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Franquear el umbral

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Caneo, 22 de Marzo de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 347

  1. Caneo

    Caneo Poeta recién llegado

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    2 de Agosto de 2016
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    Hombre

    Franquear el umbral




    Esta vez estaba decidido a plantarme en su umbral y abrir mi corazón para expresarle cuanto sentía por ella. Ya lo había intentado varias veces anteriormente, más siempre me asaltaban las dudas y los temores, siempre rodando a mi alrededor por medio del duendecillo verde que acechaba el camino que conducía a la casa de mi amada. Y como siempre, saltando desde un árbol al borde del camino, de nuevo apareció:

    - Parece que el Carnaval nunca acaba para ti- me burlé- Tus trajes son siempre tan originales como estrafalarios.
    - Eh, mirame, soy verde, soy bajo, y con un gran sentido del humor.
    - Más bien pareces una especie de espíritu malvado que no para de perseguirme
    - Ni lo pienses. Soy tu amigo, tu colega, tu "tronco". Y me encantas como amigo, te lo juro.
    - Tengo que irme- le dije aligerando el paso.
    - Espera. Tú y yo somos uña y carne. Somos como dos gotas de agua. El "yin y el yang". Solo yo puedo cromprender tu inseguridad. Tu falta de arrojo. Tu minúscula fuerza interior, temores, dudas y todo el menú completo de la complejidad. Por eso quiero protegerte. Solo quiero tu bien y el que no te hagan daño. Y ahí vas, todo decidido a ponerte de nuevo en ridículo. Mantén la poca dignidad que te queda.

    - Déjame en paz, está vez no me convenderás. Se que si no me atrevo hoy ya no podré hacerlo nunca.
    - Y eso es lo quiero, que nunca lo hagas. Estoy aquí para evitar que cometas la mayor insensatez de tu vida. Piensa, que puede ella ver en ti. Procede de una buena familia y va a la universidad, es culta. Tú por contra eres un pobre huérfano sin educación. No estás a su altura ni lo estarás nunca. Y yo no quiero que sufras, ¿lo comprendes?.
    - No, no voy a hacerte caso, otra vez no...
    Y por fin llegué al umbral y con decisión golpeé en su puerta.

    - ¡¡¡NOOOOO!!!, no lo hagas, ¿Qué va a ser de mi?. Si sigues adelante me matarás. Será como si me asesinarás. Siempre tendrás remordimientos por ello. Y nunca jamás podrás contar conmigo para protegerte...

    Y la puerta se abrió mostrando su maravilloso semblante, y entonces todas mis dudas desaparecieron como por arte de magia.
    - Hola, son para ti- Dije al par que le entregaba un ramo de rosas.- Me gustaría hablar un momento contigo
    - Claro que si, pasa.
    Y mientras entraba volví por un segundo la vista atrás. El duendecillo había desaparecido. Y estaba seguro que jamás lo volvería a ver.






    Esta vez estaba decidido a plantarme en su umbral y abrir mi corazón para expresarle cuanto sentía por ella. Ya lo había intentado varias veces anteriormente, más siempre me asaltaban las dudas y los temores, siempre rodando a mi alrededor por medio del duendecillo verde que acechaba el camino que conducía a la casa de mi amada. Y como siempre, saltando desde un árbol al borde del camino, de nuevo apareció:

    - Parece que el Carnaval nunca acaba para ti- me burlé- Tus trajes son siempre tan originales como estrafalarios.
    - Eh, mirame, soy verde, soy bajo, y con un gran sentido del humor.
    - Más bien pareces una especie de espíritu malvado que no para de perseguirme
    - Ni lo pienses. Soy tu amigo, tu colega, tu "tronco". Y me encantas como amigo, te lo juro.
    - Tengo que irme- le dije aligerando el paso.
    - Espera. Tú y yo somos uña y carne. Somos como dos gotas de agua. El "yin y el yang". Solo yo puedo cromprender tu inseguridad. Tu falta de arrojo. Tu minúscula fuerza interior, temores, dudas y todo el menú completo de la complejidad. Por eso quiero protegerte. Solo quiero tu bien y el que no te hagan daño. Y ahí vas, todo decidido a ponerte de nuevo en ridículo. Mantén la poca dignidad que te queda.

    - Déjame en paz, está vez no me convenderás. Se que si no me atrevo hoy ya no podré hacerlo nunca.
    - Y eso es lo quiero, que nunca lo hagas. Estoy aquí para evitar que cometas la mayor insensatez de tu vida. Piensa, que puede ella ver en ti. Procede de una buena familia y va a la universidad, es culta. Tú por contra eres un pobre huérfano sin educación. No estás a su altura ni lo estarás nunca. Y yo no quiero que sufras, ¿lo comprendes?.
    - No, no voy a hacerte caso, otra vez no...
    Y por fin llegué al umbral y con decisión golpeé en su puerta.

    - ¡¡¡NOOOOO!!!, no lo hagas, ¿Qué va a ser de mi?. Si sigues adelante me matarás. Será como si me asesinarás. Siempre tendrás remordimientos por ello. Y nunca jamás podrás contar conmigo para protegerte...

    Y la puerta se abrió mostrando su maravilloso semblante, y entonces todas mis dudas desaparecieron como por arte de magia.
    - Hola, son para ti- Dije al par que le entregaba un ramo de rosas.- Me gustaría hablar un momento contigo
    - Claro que si, pasa.
    Y mientras entraba volví por un segundo la vista atrás. El duendecillo había desaparecido. Y estaba seguro que jamás lo volvería a ver.
     
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