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Giros del destino...

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Almendra_135, 2 de Febrero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 547

  1. Almendra_135

    Almendra_135 Poeta recién llegado

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    16 de Marzo de 2008
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    Género:
    Mujer
    Capitulo I

    Giovanni Paolo D’Angelo era un hombre atractivo de treinta y tantos años, que sobrepasaba el metro ochenta, de contextura atlética y de cabellos rubios, su mirada en tonos verdes reflejaba una dureza que escondía su tristeza ante la sentencia de divorcio:

    Por las razones aquí expuestas en este tribunal- señalaba el juez- se declara a lugar la solicitud de divorcio formulada por los ciudadanos Giovanni Paolo D’Angelo y Noemi Patricia Salazar. En consecuencia se declara disuelto el vínculo conyugal que existía entre ellos, queda certificado en el lugar y fechas indicadas,
    De su unión procrearon 2 hijos, de los cuales se omiten nombres o información que los identifique, por lo cual, se ratifica el acuerdo entre ambas partes….
    Los hijos quedaran bajo responsabilidad de la madre hasta la mayoría de la edad
    Se fija una cantidad cada mes que el padre se comprometió a cumplir
    Así mismo los padres respetando este acuerdo pasaran días alternos con sus hijos

    Liquídese la comunidad conyugal

    Publíquese y regístrese


    Paolo, como era conocido entre los suyos, nunca quiso repetir la historia de sus padres, cuando firmo el final de su historia, quiso ver un gesto de arrepentimiento en su ex esposa Noemi pero ella siempre con su arrogancia tan característica no mostró ninguna emoción.

    Al subir al auto, lo acompañaba su abogado y amigo de toda la vida, Romeo:

    - Al fin eres un hombre libre- dijo Romeo, esbozando una sonrisa.
    - No me felicites, dame el pésame- con esa voz ronca y profunda que caracterizaba a Paolo.
    - Habrán otros lugares, mujeres de todas las formas, gustos, colores….
    - Me vas a dar consejo cuando no tienes la necesidad de andar buscando. Cuando tengas algo que aconsejar, intenta por lo menos estar en la misma situación.

    Al dejar a su amigo Romeo, observo cuando Yolanda le abría la puerta y recibía aquel abrazo. No dejar de pensar en la buena suerte de su amigo.

    Luego de este momento, se hizo un largo silencio hasta llegar al cual seria su nuevo hogar.

    Se aferro con fuerza al volante y siguió su camino. Ojala hubiese podido dar marcha atrás como al conducir, sobre las advertencias sobre su ya ahora ex esposa.

    Al llegar al que fue su antiguo hogar, lanzo su chaqueta y soltó su corbata. Intento relajarse abandonando su cuerpo en el sofá y en su mano derecha un vaso de whisky escocés. Sintió como su sabor intenso le quemaba la rabia y en cada gota las lagrimas de su alma.

    - Fracase o fui muy ciego para aceptar lo que pasaba- bebiendo a sorbos lentos- di lo mejor de mi y no tuve apoyo cuando mas necesitaba de ella.


    Paolo había perdido su exitoso trabajo en bienes raíces cuando llego la gran crisis y la empresa se fue a la quiebra por las bajas ventas. Recordaba aquel día en que se encontraba derrotado, era la primera vez en años que quedaba desempleado y fue a buscar el apoyo de su mujer:

    - Me despidieron Noemi – musito con tristeza- pero buscare algo, ya he colocado varios curriculums en varios sitios pero todo esta ocupado. Tendré que volver al negocio familiar.
    - Yo contaba contigo para cambiar de auto pero me tocara mantenerte- lo dijo delante de el con los brazos cruzados.
    - No te estoy pidiendo caridad, nunca te he faltado en cualquier capricho- trato Paolo de contener la fuerza de su voz.
    - No viviré de tu madre, escoge entre ella y yo, vas a obligarme a soportar a alguien que me detesta.
    - Estoy ofreciendo algo temporal para nuestra familia y tu solo piensas en lo que a ti te conviene.

    Paolo recordó aquellos comentarios que llegaban de sus amistades, Noemi había llegado a la coordinación de literatura por sus habilidades amorosas, el la defendió pensando que eran solo habladurías de la gente envidiosa ante el talento y belleza de su mujer. Una morena como ninguna otra.

    Habían tenido dos hijos, Ricardo y Ana, de 7 y 5 años respectivamente. Ellos presenciaban sus constantes peleas.

    - Papito, ¿Por qué gritan tanto?- decía Ana asustada
    - Lo siento nena, a veces papa y mama no se entienden- y abrazaba a su hija.
    - Prométeme que nunca le pegaras- le dijo su hijo Ricardo.

    El nunca le haría daño a la mujer que amaba y a ninguna otra, pero quien le hubiese dicho que esta situación se haría insostenible. Recordó las constantes peleas de sus padres y se prometió a si mismo que no le pasaría lo mismo cuando formara a su familia.
    Trataba en lo posible que la intransigencia de su mujer con sus sueños de riqueza, que le colmaban la paciencia.

    - volverás al regazo materno para que nos mantenga, administrador- decía Noemi, con ese tono de voz que usaba para la ironía.
    - Tú también fuiste una mantenida cuando trabajaste en el negocio de tu familia haciendo de maniquí en el mostrador. Si bien a ti te gustaba ser de adorno, yo siempre trabaje y luche por salir adelante en lo que me haya tocado desempeñar.
    - Si no hubiese sido por mi belleza, a la que tu llamas adorno, ni me desearías. Eres tan superficial, que nunca abandonarías el gimnasio. Eso ya no viene al caso, moriremos de hambre, porque no creo que mi tacaña suegra pueda darte un sueldo digno con beneficios.
    - Un sueldo que te traerá el pan a la mesa y no un carro para engrandecer tu vanidad. Que tacaña debió ser tu suegra que cuando ibas a arreglarte no te cobraba nada.
    - A cualquier mujer defiendes menos a tu amada esposa
    - Tú también podrías colaborar conmigo con tu grandioso sueldo de la universidad y llevar las cosas en paz por el bien de tus hijos pero como si no te interesan. Solo tengo una palabra para ti… divorcio.
    - Como quieras, ya no puedes darme lo que pido.

