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Fray Luis de León

Tema en 'Biblioteca de Poética Clásica (Poetas famosos)' comenzado por VicenteMoret, 29 de Abril de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 1705

  1. VicenteMoret

    VicenteMoret Moder. Biblioteca P. Clásica.Cronista del Tamboura Miembro del Equipo Moderadores

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    Género:
    Hombre
    Luis de León nació en Belmonte, provincia de Cuenca (España). De familia rica e influyente; su padre ejerció como abogado y más tarde como juez, siendo tíos suyos catedrático de derecho canónico el uno y abogado en la corte real el otro. Entre sus antepasados contábanse algunos conversos, es decir, judíos que se habían convertido, de buen o mal grado, a la fe católica. ​


    Estudió en las universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca, donde obtuvo dos cátedras: la primera de filosofía moral y la segunda de Sagradas Escrituras, que abandonó más tarde para dedicarse a su orden. Fue detenido por la Inquisición y encarcelado durante casi cuatro años (1573-1576) a causa de su Comentario al Cantar de los Cantares (1561), traducción al castellano del texto bíblico, entonces prohibido.


    Fray Luis fue un gran humanista de espíritu cristiano y muy buen conocedor de los clásicos latinos. Destacó ante todo como prosista en castellano: su conciencia estilística, que se manifiesta en los efectos rítmicos que introdujo en su prosa, y su empeño en conseguir un lenguaje cuidado y natural lo convierten en un escritor fundamental para la consolidación de la prosa castellana.


    Destacan en este sentido La perfecta casada (1583), sobre las virtudes de la mujer cristiana, y, sobre todo, De los nombres de Cristo (1574-1575), comentario erudito que constituye sin duda su obra más conseguida estilísticamente. Sin embargo, su fama literaria se debe a sus composiciones poéticas, veintitrés poemas publicados por primera vez por Quevedo en 1637 en un intento de ofrecer contramodelos a la corriente gongorina.


    Su poesía demuestra un gran dominio del ritmo y del tono. Siguió las innovaciones métricas introducidas por Boscán y Garcilaso, pero se decantó exclusivamente por la lira. Máximo representante de la corriente horaciana, consiguió una expresión poética de gran perfección formal y fuerza expresiva, de ejemplar sencillez. Sobre la base de su pensamiento platónico-agustiniano, cantó el ideal de vida retirada y el anhelo de plenitud que prefigura la vida celestial.


    A continuación transcribimos su "ODA XX: A Santiago"

    --..--


    Las selvas conmoviera,
    las fieras alimañas, como Orfeo,
    si ya mi canto fuera
    igual a mi deseo,
    cantando el nombre santo Zebedeo;


    y fueran sus hazañas
    por mí con voz eterna celebradas,
    por quien son las Españas
    del yugo desatadas
    del bárbaro furor, y libertadas;


    y aquella Nao dichosa,
    del cielo esclarecer merecedora,
    que joya tan preciosa
    nos trujo, fuera agora
    cantada del que en Citia y Cairo mora.


    Osa el cruel tirano
    ensangrentar en ti su injusta espada;
    no fue consejo humano;
    estaba a ti ordenada
    la primera corona, y consagrada.


    La fe que a Cristo diste
    con presta diligencia has ya cumplido;
    de su cáliz bebiste,
    apenas que subido
    al cielo retornó, de ti partido.


    No sufre larga ausencia,
    no sufre, no, el amor que es verdadero;
    la muerte y su inclemencia
    tiene por muy ligero
    medio por ver al dulce campanero.


    [¡Oh viva fe constante!
    ¡oh verdadero pecho, amor crecido!
    un punto de su amante
    no vive dividido;
    síguele por los pasos que había ido.]


    Cual suele el fiel sirviente,
    si en medio la jornada le han dejado,
    que, haciendo prestamente
    lo que le fue mandado,
    torna buscando al amo ya alejado,


    ansí, entregado al viento,
    del mar Egeo al mar de Atlante vuela
    do, puesto el fundamento
    de la cristiana escuela,
    torna buscando a Cristo a remo y vela.


    Allí por la maldita
    mano el sagrado cuello fue cortado:
    ¡camina en paz, bendita
    alma, que ya has llegado
    al término por ti tan deseado!


