se veía algo deslucido y sin color al lado del de los demás.

    Mientras nos servían el jefe de jefes hablaba con todos haciendo bromas, indicando planes, preguntando progresos.

    Cuando sirvieron el postre se dirigió a mi.

    - Me alegra que hayas venido Iván. Todos tus compañeros hablan de ti como si fueras un fantasma que recorre el último piso y a veces te animas a comer con todos. ¿Te gusta mucho estar allá arriba?

    - Si señor... Yo... Bueno... Me gusta programar.

    - Muy bien, muy bien. Tu jefe directo me dice que lograste hacer algo que pocas personas han hecho.

    - Solo lo hice por curiosidad. Jamás fue mi intención hacer que ocurriera. Yo...

    - Calma, calma. No te vamos a hacer nada por ello. Todas estas personas que estamos aquí queremos mejorar todo el sistema global y creemos que tu serías de ayuda.

    Con esta comida comenzó una relación en la que trabajaba normalmente y además para el jefe. Fue algo bueno. Porque me enseñó a ser un poco más seguro y a tratar de experimentar sin miedo a equivocarme.


    III

    - ¿Iván ya te enteraste? Promovieron al jefe de jefes.

    - ¿De verdad?

    - Si. Dicen que ahora se irá a otro país.

    Cuando escuche estas noticias me alegré. Eso significaba que se habían terminado todas las amenazas al sistema, o al menos la mayoría. O eso pensé.

    Sin la protección del jefe de jefes y sin el apoyo de mis jefes directos comencé a ser desplazado, lentamente

    Hasta que un día fui llamado a una oficina sin cristales y me dijeron sin más "Se ha terminado tu ciclo".

    Aún sospecho a que se debió. Quizás yo sabía cosas que no debían ser compartidas a nadie más. Solo fui utilizado. En ese tiempo, y quizás aún lo soy. me vi muy inocente.



    IV

    Ya me había salido de vivir de la casa con mis hermanos, ellos ya tenían su vida, su trabajo y sus intereses.

    En cambio vivía solo y había juntado un poco de dinero para seguir adelante.

    Pero estudiar tanto, trabajar tanto, educar a tres hermanos...

    Terminó por agotarme en todos los sentidos.

    Y caí en depresión.

    No se me antojaba levantarme de la cama en lo absoluto. Revolvía las cobijas y las sábanas sin levantarme. Me llegaba una sensación de estar vacío y a veces terminaba llorando sin saber el porque.

    No tenía computadora. Me decía a mi mismo. ¿para qué?

    En el trabajo tenía acceso a muchas y de diferentes capacidades. No podía darme el lujo de jugar o si quiera de tontear con ellas, así que no era imprescindibles.

    Mi único distractor era una vieja televisión. Veía algunos programas sencillos, otras veces caricaturas.

    No tenía hambre.

    A veces me forzaba a levantarme, salir a la calle y comprar algo en la tienda para preparar con agua y sal.

    Otras salía a comprar algo de un puesto de la calle. Y eso era todo. El alcohol no se me antojaba, pero sobre todo no tenía el dinero para comprarlo.

    Y entonces... Ocurrió algo que me salvó la vida.



    V

    Eran las 10 de la mañana o algo así. Estaba durmiendo completamente exhausto después de una noche de insomnio y dos días sin probar comida sustanciosa.

    Y sonó el timbre de la casa.

    Al principio no comprendí que era. Porque nunca tenía visitas y eran contadas las ocasiones en que había escuchado el tono.

    Después de dos o tres toques de timbre me levanté y fui a ver quien era.

    La puerta carecía de mirilla y es gruesa aunque bastante maltratada. Al abrirla no podía creerlo.

    Era una mujer más o menos de mi edad. Con el rostro dulce y expresivo pero con un gesto enérgico. Maquillada con mucho rubor y colores fuertes en los párpados y las pestañas. El cabello liso y pelirrojo hasta casi media espalda. Vestía muy bien. Una blusa negra con mariposas de colores púrpura y violeta y una minifalda en el mismo estilo. Zapatillas altas y una pañoleta completaban su vestuario.

    Cualquiera diría que era una mujer que iba a trabajar en alguno de esos bancos como cajera o edecán.

    Aturdido por mi estado no pude decir palabra alguna. Pensando que se había equivocado de puerta le indiqué que el lugar donde solicitaban aeromozas era en la calle de enfrente.

    - No Iván. Buenos días. No he venido a pedir trabajo. Solo quise pasar a saludarte. ¿Ya desayunaste?

    Y sin más, sin siquiera esperar a que le respondiera, agarró la puerta y la abrió de par en par.

    Al pasar junto a mi pude detectar el olor de su perfume. Intenso, me recordaba el olor de los árboles a los que me subía cuando era pequeño y aún no sabía que era el mundo y que podía ser tan obscuro.

    Caminó directamente a la cocina y ahí en la mesa no había nada.

    - Hmm... Veo que no has desayunado nada. Ah! Mira, hay algo de cereal. En seguida te lo sirvo. ¿Puedo tomar algo de eso contigo?

    Todas esas preguntas eran retóricas. Simplemente tomo los trastes y comenzó a servir sin más.

    Aún atontado solo me quede viendo como ese torbellino se movía por la cocina dejando a su paso una estela rojiza.

    Al momento de dejar el plato con cereal en la mesa me impresionaron sus manos pequeñas, suaves y con las uñas pintadas de un color entre naranja y rojo. Solo imaginen, alguien que jamás había tenido contacto con ninguna mujer y menos con una tan bonita la impresión que debió sufrir.

    Comenzamos a comer el cereal y ella sacó su teléfono celular y empezó a leer.

    - Tengo una cita con el dentista a las 5 de la tarde. Olvidé cancelarla ayer. - suspiró - aún soy algo desorganizada y se me va la onda. Mis vecinos ayer estaban escuchando música muy fuerte y su perro. pobrecito, estaba afuera mojándose con la lluvia. ¿puedes creerlo? Jajajaja... Mira un gato haciendo gestos de seriedad ... Adoro a los gatos ... y a los perros.

