funerales

El viento le susurra a mi cuerpo, dice la ustendad del viejo dormido, el es el dueño de tu alma, profeta de destierros elocuentes sin augurio mas las penumbras serán el camino labrado con sangre de manos desgarradas en el espíritu, invoca tu orixa para oxigenar las virtudes del caballero que no llevamos, por que tan solo son las manos que tapan el atardecer frente al destino, que limitamos a cumplir dentro de la orden que manda la que nos da de comer al alma caída y sin desenfreno limitante, el frío hace cubrir mis manos la manta del calor refrigerante se muestra la cúspide del infinito, todas las miradas de los que bailan en el limbo ofrecen las historias de lo complejo de su despidida.
Miro mi distancia que he tenido en mi pasado oscuro por la descripción de puntas agudas u orbitas gravitacionales que halan mi ser a la estancia terrenal definiendo las mascaras como antifaces despiertos queriendo entrar a mis explícitas neuronas.