Guerra de amor

GUERRA DE AMOR

Esta guerra de amor
que contra mí mantienes
mantequilla deslizándose
con palabras en mi piel,
no son sino espadas desnudas
que me hieren,
que me abrasan…
Y mientras,
voy durmiendo de muerte.
Y no te pienso,
mas te medito.

No te saboreo más te digiero.
No te mato de amor en un segundo,
cada segundo de amor contigo.
Y no deseo tocarte solo en caricias,
sino penetrar tus oídos,
acariciando tus pensamientos ocultos.

Recorreré todos tus senderos...
los ocultos y los conocidos,
los señalados y los prohibidos,
los de antaño y los nacidos,
llegando a tu fortaleza,
asaltando tus almenas,
penetrando tus entradas,
alcanzado desde tus aspilleras.
Todo ello para descubrir que,
en esta guerra silenciosa,
no hay vencedores ni vencidos.
Solo cuerpos desgastados
en pasiones anheladas
y recuerdos desgarrados.

Llenaré tu lecho de flores
con aroma de otoños soñados,
mezclado con primaveras enterradas
y veranos que, ardientes, siguen en la piel,
antes que nos alcance
el invierno de nuestros huesos...



Aramis Daram

 

Gracias por tu fiel y sentido comentario, Maramin.

PD. Disculpa por poner el título en mayúscula. Fue un despiste. Gracias por editarlo

 

No sé porque se me han quedado estos versos entonces los destaco.
Muy pero muy bello su poema, ha sido un placer leerle,
Abrazos de colores en la distancia,

 

Hay que firmar un armisticio antes que los huesos queden en las trincheras.
Me encantó este poema de amor y guerra con el sentir por bandera.
Un abrazo, Aramis.

 

Una guerra donde el amor debe pactarse en la idea de ganar ganar en
ambas partes, sentidas letras que se disfrutan en mi hermosa mañana
de estar aquí. Gracias por tu compartir poeta!!
Besitos apretados en tus mejillas.

 

Posiblemente porque sueño, muerte, meditación y amor suelen ir de la mano en la imaginería de nuestros deseos más ocultos, Guadalupe.
El placer ha sido mío cuando me leíste haciéndome parte de ti en el musitar de tus labios.
Abrazos desde la misma distancia, aún en blanco y negro

 

gracias por tus sinceros comentarios, Vicent.
En ocasiones ya no quedan manos que firmen armisticios, ni corazones que siga latiendo en las trincheras. Tan solo cuerpos desvencijados, enredados en las alambradas y devorados por los cuervos.
Un abrazo.

 

Así debiera ser, Anamer.
Pero al final de la guerra terminas por descubrir que no quedan ni vencedores ni vencidos sino almas desgarradas en el campo de batalla del amor.
Me alegró saber que fui parte de esa hermosa mañana tuya.
Besitos recibidos y regresados para ti.