    Se me acercó tanto con el celular en la mano, que podía sentir su cabello tocándome la espalda y su brazo junto al mío. Me puse rojo, en verdad rojo. Y al ver el gato no pude contener un gesto de risa.

    - ¿Verdad que es gracioso? - regresó a su lugar - Y bueno en la planta baja hay una señora muy rara. Me dejo pasar solo con decir que era tu novia ¿puedes creerlo? Y si soy una ladrona ... o peor ... una comedora de hombres.

    Al decir eso me lanzó una mirada felina y pestañeó haciendo que la sonrisa arrugara un poco la comisura de sus ojos.

    - Pero tu sabes que no lo soy.

    - ¿Cómo lo sabes?

    - Porque ya me hubieras dicho que me fuera Iván.

    Esto me dejó pensando un momento. Sabía que no era normal la situación y quizás me estaba dejando llevar demasíado por su aspecto. O mi timidez, o mi indecisión.

    - Bueno, veo que ya terminaste de desayunar. Tengo que irme. Hay algo que tengo que hacer en la ciudad.

    Se fué directo a la puerta y antes de salir dió la vuelta

    - Y mañana, vengo a desayunar. Cuídate Iván.

    Estupefacto... Aun con el olor de su perfume en la habitación ya no pude regresar a la cama.


    (Continuará)
     
    #1
    Última modificación: 30 de Julio de 2019
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  2. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    VI

    Ella acababa de salir del departamento. Como si se congelara el tiempo mi mente divagaba y me asaltó una emoción.

    Me dio pena. Mucha pena.

    Había recibido a una mujer que solo veía en revistas. Y yo estaba vestido en pijama, medio despeinado y soñoliento. No podía creerlo.

    Rápidamente me levanté y fuí a asomarme a una ventana que daba a la calle desde el pasillo fuera de mi departamento. Ella iba caminando por la calle mirando los escaparates de las tiendas y con mucha soltura a pesar de llevar zapatillas.

    Con ello al menos confirmé que no estaba alucinando.

    Regresé a mi casa y comencé un ritual de lavar los trastes, acomodar la cocina. Me metí a bañar, arreglé mi cuarto y prendí la televisión.

    Estaba tratando de distraer mi mente porque sabía que ante cosas que parecen enigmas no dejo de pensarlas hasta resolverlas. Eso es lo malo de ser un programador. Inclusive he llegado a soñar que encuentro la solución a un problema.

    Recordé su advertencia. Iba a regresar a desayunar al día siguiente.

    Al día siguiente.

    No tenía nada para darle de desayunar que fuera decente. Así que salí y compré cosas que pensé podrían gustarle a una persona como ella.

    Quizás hace ejercicio, mucho. Entonces pensé en fruta, cereal o quizá algo como una pieza de pan integral.

    Después compré unas rebanadas de jamón y queso para hacer sandwiches.

    Eso fue todo.

    Sabía que no podía gastar mucho, pero era una invitada.

    Mi mente no se preguntaba cosas como si era una trampa para venderme algo o si se trataba de una religiosa disfrazada para meterme en un culto postmoderno. Es más ni siquiera me preguntaba como sabía mi nombre.

    Estaba cautivado.

    Ya en la noche me puse a ver el noticiero en donde vi comentarios acerca de como una banda internacional de piratas informáticos habían robado mucho dinero del sistema de pagos interbancarios. Nadie había podido atraparlos hasta que les pusieron una trampa.

    Recordé mis días como nerd en la red y me dio asco. Porque también había hecho cosas como esa. Aunque yo me justificaba con el hecho de pagarles la escuela a mis hermanos.

    VII

    Era el día siguiente alrededor de las 9 de la mañana. El sonido de un golpe seco me despertó o mejor dicho me espantó. Fue como escuchar una plancha de madera caer y crujir.

    Vi el reloj y noté la hora. Me desperecé y me metí a bañar con sueño aún.

    Quizás por que habían pasado ya casi 24 horas pero mi mente empezó a accionarse en modo interrogativo.

    ¿quién era esa misteriosa mujer?

    ¿cómo sabía mi nombre y dónde vivía?

    pero lo que más me intrigó

    ¿cómo sabía que estaba en casa y que no había desayunado?

    Me puse paranoico.

    Mientras terminaba de vestirme sonó el timbre. Justo a tiempo para no parecer un niño malcriado que no quiere ir a la escuela.

    Fui a abrir la puerta pero no era ella. En su lugar estaba un hombre con un paquete cuadrado y alargado con las siglas azules de una empresa tecnológica.

    - Envío para el señor Ruvalcaba. Por favor firme aquí y aquí. Ponga su nombre y ... ¿puedo pasar a su baño?

    Me le quedé viendo un momento y luego lo dejé pasar.

    Mientras iba a dejar el paquete en una silla de la sala un rostro dulce se asomó por la puerta.

    - ¡Iván! Hooola... Perdón por el retraso, pensaba llegar a las 9 pero algo pasó en la estación del metro y me retrasó. Ohhh... pero que guapo estás hoy. Con ese traje ¿acaso estás esperando a alguien?

    Ahora sentí pena en otro sentido. Ella ahora vestía de forma más sencilla. Con una blusa blanca de vestir y un pantalón de color naranja brillante. No iba tan maquillada y eso hacía que sus ojos se vieran diferentes. Traía zapatillas de piso sin tacón y el cabello recogido en una cola.

    El empleado de mensajería salió disculpándose y saludando a mi autoinvitada no sin antes hacerme un gesto de pulgar arriba antes de cerrar la puerta.

    - Hoy te ves más serio. No... no me gusta. Tú eres más del tipo creativo solo que te lo guardas mucho. Ven.

    Y al decir eso me tomo del brazo y me llevó ante el espejo.

    - Mira a esa persona que ves ahí. Esa persona está disfrazada. Te disfrazaste durante 10 años y sigues haciéndolo cuando te estresas. Conmigo siempre sé tu mismo.

    Era muy extraño su tono al hablarme. Era tan familiar pero a la vez coqueta. O eso pensaba. Me estaba abrazando o tomando el brazo no lo recuerdo bien.

    Luego de eso se fue directo a la cocina.

    Mientras yo me quitaba la corbata y el saco para no desentonar.