    Salio de la habitación y cerro la puerta con fuerza, no podía esconder su indignación, rabia y dolor por la actitud egoísta de su mujer, si las palabras mataran…sintió en las de su mujer veneno punzando en el corazón.

    Recordó su juramento en las buenas y en las malas, sin embargo, esto no logro salvar la falta comunicación y entendimiento de su matrimonio. Su mujer siempre quería más… ser la más bella, la más arreglada, la más inteligente, la más admirada. Solo pensaba en su propio bienestar.

    Todos estos recuerdos eran blancos y negros de aquel amor cuyo interés pudo más que el amor que le tenía. Que hoy de una firma murió como el vaso de whisky derramado en el piso.

    Al ver a su hijo en aquel aspecto, doña Marina cerro la puerta de la sala y se sentó con el. Aun era bella, a sus sesenta, rubia y con sus lentes de pasta blanco.

    - La mayor riqueza de la mujer es su reputación, llámame vieja anticuada pero es la verdad. No se porque tienen tanta suerte este tipo de mujer. Las buenas para conseguir algo decente se nos pasa toda la vida.- se podía percibir en su voz dulce un ligero acento italiano
    - No sabes que nadie cuando se equivoca y fue advertido no quiere escuchar el te lo dije.
    - No creas que no me siento triste por haber repetido mi historia, estas son las consecuencias de dejarse arrastrar por la pasión.
    - No nombres a ese señor, yo no abandone a mi familia. Hice todo lo posible y no funciono.
    - Ahora, ¿Qué piensas hacer con tu vida? Puedes ir a Italia a trabajar en el negocio de tu tío Ricardo por unos meses.
    - Quiero trabajar en tu negocio, no puedo dejar a mis hijos con esa mujer sin saber que haría con el dinero de esa cuenta. Fui a varias entrevistas pero no me sentare a esperar a que me llamen. Necesito un trabajo como sea.
    - Bienvenido seas, necesitare un incentivo masculino y atractivo para mi clientela femenina, ya no me sentiré sola en esta casa tan grande.

    Era una casa de dos pisos al este de la ciudad, su padre. Su madre había sacado a su familia adelante a través de su salón de belleza.
    Parte de su juventud había trabajado allí recibiendo a los clientes para poder pagar su universidad, hasta que logro un trabajo en el departamento de administración de una reconocida firma de tintes.

    Este trabajo que para muchos consideraban raro, era las puertas de consagración al mundo femenino. Recordó a aquella mujer de cabello rizado, quien por su buen trato, se acerco a el contándole la historia de su vida cuando se sintió abandonada por su marido y se refugio en sus brazos. Esa fue su primera vez.

    - Este es mi castigo por vivir coqueteando con mujeres ajenas- suspiro con tristeza.

    Aquello fue breve pero intenso pero todo lo que comienza prohibido, termina por desgastarse. No fue realmente doloroso, ya que sabia que cada quien se iría por su lado. Hoy se sentía nostálgico, por volver a lo que formaba parte de su pasado y dejar atrás lo que debía ser su futuro.

    - Saldré adelante pese a todo y tu Noemi, algún día te arrepentirás de esta gran injusticia contra lo que más amaste.



    En otro lado de la ciudad se encontraba con Leo D’Angelo sentado en su oficina con su abogado.

    - Hoy firmaron la sentencia de divorcio- dijo Romeo, cuyo amigo desconocía de este cliente.
    - Perfecto, podemos llevar a cabo mi plan. El hijo heredo los gustos de su padre pero supo corregir el error a tiempo, no como este viejo tonto.
    - No diga eso, Don Leo aun esta a tiempo para regresar y reconciliarse con su hijo.
    - El me odia profundamente, lo abandone a el y a su madre. Durante años contrate detectives para que siguieran sus pasos y estuve detrás de muchas oportunidades de trabajo. Lo apoye en silencio. Tu padre investigo todo y se que tu muchacho sabrás como hacerlo.
    - ¿Por qué cambio de parecer? Descubrió algo de su esposa.
    - No puedo separarme, soy viejo para el arrepentimiento. Debo seguir casado sino sospecharían de mis deseos. Mi ex esposa decía que tenia consecuencias nefastas dejarse llevar por la pasión. Era una mujer mucho mas joven que yo pero más sabía. Aun sigue siendo hermosa.
    - Ahora puede comentarme de sus planes.
    - Quiero redactar mi testamento, ya se que me miraras con sorpresa pero trabaje tanto en la vida para que lo disfrute alguien que no es nada mío. Mi actual esposa no pudo darme hijos, lo único que tiene es una hija que vive en otro país. ¿Crees que eso es justo para alguien que tiene dos nietos que no puede abrazar?
    - Cuénteme, ¿en que puedo ayudarlo para hacer esto posible?
    - Quiero que investigues sobre las cuentas de Marina y de mi hijo, me entere que después de veinte años el salón sigue siendo alquilado y de ser así, me comunicaras al banco para ser su aval. Esto deben desconocerlo por completo.

    Y así fue larga la noche, conociendo detalles de un hombre que anhelaba perdonarse a si mismo…



     
    #1

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