    A España, a quien amaste
    (que siempre al buen principio el fin responde),
    tu cuerpo le inviaste
    para dar luz adonde
    el sol su claridad cubre y esconde;


    por los tendidos mares
    la rica navecilla va cortando;
    Nereidas a millares
    del agua el pecho alzando,
    turbadas entre sí la van mirando;


    y dellas hubo alguna
    que, con las manos de la nave asida,
    la aguija con la una
    y con la otra tendida
    a las demás que lleguen las convida.


    Ya pasa del Egeo,
    y vuela por el Jonio; atrás ya deja
    el puerto Lilibeo;
    de Córcega se aleja
    y por llegar al nuestro mar se aqueja.


    Esfuerza, viento, esfuerza;
    hinche la santa vela, enviste en popa;
    el curso haz que no tuerza,
    do Abila casi topa
    con Calpe, hasta llegar al fin de Europa.


    Y tú, España, segura
    del mal y cautiverio que te espera,
    con fe y voluntad pura
    ocupa la ribera:
    recebirás tu guarda verdadera;


    que tiempo será cuando,
    de innumerables huestes rodeada,
    del cetro real y mando
    te verás derrocada,
    en sangre, en llanto y en dolor bañada.


    De hacia el Mediodía
    oye que ya la voz amarga suena;
    la mar de Berbería
    de flotas veo llena;
    hierve la costa en gente, en sol la arena;


    con voluntad conforme
    las proas contra ti se dan al viento,
    y con clamor deforme
    de pavoroso acento
    avivan de remar el movimiento;


    y la infernal Meguera,
    la frente de ponzoña coronada,
    guía la delantera
    de la morisca armada,
    de fuego, de furor, de muerte armada.


    Cielos, so cuyo amparo
    España está: ¡merced en tanta afrenta!
    Si ya este suelo caro
    os fue, nunca consienta
    vuestra piedad que mal tan crudo sienta.


    Mas, ¡ay!, que la sentencia
    en tabla de diamante está esculpida;
    del Godo la potencia
    por el suelo caída,
    España en breve tiempo es destruida.


    ¿Cuál río caudaloso,
    que los opuestos muelles ha rompido
    con sonido espantoso,
    por los campos tendido
    tan, presto y tan feroz jamás se vido?


    Mas cese el triste llanto,
    recobre el Español su bravo pecho;
    que ya el Apóstol santo,
    un otro Marte hecho,
    del cielo viene a dalle su derecho:


    vesle de limpio acero
    cercado, y con espada relumbrante;
    como rayo, ligero,
    cuanto le va delante
    destroza y desbarata en un instante;


    de grave espanto herido,
    los rayos de su vista no sostiene
    el Moro descreído;
    por valiente se tiene
    cualquier que para huir ánimo tiene.


    Huye, si puedes tanto;
    huye, mas por demás, que no hay huida;
    bebe dolor y llanto
    por la mesma medida
    con que ya España fue de ti medida.


    Como león hambriento,
    sigue, teñida en sangre espada y mano,
    de más sangre sediento,
    al Moro que huye en vano;
    de muertos queda lleno el monte, el llano.


    ¡Oh gloria, oh gran prez nuestra,
    escudo fiel, oh celestial guerrero!
    vencido ya se muestra
    el Africano fiero
    por ti, tan orgulloso de primero;


    por ti del vituperio,
    por ti de la afrentosa servidumbre
    y triste cautiverio
    libres, en clara lumbre
    y de la gloria estamos en la cumbre.


    Siempre venció tu espada,
    o fuese de tu mano poderosa,
    o fuese meneada
    de aquella generosa,
    que sigue tu milicia religiosa.


    [Las enemigas haces
    no sufren de tu nombre el apellido;
    con sólo aquesto haces
    que el Español oído
    sea, y de un polo a otro tan temido.]


    De tu virtud divina
    la fama, que resuena en toda parte,
    siquiera sea vecina,
    siquiera más se aparte,
    a la gente conduce a visitarte.


    El áspero camino
    vence con devoción, y al fin te adora
    el Franco, el peregrino
    que Libia descolora,
    el que en Poniente, el que en Levante mora.


    --..--


    Fuentes:


    http://www.los-poetas.com/f/biofrayluis.htm
    http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/leon_fray_luis.htm
    http://www.poemas-del-alma.com/fray-luis-de-leon-oda-xx---a-santiago.htm
     
    #1

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