    Cuando entré en la cocina estaba servido el desayuno con lo que había comprado. Un plato de fruta, pan con miel, un café y una rebanada de queso. Ella solo se sirvió fruta y pan con café.

    - Ayer estaba pensando que te hace falta algo para que este lugar se sienta como un hogar. Déjame ver.

    Volvió a sacar su celular. Pero me di cuenta de algo. Era otro celular.

    - Mira... Este cuadro es cálido. Da personalidad a un espacio sin ser invasivo. Y creo que va contigo. Sé que te gustaría viajar.

    ¿cómo lo sabía?

    - Me gusta la cara simpática que haces a veces. Quiero una foto.

    Me guiñó el ojo y con el celular nos tomó una selfie.

    - Quedó muy linda... mira.

    En la foto se veía al fondo la sala y nosotros sonriendo. Me gustó ver una sonrisa amplia en ella.

    Mientras desayunaba iba leyendo correos que le llegaban y hacia respuestas al aire.

    - Mi tía quiere que la visite el fin de semana. Quizás.. . si no estoy muy ocupada con alguien que me interesa. - dijo esto mientras mordía una fresa lentamente solo con los labios.

    Algo en el ambiente hizo que me relajara. Era como si siempre desayunara con ella y platicara sobre su día a día conmigo como un confidente y comencé a hablar.

    - ¿Tienes noviiiio?

    Ella hizo una amplia sonrisa y me miro divertida.

    - No... no creo en eso que llaman amor. Aunque una vez me leyeron la suerte y me dijeron que lo encontraría sin desearlo.

    - ¿Cómo te llamas?

    - Que directo. .. Hagamos un trato. Solo puedo visitarte siete veces. Si antes de eso puedes adivinar mi nombre entonces seré tu novia por un día.

    Dicho esto se desató el cabello sacudiéndolo. Se levantó de la mesa y caminó a la puerta principal.

    - Mañana vendré a cenar. Tengo un pendiente con una persona. Y quiero comentarte algo. Cuando le dices tu nombre a una persona le das acceso a tu vida. Siempre recuérdalo Iván. Hasta mañana.

    Se fué.

    Me dejó con más dudas que respuestas. Sin embargo noté que me había cambiado en dos días. Me levanté y desayuné. Me sentía mucho mejor y además ahora tenía un objetivo. Saber su nombre.

    (Continuará)
     
    #2
    Última modificación: 29 de Julio de 2019
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  3. Aldonza Lorenzo

    Aldonza Lorenzo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Por favor,
    Continúa.
    Es un placer de placeres poder releerte y verte a través de tus letras.
    Gracias,
    Dragón por compartirlas.

    Besos
     
    #3
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  4. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    VIII

    No quería pensar.

    Es un proceso doloroso a veces para mi, porque hay muchas cosas que quiero olvidar y que me hacen recordar mi proceso de pensamiento.

    Así que en su lugar hago cosas rutinarias o repetitivas. Como lavar los trastes, asear el departamento o ponerme a ver las noticias o un programa cómico.

    Y eso fue lo que hice todo el resto del día.

    Por la tarde salí a pasear por las calles como lo solía hacer de más joven. Solo caminar sin rumbo fijo.

    En los escaparates de las tiendas veía los libros de moda, los juguetes con luces parpadeantes y muchos otros nuevos cachibaches.

    Algo a lo que no podría renunciar era a leer. Me encantaba leer. Sobre caballeros, sobre tecnología, sobre futuros en donde el héroe se sacrifica al final. No me gustaban los dramas melosos ni los finales felices.

    Entré a una librería y empecé a ojear una revista. Tendencias de moda de algún país lejano al que me gustaría una ves visitar.

    Después de pasarme tres horas enteras leyendo regresé a casa. Puse mi suéter y mi mochila encima de la silla de la sala.

    Prendí el televisor y me preparé algo de cenar. Me sentía con más ánimos para hacer algo diferente. Puse un canal donde se transmitía un partido de fútbol. Jamás me han gustado los deportes, pero el fútbol me atraía a veces. Lo jugué en la secundaria con mis amigos a todas horas. El partido estaba emocionante y me dejé llevar. Me hice una jarra de limonada y unos sandwiches. Y después de que terminó el partido escuchando las noticias me quedé dormido.


    IX

    Un sonido seco de madera cayendo y cruje fuerte. Nuevamente me despertó ese sonido. Me levanté del sillón con algo de pesadez. Estaba desorientado, no ubicaba que día era, ni la hora. La luz de la ventana me dio muchas pistas. Me había dormido en el sillón sin cobija alguna y eso me provocó un dolor de cabeza.

    Fui al baño por una aspirina y me serví agua para tragarla. Aproveché para tomar un baño.

    Mi pensamiento comenzó a funcionar.

    La mujer misteriosa había podido articular palabras de manera entendible sosteniendo una fresa entre sus labios. Sus labios.... dulces y ...
    Significaba que practicaba su dicción de manera inconsciente. Ella trabajaba en una posición en la que necesita hablar con mucha gente y quizá todo el tiempo.

    Esa era una pista.

    También tenía dos celulares diferentes. En su trabajo le daban un celular y uno personal. Eso prácticamente hoy en día es común para dar seguimiento de los pendientes cuando trabajas fuera. Quizás era una vendedora.

    Pero... Usaba ropa y maquillaje diferente en diferentes días. Se adecuaba a diferentes situaciones. O personas.

    Me faltaba información. Adelantar conclusiones puede ser peligroso. Así que lo dejé hasta ahí.

    Desayuné lo que quedaba de la fruta. Revisé mi estado de cuenta en una aplicación de banca en línea en mi celular.

    Estaba prácticamente en ceros.

    ¿Cómo iba a hacer para pagar una cena?

    No pensaba quedarme colgado del misterio sin resolverlo y se me ocurrió una idea. Era algo que no hacia hace mucho pero tenía que intentarlo.

    X

    Salí de casa rumbo al cibercafé más cercano. Tenía solo lo suficiente para pagar dos horas frente a una computadora algo lenta. Así que ingresé a una página de chats donde algunos cosplayers muestran su trabajo y a cambio sus fans les dan apoyo en dinero para continuar con sus demostraciones.

