Gotas de soledad

El día cae como gotas de soledad, con el rocío de un amor acuñado con distancia y dolor. Mis pasos se ajustan a las baldosas de una habitación añeja, se quebrantan con los suspiros de la soledad. Suelen dormir los girasoles, que planté hace ya varios meses, en los brazos de una rosa que florece con las caricias de un beso tímido. Me cuesta admirar el alma del suéter que me cobija ahora y que se anima aún con el alma raída. Los pies descalzos crujen con dolor, les cuesta respirar el aroma de tu piel. Una lagartija verde admira inquieta mis carnes pálidas, los ojos cansinos y mi andar paulatino.

Una carraspera interrumpe el idilio de un par de moscas que se acariciaban en la boca de una tasa de piel quebradiza. Nadie se asoma al umbral de la habitación añeja, nadie respira en derredor, sólo una rata enclenque chilla por las noches en busca de un mendrugo para mal alimentarse. Se enfunda con el dolor los pensamientos nonatos de la lagartija verde que se ha refugiado en las manos de los girasoles y en el alma de la rosa que florece con las caricias de un beso tímido.

Me recupero de un suspiro doloroso que apagaba la voz de mis pensamientos absortos. Un hilo de cordura me hace divagar en ella, la mujer de incontables girasoles, de lunas prósperas, de imanes celestiales, caudal de pasión desbordada: <<Las manos se escurren en la piel de tus caricias. No sé dónde encontrarte para ir desahogar mis ganas. Los soles dicen que no importa el lugar dónde te encuentres, siempre viviré en tu libido, en los escondrijos del placer, cerca de los gemidos apagados, a un lado del dolor de la distancia. Mira este cuerpo endeble que cansino se marcha, los lunares que adornan su sombra se desgastan con el tiempo detenido en los labios. Deja la tempestad de la soledad marchitarse en la última caricia que profirió tu recuerdo a mi pecho; déjame amarte toda…>>

Cierro los ojos para despertar en la tesitura de una voz femenina, un aroma de azahares cautivos, la piel encendida de un manantial de sudores. La noche cae como gotas de soledad, la lagartija verde lame las comisuras de mi boca, la rata husmea en el puño cerrado de mi mano izquierda; las baldosas me cobijan y los girasoles y la rosa se han marchitado junto a mí.

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