Frío profundo.

Esta ha sido una desdicha escrita en mis días sin reflexión. He equivocado tanto el paso, que creo que la redención es un fracaso a tanta urgencia que tengo de que pueda alguien verme desde estas letras. Desde esta alma sola que yace muriendo en un sótano profundo y frío.

Me trajeron hasta aquí, no sé por qué razón, pero estaban asustados y debían moverme rápido. Cubrieron pues mi cabeza con un manto, me amarraron de pies y manos. Y llevándome cargada, me transportaron bastante tiempo por alguna carretera destapada; lo digo porque las llantas del carro, pisaban las piedras pequeñas del suelo y yo las podía percibir sensiblemente. Alguien me sostenía fuertemente el brazo izquierdo, el cual, me estaba lastimando mucho. Tiempo después colocaron algo en mi cabeza, sé que era algo metálico y el vehículo procedió a detenerse.

Dos hombres, me llevaron como un costal hasta un sitio muy frío, hasta que sentí que me inyectaron algo me hizo dormir, no sé por cuanto tiempo o días, y, al despertar, estaba en suelo y no podía ver nada, pues una gran oscuridad me rodeaba, ni las manos podía verme, solo sentir la pered y el suelo helado. Pensé: ¿es esta acaso la muerte ya?, ¿es esto morir? Yo me sentía tibia así que no estaba muerta. ¡No estaba muerta!, no, no lo estaba.

Caminé ciegamente por este cuarto y pude percibir que es grande y tenía como unas mesas con rodajas pues, se podían mover, y encima, unos paquete muy grande con algo dentro. Me tropecé varias veces como con dos o tres de esas mesas y sus paquetes pesados. Al caminar, creo que a la octava vuelta, tropecé con el pequeño portátil con el que estoy escribiendo el cual estaba en el suelo. Así que atientas logré encenderlo y cuando lo logré, no estaba lo suficientemente cargado así que la poca energía que quedaba la aproveché para mirar el lugar con la luz de la pantalla...

Aquí es horrible...

Es muy espantoso estar aquí.

Traté de iluminar hacia las mesas y allí estaban los grandes paquetes plásticos. Acerqué la luz para mirar y eran cadáveres...todos en bolsas grandes. Cuando vi al primero, se me salió de las manos el portátil del susto y lo dejé caer al suelo. como pude y arrastrándome lo más rápido que pude me alejé con un susto enorme y el pc empezó a apagarse. ¡Dios mío! no quiero estar aquí. Luego, la oscuridad me volvió a cubrir y sentí más frío. Me quedé quieta, muy, muy quieta, hasta ahora que logré encender el equipo y pude escribir.

No tengo noción del tiempo. No sé si es día o noche... No sé dónde estoy.

 

Me impactan tus palabras, tan vacías de amor y repletas de dolor, tan sublime como el viento y violento como el mar.

 

gracias seño adriana.............un beso................Clari