    Hace un tiempo ya había visto ese chat y se me había ocurrido algo para mejorarlo. Cuando aumentas a pantalla completa la transmisión no eres capaz de ver el chat. Eso era molesto, al menos para mi. Así que en una hora diseñé una pantalla de muestra en la que se podía insertar el chat encima de la imagen de pantalla completa en una formato de texto con la caja transparente permitiendo ver toda la demostración y solo cuando así lo desearas invocar el chat para escribir.

    Terminé el prototipo y lo mandé al correo de soporte de la página solicitando un pago si les había gustado la idea.

    Me salí de la sesión de mi correo y listo, solo era esperar.


    XI

    Ya eran las 5 de la tarde cuando un timbre en mi celular indicó la llegada de dos correos electrónicos.

    Uno indicando que a los administradores de la página les había gustado la idea y me indicaban que no revelara este código a ninguna otra página. El otro correo era la confirmación de mi banco recibiendo el pago.

    Salí a la calle para comprar lo que pensaba era buena idea para cenar.

    A pesar de haber criado a tres hermanos no sabía cocinar. Al menos no algo que le pudiera ofrecer a mi autoinvitada.

    Justo en el momento en el que entraba al supermercado sonó mi celular con un número desconocido.

    - ¡Hooooola Iván!

    No podía creerlo...

    Era ella...

    - ¿Te gusta la comida japonesa?

    - Sí - Contesté nervioso

    - Entonces nos vemos a las siete en ... Espera.. Mejor te lo mando por mensajito. No es un lugar formal, solo trae algo cómodo. Hoy quiero que platiquemos de ti. Realmente me intriga saber algo. - Se escuchaba muy contenta y parecía sonreir - Además te daré una pista acerca de mi nombre. No faltes o estaré ahí sentada esperando por mi caballero de brillante armadura.

    - ¿Cabaaaaallero? .... ¿Te gusta leer acerca de ellos?...

    - Me gusta el ajedrez y mucho. Así que las competencias de estrategia son mis favoritas. Cuídate y te mando un beso. - E hizo el sonido de un beso tronado. Colgó.

    Era un hecho. Le gustaba jugar con mi mente, pero a mi me gustaba que lo hiciera. Estaba rojo de la vergüenza así que salí del supermercado sin comprar nada.

    Corrí a mi departamento y apurado me vestí. Cuando vi la dirección del restaurante me quedé impresionado. Estaba cerca de la estación de metro a unas tres cuadras de mi casa y el nombre no era común para un lugar de comida japonesa. Se llamaba La sedia rossa.

    ¿Porque un restaurante japonés tenía un nombre francés?

    Caminé hasta el lugar ubicado en una esquina. Había unos niños jugando enfrente a algo parecido al trompo. Hoy en día dudo que le sigan diciendo trompo y unas cartas. Con mis hermanos solía jugar con esto y el yoyo.

    En la ventana pude verla sosteniendo una hojas mientras le servían té.

    Entré al local y le indiqué a la anfitriona que me estaban esperando. Cuando me senté ella volteó a verme.

    - ¿No te perdiste, todo bien?

    - No, eeel... laa aplicación de localización ayuda en estos casos.

    - Iván.... - suspiró - no estés nervioso, no es una competencia, no te haré daño - levantó la mano derecha revelando un reloj metálico de carátula pequeña -juro por el osito blanco que jamás haré o diré algo que te ponga en peligro.

    - Lo sieento... no es eso es que yo...

    Sonrió y me tomó la mano de manera inesperada.

    - Lo sé... jamás has estado con una mujer que te haya gustado siquiera. Eso quiere decir... ¿te gusto?

    La pregunta me tomó por sorpresa. No me gusta que me controlen. Aunque en ese momento no lo sabía. Pero en cuanto siento que tratan de obtener algo de mí, me encierro en mi caparazón. ¿qué podía contestarle que no pareciera maleducado pero a la vez cauto?

    - ¿si contestara que si tu me dirías que no estás interesada y si contestara que no, probablemente dirías que soy mal mentiroso?

    Abrió los ojos como platos y su voz se hizo más alegre aún.

    - Esa es la frase más larga que me has dicho sin dudar. Me gustas cuando haces esas cosas. No dudes de ti Iván. Eres mejor que muchos que haya conocido antes.

    No pude evitar sonrojarme.

    El mesero se acercó y nos trajo verduras y camarones rebozados y una salsa agridulce.

    Comenzamos a comer y me dispuse a servir el té. No tenía modales... Siendo sincero jamás los creí útiles. Así que me lancé a preguntar sin más

    - ¿Cómo supiste el número de mi celular?

    - Eres popular Iván. Sólo que tú no lo sabes. Tu número de celular es fácil de encontrar si buscas por ejemplo en la lista de distribución del grupo al que te uniste hace cuatro años para mejorar un software.

    - Entonces, ¿te interesan mis habilidades con las computadoras?

    - ¿A mi?... Yo no entiendo nada de esas cosas. Nunca me gustaron las matemáticas y mucho menos la internet. Pero tú eres interesante para mi.

    - ¿Por qué?

    - Porque eres fascinante... - Nuevamente me tomó de la mano sobre la mesa. - Sé que estás en depresión por una razón. Tú te has tratado mal durante mucho tiempo.

    - ¿A qué te refieres? - me estaba poniendo muy nervioso.

    - Leí un informe del banco en el que trabajabas. Ahí dice que... Bueno... Tú hiciste cosas malas para gente mala. A pesar de que en tu perfil psicológico dice que eres una persona que no soporta la injusticia lo hiciste. Sacrificaste tu forma de pensar por un bien mayor. Luego vi que pagabas la colegiatura de tus hermanos. ¿porqué te hiciste eso?

    - No lo pensé. Solo, lo necesitaba.

    - Alguien sensible fue contra sí mismo para cumplir una meta haciendo lo que fuera. Debiste sufrir mucho.

    - Eso no importaba.

    - Y... ¿qué te gustaría hacer ahora Iván?

    - No lo sé... yo... no lo sé

    - Tienes algo parecido al síndrome de Francia.

    - ¿qué es eso?

