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"HABLA AHORA O CALLA PARA SIEMPRE" (cuento corto,

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Poetacandente, 25 de Agosto de 2005. Respuestas: 1 | Visitas: 5202

  1. Poetacandente

    Poetacandente Poeta asiduo al portal

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    5 de Mayo de 2005
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    <>“Habla ahora o calla para siempre” fueron las últimas palabras que dijo Diego a Martín en aquel Jueves, en una de esas clásicas confesiones que se hacen entre amigos. Aparentemente, Diego descubrió que Martín le ocultaba algo que no fue capaz de confesar y luego de una fuerte discusión entre ambos, según Diego, Martín se enojó. Por tanto, se ausentó de la casa de los muchachos por unos días. En el hogar vivía un grupo de muchachos universitarios: Martín, Juan, Daniel, Sebastián, Ángel, Maximiliano y Diego. En los últimos días Martín se ausentó y Diego dijo que no regresaba porque no quería.

    <>Al viernes siguiente sonó, estruendosa, la puerta del auto en el garaje. Martín, de mal humor, bajó del carro maldiciendo entre dientes gangosamente y, ya dirigido hacia la puerta de la casa, acorraló su furia contra ésta y la abrió de un rápido puntapié. Los muchachos, que cenaban, lo observaron con mutismo. Con ese silencio que se parapeta, ante la situación, entre la duda. Esperaron a que se tranquilizara. Martín se paró frente a la mesa de la cena.

    - ¿Qué te pasa, Martín? - dijo Daniel. Pero sólo consiguió que gangrenase una rojiza y colérica hiedra en los ojos de Martín, que ya tensaba el atascado gatillo en la demoníaca mira vil de su intuitivo insulto.

    <>No era tiempo de calmarlo y ni siquiera de hablarle. Algo lo había enfurecido, lo cual lo convertía en una mala compañía.
    <>Todos, menos Martín, se reunieron para hablar de la situación. Se encerraron en la habitación y comenzaron a debatir “mientras él no se encontraba”, pues “había salido”. Pero, en realidad, posó su oreja sobre la madera nudosa de la puerta de su habitación mientras los muchachos hablaban de él, y así permaneció inmóvil, con la mandíbula a punto de colapsar de tiesa, los dedos nerviosos y arqueados como las patas de una tarántula muerta y los ojos ya desorbitándose de la ira, sobresaltando de la llanura de su frente como un pico nublado por una nube de maldiciones. Escuchó algunas de las opiniones de Diego y se enfureció increíblemente. Procedió a escribir una nota, la cual, rápidamente deslizó por debajo de la puerta de la habitación y se marchó. Los muchachos notaron que en la puerta del cuarto se deslizó un papel, y lo leyeron. Éste decía: “Me las vas a pagar, imbécil. Sabés bien que a vos te dirijo esta nota. Otario mentiroso”. Los muchachos enlazaron rápido sus pellejos, con una telaraña de miradas amenazantes entre sí. Diego se puso nervioso y afirmó que lo único que podría haberle ocasionado un disgusto, es su descubrimiento acerca de algo que Martín supuestamente le ocultó, relacionado con su mujer. – voy a dormir – dijo Diego, haciéndose el desentendido, confundido y enojado.

    <>Al día siguiente, al anochecer, descubrieron a Diego cuando empacaba sus maletas y se preparaba para marcharse.

    - No te irás hasta decirnos qué demonios pasa con Martín. – dijo Sebastián, en tono amenazador.

    - Debería haberlo matado. – dijo con toda su cara, que cambió en una noche, de amigo a asesino - .Él mismo siempre supo cuántas veces y cuándo mi mujer me engañó. Jamás me lo dijo. Supuestamente yo soy su amigo. Bah, qué demonios... deben fumigarse sabandijas como tales. Se lo he dicho...: “habla ahora o calla para siempre”. Y no quiso hacerme caso. Pensé que iba a desaparecerse, por lo cobarde que es. Pensé que iba a tenerme miedo y que ni siquiera iba a denunciarme, ni dirigirme su patética mirada – dijo, aunque no pretendió dar más información al respecto.

    <>Sebastián intentó retenerlo, para que no salga de la habitación, pero en cuanto posó su mano sobre su pecho, Diego sacó de sus maletas una escopeta recortada siciliana y le voló hasta el último seso. Se había vuelto insano, con un instinto de supervivencia asesino, al cual el miedo y los nervios lo consumían de temblores finos y sudores fríos, con cara de maniático, casi a punto de sufrir un ataque de epilepsia.
    <>En ese instante, cuando todos los muchachos, menos Diego, salieron corriendo de la casa, Martín llegaba justo y giró agudamente la perilla rechinante de la puerta. Entró con premeditación. Entró junto con esa mortal aura de miedo y terror que se apoderaba lentamente de las habitaciones, escoltando cada uno de los ecos casi de ultratumba que resonaban en cortejo con sus pasos estruendosos... Se oyeron unos gritos que no eran más armoniosos que los de los propios grillos, y acaso bizarros, como quien expulsa un grito proveniente del infierno. Ángel espiaba detrás de los árboles del lado de afuera del porche, cuando Martín salió de la casa, con cara de satánica satisfacción. Ángel desenvolvió el revólver calibre 45 (“águila del desierto”), apuntó a Martín orando una frase, dejando resbalar una molesta lágrima de orgullo y le dio muerte. Una muerte rápida. Martín murió sonriendo y con la boca abierta, de manera que Ángel pudo descubrir que le faltaba su lengua. – Maldito hijo tu madre... con razón no querías hablar y sólo te mostrabas enfurecido... ¿¡quién carajo te hizo eso!?

    <>Al día siguiente, Diego amaneció desmayado, sin su lengua, y con un escrito siniestro de sangre en su espalda, que decía: “bastardo, pagaste con la misma moneda, sí, aún recuerdo aquel jueves a la noche... habla ahora o calla para siempre”.
     
    #1
  2. ROSA

    ROSA Invitado

    Destacar el titulo con florituras, signos, separación de letras o con algo que no sea su mero contenido correcto literario (Requiere reiteración)
    EQUIPO DE MODERACIÓN
    ROSA

     
    #2

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