    - Verás... Hay mucha gente que toda su vida está fascinada con Francia. Conocer sus castillos, su gente, la gastronomía. Inclusive los monumentos, las esculturas, los lugares. Guardan mucho dinero durante toda su vida para poder viajar. Cuando finalmente llegan tienen tan altas la expectativas que caen depresión. No es exactamente como se lo imaginaban.

    - ¿Quieres decir que estoy deprimido por que esperaba que todo fuera diferente?

    - No... es algo más complejo. El problema no es la depresión. Si no que ya no tienes nuevas metas. Algo que perseguir. Eran tan altas tus expectativas que se derrumbaron cuando perdiste tu trabajo. Tus hermanos ahora te ignoran y ... no tienes amigos o ... una novia a la que procurar.

    Eso me dejó de una pieza. Me había leído.... Y me estaba diciendo todo en lo que no había pensado antes.

    - Duele, ¿verdad?

    No podía hablar... estaba pensando

    Me dejó terminar de cenar en silencio.

    Cuando nos trajeron una segunda tanda de té y ella lo sirvió se acercó a mi y sin importarle que nos estuvieran viendo me tomó la barbilla con su mano obligándome a verla a los ojos.

    - Quiero que pienses en ti Iván... siempre en ti... al menos inténtalo. Yo no podré estar aquí contigo siempre pero quiero que lo recuerdes.

    - ¿Por qué te importa?

    - ¡Ah no!... Eso es parte del secreto. Ahora te daré la pista sobre mi nombre. Me gusta la moda. Y he nombrado el lugar de donde provengo en nuestra conversación. -- Se levantó de la silla y agregó... - es más fácil de lo que crees.

    Reaccioné antes de que se fuera y pregunté

    - ¿Porqué un restaurante japonés tiene un nombre francés?

    Ella se giró y me vio coqueta

    - ¿Francés?... o no querido Iván... Es italiano. Tienes que viajar más.
     
    #4
  5. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    XII

    Regresé a casa con la cabeza dándome vueltas. Iba a pagar la cena cuando el mesero dijo que ya estaba pagada. Luego me dio el recibo.

    Caminé automáticamente con la mirada perdida.

    Tenía razón. Jamás me había puesto a pensar en que necesitaba nuevas metas. Algo que hacer. Lejos de la seguridad de cuidar de mis hermanos el mundo era un inmenso mar al que no quería enfrentar.

    Prendí la televisión y vi las noticias. Una en particular llamó mi atención. El hipódromo de la ciudad de Milán había sufrido de notas difamatorias debido a que muchos caballos salieron lastimados sin saber la causa. Eso estaba ocasionando que su reputación cayera. Para un lugar con tanto crédito era inadmisible. Estaban pesando en cerrar.

    Apagué la televisión y me fui a dormir.


    XIII

    El timbre estaba sonando.

    Fui a abrir con la esperanza de que fuera ella. No... no era ella.

    - Jóven hay alguien afuera diciendo cosas que no entiendo. Sé que usted sabe algo de inglés, ¿puede ayudarme a entenderle?

    Era mi casera.

    - Voy señora, solo me visto y bajo.

    Así lo hice.

    Era un hombre con una mochila enorme, con el cabello corto. Era muy blanco. A mi esos tipos me daban miedo. Comenzó a hablar.

    - ¿Qué es lo que dice hijo? - me preguntó mi casera preocupada

    - No lo sé. No es inglés. ¿desde que hora está aquí?

    - Llegó hace media hora haciendo señas con un mapa.

    Haciendo gestos le señalé el mapa que traía en la mano izquierda. Se puso a mi lado diciendo un galimatías impronunciable para mi. Señalaba un punto rojo. Era un parque.

    - Creo que quiere ir a este lugar señora. Voy a llevarlo.

    - Gracias hijo. No sabía que hacer.

    Salimos del edificio y con señas le iba indicando por donde caminar. Trataba de hacerme conversación pero en verdad no comprendía nada de nada. Era frustrante no poder comunicarse con otro ser humano.A pesar de intentar con el inglés él indicaba que no entendía tampoco.

    El lugar era un parque amplio donde las personas pueden dar de comer a los patos y cisnes en el lago. Muchos diferentes tipos de flores y arbustos. A pesar de estar cerca de mi casa lo visitaba con poca frecuencia porque la gente pasaba mucho tiempo aquí. Trataba de evadir las multitudes en mis caminatas.

    El hombre alto con su mochila hizo una inclinación y supongo que me dio las gracias. Se fue corriendo hasta una de las fuentes y se frotó enérgicamente la cara mientras unas niñas con el uniforme escolar iban brincando alrededor. Divertidas se mojaban unas a otras. Reían.

    Quise quedarme ahí sentado en una banca, no tenía prisa alguna por regresar y estaba pensando en desayunar fuera. Ahora podía darme ese pequeño lujo.

    Me levanté de la banca y camine para salir del área de la fuente cuando detrás de un árbol la vi.

    Estaba caminando sosteniendo algo parecido a un libro.

    Se me ocurrió sorprenderla así que di la vuelta al árbol y la iba siguiendo por detrás.

    Cuando me acerqué lo suficiente para sorprenderla se dio la vuelta.

    - Buuuuu!!!

    Salté hacia atrás.

    - Jajajaja. Con que queriendo sorprenderme mi querido Iván. - y saltó a abrazarme y darme un beso en la mejilla.

    - Aunque si me sorprende verte fuera de tu departamento. ¿Ya estás mejor?

    - ¿A qué te refieres?

    - Bueno... Ayer creo que me pasé un poco con lo que te dije. Estabas triste. Discúlpame.

    - Oh no... Sólo me hiciste pensar sobre mi vida. Pero ya estoy mejor. Gracias por ser sincera conmigo.

    - Bueno déjame verte..... Si ... Estás mejor. ¿Quieres dar una vuelta conmigo por el parque?

    No contesté. Solo me puse a su lado y comenzamos a caminar.

    - Hoy hace un día como para ir a jugar fútbol.

    - No sabía que te gustara el fútbol. Eso es nuevo para mi. Dime, ¿te gustan otros deportes?

    - No, sólo ese. Los demás no me interesan. Se me hacen aburridos.

    - A mi me gusta el voleibol, el baloncesto, el boliche, las cartas...

    - Las cartas no son un deporte.

    - Oh si que lo es. Sobre todo cuando apuestas.

    - Te gusta apostar.

    - No siempre. Me gusta leer a mis contrincantes para ver si puedo ganar.

    - ¿Por eso la apuesta de saber tu nombre?

    - Si... y no. Sé que vas a adivinarlo.

    Momento. ¿Me estaba diciendo que sabía que yo iba a ganar la apuesta? No sé porque, pero quise cambiar la conversación.

    - ¿Viste a las niñas jugando en la fuente? Deberían estar en el colegio. Pero por extraño que parezca me dio gusto verlas ahí.

    - Si, a todos nos da gusto ver a otros ser felices. Bueno a decir verdad no a todos. Hay gente que aunque haya felicidad no sabe distinguirla.

    - A veces dices cosas que me hacen suponer que eres psicóloga.

    - No, no me malentiendas. En el lugar donde vivía cuando era niña disfrutaba de comer macarrones mientras veía a los señores ir a trabajar duro todos los días. Los escuchaba quejarse y eso me ponía triste o alegre dependiendo de como contaban su historia.

    - Entonces también eres sensible.

    Nuestra conversación se interrumpió cuando sonó su celular. De manera prudente me detuve para alejarme y dejar que contestara sin escuchar su conversación. Pero su tono de voz claro y fuerte por supuesto que me lo impidió.

    - Buenos días señor. Aún no tengo el resultado final. ... No.. no se preocupe... vamos por buen camino. Además aún nos faltan tres sesiones. ... Le llamo cuando esté listo. ... Muchas gracias... Buen día... Hasta luego.

    - ¿Tu jefe?

    - Si..... Ya sabes, te presionan por resultados y si puedes tenerlo antes mejor.

    - ¿Te podría ayudar?

    - Eso depende. Por el momento debo irme. - Se me acercó y con un abrazo y un beso se despidió.


    XIV

    Ya tenía la respuesta.

    Sabía como obtener su nombre.

    Si le pedía cinco oportunidades seguro que podía adivinarlo. Y es que era algo que parecía sencillo de adivinar pero había una trampa. Solo que seguro ella no se había dado cuenta de que me dio una información valiosa sin darse cuenta.

    Pensaba decirle la próxima vez que la viera y después.... Después....

    ¿Qué hacen los novios?

    No tenía la más remota idea.

    Es decir, es diferente saber que hace una pareja en la cama y otra que hacen mientras no están ahí.

    Sin ejemplos de mis amigos o compañeros y menos de mis padres estaba perdido. Completamente en un agujero negro.

    Así que hice lo que se me ocurrió.. Yendo contra todo lo que creía me puse a ver series melosas en la televisión.

    Me quedé boquiabierto, Una serie de cosas que solo me imaginaba a veces las veía ahí. Pero, ¿no habíamos hecho eso ya?

    Comer juntos, pasear en el parque, abrazarnos, insinuarnos que nos gustábamos. ¿O era mi imaginación?

    También estaba ir al cine, a un festival, platicar sobre sus vidas, jugar en el parque..... Hice toda una lista y la apunté en un cuaderno con letra pequeña.

    Comencé a animarme cada vez más. Si estaba deprimido suponía que ya no.

    Y me hice una pregunta a terminar mi lista.

    ¿que hacía que una pareja se considerara como una pareja de novios?



    XV

    Era tarde. De hecho era muy tarde.

    Estaba absorto viendo tantas series melosas que el tiempo se fue volando.

    Apuntaba en mi libreta y cambiaba de tanto en tanto de canal.

    Sonó el timbre.

    Fui a ver pensando que era mi casera. Pero no. Al parecer nunca le atino. Mi intuición estaba en cero. Era ella.

    Estaba vestida con una blusa negra muy ceñida, una falda gris como de colegiala. Iba con el cabello suelto y mucho maquillaje. Pero estaba ebria.

    - ¡Iván! Discúlpame si te molesto. ¿puedo pasar?

    No contesté. Le abrí la puerta de par en par perplejo. No me la imaginaría en ese estado.

    - ¿Estás bien? Es decir.. ¿quieres algo?

    - No te molestes. Estoy bien. Tranquilo.

    Se me quedó viendo. Se sentó en una de las sillas del comedor. Su perfume me llegó aún más fuerte que en otras ocasiones. Cruzó las piernas mientras tomaba agua de un vaso de cristal que tomó sin pedir permiso.

    Me quedó mirando fijamente.

    - Dios mío... Realmente me gustas tanto.

    Estaba ebria. Sabía por experiencia que cuando estás ebrio dices cosas de las que te arrepientes después.

    - Creo que debes acostarte a dormir. Eso te hará bien. -- Me fui a preparar mis cosas para dormir en el sillón o en el suelo.

    Cuando regresé al comedor ella estaba ahora sosteniendo el vaso por encima de su vista mientras veía a través del cristal hacia una lista pegada en mi refrigerador.

    - Todo se ve diferente dependiendo del cristal con que se mira.

    - Mucha gente diría lo mismo si sostiene un vaso así.

    - Por eso me gustas. Muuuuuuucho... Tú siempre eres tan agudo con tu pensamiento. Conseguiste dinero rápidamente para la cena de ayer y...

    Se detuvo... Acababa de revelar que sabía que yo conseguí dinero para ir a cenar con ella.

    No quise preguntarle nada. Porque estando ebria ella iba a revelar cosas. Siendo pirata informático sabía que no importa tanto la verdad como saber que motivaba a los demás a hacer las cosas.

    - ¿Porqué?

    - ¿A qué te refieres?

    - ¿Porqué siempre eres tan precavido? Te cuidas mucho. Eso no está bien. Arriésgate de vez en cuando. No sabes de todo lo que te pierdes por no atreverte.

    - Bueno... ayer me arriesgué mucho consiguiendo el dinero. Si a los administradores no les hubiera gustado lo que hice no iba a conseguir el dinero.

    - Mientes...

    - ¿Miento?

    - No es la primera vez que lo haces. Eso era pan comido para ti. Quiero decir, haz un salto de fe y prueba con algo que no hayas hecho jamás.

    - Mira.. estás ebria.. mejor duerme un poco y mañana te sentirás mejor. Platicamos con más calma.

    - No lo hagas.

    - ¿Qué cosa?

    - Eso que haces para que piense en ti.

    - Pensaba que era al revés.

    - ¿Tú piensas en mi?

    - Si te presentas ante mi haciendo cosas que jamás he experimentado claro que si.

    Se quedó callada un momento. No sé como la encontró pero ahora tenía una botella de vino que había comprado mucho tiempo atrás. Se sirvió un poco en el vaso.

    - Cuéntame, ¿porqué no has tenido novias?

    - Sin dinero, las novias no son permitidas.

    - Sin dinero, es la balanza con la que mides a la gente.

    - ¿Qué quieres decir?

    - El dinero es solo un objeto. Tú le das valor. Hay cuatro compulsiones en el ser humano. Fama, sexo, dinero y poder. Todas ellas le generan adicción. Pero hay cuatro elementos que lo contrarrestan.

    - Déjame adivinar.

    - Dispara Iván.

    - El liderazgo, el amor. la cooperación y el servicio a los demás.

    - Touché... ¿has estudiado filosofía?

    - No. Jamás le he entendido a esas cosas.

    - Deberías leer algo de eso. Te recomendaría unos libros pero... - Se tomó un sorbo de vino. - No hay tiempo. El tiempo.

    - ¿Porqué no hay tiempo?

    - Porque solo te puedo ver en siete ocasiones. Quiero que veas algo antes de...

    No la dejé seguir. Sabía en el fondo que estaba estresada. Su rostro no era jovial como el de otras ocasiones aunque reía y me mostraba su sonrisa. Había algo diferente.

    - ¿Puedes darme cinco oportunidades para adivinar tu nombre?

    - ¿Tan rápido?

    - Si. ¿puedo?

    - Adelante. - sin cambiar de posición comenzó a balancear una pierna sobre la otra.

    Quise medir mis movimientos. No apresurarme. Jugar. Sabía que ella pensaba que me había engañado así que solté un nombre si pensar.

    - Madeleine. Es un nombre francés. Naciste en Francia comiendo macarrones en un local cerca de Sacre Core. Y tus padres tenían un restaurante donde iban muchos turistas...

    - No .... no ... no... Eso es trillado. Aunque si adivinaste de donde vengo.

    - Hmmm.... déjame pensar. -- Hacia el gesto de caminar indeciso. Me seguía con la mirada divertida y no sé si lo hizo a propósito pero me dejó ver un poco de sus brazos y hombros en un gesto insinuante.

    - Ya sé.. tu nombre es Juliette. Eres guía de turistas y por eso tienes la oportunidad de comer macarrones cuando quieras.

    - Ohh.... no noo... muy mal. Es algo más sencillo . Eres mucho mejor que eso Iván... vamos.

    Nuevamente intentaba hacerla exasperar un poco. Este juego en el que ahora era yo el que mandaba me hizo sentir el amo y dueño de la situación.

    - Ya sé, ya sé... Michelle. Eres una terapeuta a domicilio.

    - Casi lo logras. Esa es mi ocupación. Pero el nombre no.

    Estaba lista la trampa. Decidí alargar el momento final haciéndola creer que había caído en ella.

    - Ahhh.... listo... lo tengo..

    - Dilo... sé que lo sabes. - sus ojos me miraron apoyando su rostro con ambas manos. La mirada brillante me cohibió.

    - Te llamas Francia... como el país.

    - Bingoooooo.... Eres muy listo mi querido. Y te has ganado un beso....

    El beso fue largo y sobrepasó todas mis expectativas. Me supo a vino y algo muy dulce. Algo que no podré olvidar.

    Cuando nos separamos estaba indeciso. No sabía como acabar el juego. Pero quería hacerlo.

    - Ahora va el nombre de verdad.

    - ¿el nombre de verdad? - me dijo confundida - ¿de qué hablas?

    - Todo me llevaba a ese nombre. Francia, Es lo que querías que creyera. Pero no es tu nombre. Sé que sabes italiano y la capital de la moda ya no es París. Si no Milán. Tu nombre seguramente es uno que es parecido a ese ¿no es así Francesca?

    Se quedó impresionada. Me miró y luego volteó a la puerta y nuevamente a mi.

    - Tú.... eres fascinante. Pero ahora ya no puedo cumplir mi promesa. - y se soltó a llorar.

    - Perdóname, no quise hacer que lloraras. Por favor, ¿qué hago ahora?

    No me respondió.

    Fue directamente a mi cuarto y cerró la puerta.
     
    #5
  6. silveriddragon

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    XVI

    Me acerqué a la puerta y toqué. Solo quería saber como estaba.

    - ¿Estás bien? - dije

    No escuché respuesta hasta después de una larga pausa.

    - Me equivoqué.

    - ¿Con qué te equivocaste?

    - Con el nombre del síndrome. No es síndrome de Francia. Es el síndrome de París.

    - ..........

    - Muy pocas veces me equivoco. Es decir, soy una terapeuta.

    - No te preocupes. Puedes dormir y mañana platicamos.

    - Iván, ....

    - Si...

    - Perdóname.

    - ¿Por qué?

    - Por entrar a tu vida sin permiso.

    Escuché como se alejaba de la puerta y se acostaba en la cama.


    XVII

    Era el día siguiente. Me había despertado un sonido seco de madera cayendo y acabando en un estallido.

    Me dolía la cabeza por dormir en el suelo y estaba completamente adolorido. Esa sensación de no saber donde estás y que hora es.

    Me levanté para tomar agua. Me acerqué a la mesa. Estaba una nota debajo de la botella de vino a medio terminar.

    La nota decía:


    Querido Iván


    Como seguramente sabes te he estado vigilando. No por un mes o dos. Durante dos años completos.

    Al principio eras un caso más al que tenía que seguir por un encargo de entre diez posibilidades. Tú no destacabas en ningún aspecto.

    Hay piratas más inteligentes (lo siento es necesario que te lo escriba para que comprendas algunas cosas), hay personas menos susceptibles al cambio pero sobre todo había candidatos más estables emocionalmente.

    Hasta que hallé algo que no entendía. No te hiciste rico, ni famoso, no buscaste crédito ni mucho menos deseabas colmar tus vicios. Solo querías ayudar a tus hermanos. Eso era todo.

    Este defecto... o quizás cualidad te dio muchos puntos conmigo.

    Te he recomendado para un trabajo que puedes aceptar o no. Tú eres dueño de tu vida.

    En el paquete que llegó hace unos días vas a encontrar una computadora con un programa de correo y mensajería encriptada. El chat es directo pero ten cuidado. Una vez que te conectes con la persona que será tu jefe, tendrás que aceptar una condición.

    No puedes revelar tu nombre. Elige uno falso y no puedes revelar el nombre o nombres que te den.

    El trabajo es sencillo... para ti. Debes borrar las huellas que dejen tus compañeros y las tuyas propias de todo registro, también la actividad que generen en cualquier red.

    ¿Conoces la tecnoesfera?

    Supongo que si. Tú eres curioso por naturaleza en cuestiones tecnológicas.

    Te elegí porque cuidas bien de tu familia.

    Si aceptas este trabajo deberás cuidar de esta nueva familia.

    Te deseo lo mejor.

    No me busques. Debido a que sabes mi verdadero nombre es peligroso que sigamos en contacto.

    Cuídate, ¿si?

    Un beso y un abrazo desde la distancia

    Tu fan número uno

    Francia



    XVIII

    Era mucha información para digerir.

    Leí la carta dos, tres, cuatro veces. Me importaba muy poco, o nada la tecnoesfera. Para mi eran unos snobs que habían reunido a las mejores mentes para hacer progresos como mercenarios.

    Quizás estaba equivocado, no lo sé.

    Pero me dolió mucho la manera en como me describió. Prácticamente me estaba comparando con un niño. Quise ser el cazador en este juego y salió al revés.

    Estaba entre enojado y triste. Enojado porque parecía que estaba en el principio. Triste porque ella se había ido sin despedirse.

    Medité por unas horas cambiando de canal en el televisor por pausas.

    Recordé de pronto una frase que me dijo:

    Arriésgate de vez en cuando. No sabes de todo lo que te pierdes por no atreverte.

    ¿De qué me he perdido?

    Entre más amplio era mi círculo de lectura más aprendía y menos temor tenía. Si no hubiese leído la revista de moda quizás el acertijo no hubiese sido resuelto.

    Quería viajar, lejos, muy lejos. Ya nada me ataba a esta vida monótona y aburrida.

    Y tomé la decisión.

    Fui por el paquete, Lo abrí.

    Venía la laptop con un cargador pesadísimo. Conecté todo.

    Prendí la pantalla. Me pedía una clave.

    Era obvio. Seguramente la clave era Francia. Así era.

    Tardó un rato en cargar todo el sistema operativo y al final había dos iconos. Uno era para chat y el otro para correo. Como fondo de pantalla estaba la selfie que tomó ella y un corazón dibujado en el extremo inferior derecho con algo que parecía lápiz labial.

    Titubé unos minutos tamborileando los dedos en la mesa. Luego di clic en el icono de chat.

    Se abrió la ventana con video. En seguida apareció la imagen de una chica con una playera negra sin mangas y unos jeans cantando una canción hardcore. Estaba sentada sobre una silla de jugador de videojuegos negra con motivos azules.

    De pronto dejó de cantar y volteó a la cámara.


    XIX

    Era una chica como de 20 años o quizás más. Sus facciones eran delicadas aunque su mentón era un poco prominente. Su voz era angelical. Contrastaba con la voz casi gutural que hizo mientras cantaba.

    - Woooow, no te esperaba. Eres algo viejo, que decepción. Bueeeeeno.... Puedes ser como mi hermano mayor.

    - ¿Eres mi nueva jefa?

    - Ohhh.... wooow .. woooow... tranquilo. No me digas jefa. Eso es un título fuerte. Francia me comentó que eras algo rígido. Mira puedes considerarme como quieras pero no me digas jefa.

    Esto pintaba mal. Una casi niña en silla de jugadora de videojuegos. ¿qué tiene que ver con la tecnoesfera?

    - Primero dime cual será tu nombre clave. Vamos.... ¿o lo elijo yo?

    - Antes quiero saber donde está Francia.

    - Es un trato - sonrió mientras levantaba ambas manos en señal de rendición - yo te digo donde está Francia y tú te dejas poner un nombre clave y orejas de conejo

    - Ok, ok ¿cómo me voy a llamar?

    - Te vas a llamar.... Robert..... No no no... espera.... hmmm... tienes cara de Telésforo.... jajajaja... No ya en serio. Tú serás Argentio... el hacker salsero....

    Debí hacer una cara de aburrimiento por que casi en seguida agregó.

    - Francia está ubicando a nuestro siguiente compañero o compañera de andanzas.

    - ¿Dónde?

    - En medio oriente... ¿o era media Europa? No lo sé. A veces tarda mucho en contactarme. ¿quieres hablar con ella Argentito?

    - Si... ¿puedo?

    - No.... jajajaja, caíste. No podemos contactarnos a menos que sea necesario, es una regla.

    - ¿qué tiene que ver la tecnoesfera? ¿estás ahí?

    - Estoy en un lugar que es mi casa pero no es mi casa. Antes podría decirse que me la hicieron. Pero no soy la dueña.

    Hablando en acertijos. Esto me estaba exasperando.

    - No Argento. Vamos a robarla.

    - ¿Queeeeé? ¿Vamos a robar la tecnoesfera?

    - Si.... ¿no te emociona? Hagámoslo divertido hermano mayor.

    - a todo esto ¿quién eres?

    - Yo...... yo soy Dot

    parpadeó un poco la transmisión haciéndome ver por un instante una serie de unos y ceros incomprensibles.

    - Yo soy Dot Hacker





    FIN




     
    #6
    Última modificación: 8 de Agosto de 2019
  7. silveriddragon

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    Muchas gracias por darme ánimos de terminar esta historia amiga :-D

    Tuve que leer algunas cosas de tecnología para darle un poco más de realismo pero no soy del todo experto.

    Nop, gracias a ti... por leerlas

    Un saludo cordial y besos fraternos :)
     
    #7

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