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Harby

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 11 de Noviembre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 775

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    David Mayo acarició su cuchillo con todo el cariño que podría desear una mujer, recorrió su afilada hoja con la punta de sus yemas presionando poco a poco hasta que una gota de sangre brotó de un pequeño corte. Una sonrisa apareció en sus labios mientras lamía la sangre con placer y hacía caso omiso de un gemido a sus espaldas. Luego, se giró y dio un paso hacía las sombras que ocultaban el fondo del cuarto mirando hacía la oscuridad, había una pequeña lámpara encendida sobre una mesita a su izquierda justo a la entrada pero su luz no llegaba a penetrar hasta el fondo de la habitación, con lo cual esa zona estaba en total oscuridad. Pero a David Mayo no le importó ya había dejado de jugar y estaba cansado, se acercó a una estantería donde guardaba sus juguetes, dejó allí el cuchillo y sus dedos se vieron atraídos por el flexible látigo rematado en seis púas, su favorito, lo acarició y la excitación volvió a renacer en él, quizás, aún tenía tiempo para un poco más. Su sonrisa se acentuó mientras agarraba el látigo y daba un veloz latigazo al aire, sí, aún tenía tiempo y una demencial carcajada llenó la habitación.

    Cristina Suárez, asistenta del Sr. Mayo acercó el oído a la puerta del sótano, otra vez creyó oír algo que se movía ahí abajo, estaba segura, no era su imaginación. La puerta estaba siempre cerrada con llave y el Sr. Mayo no permitía que limpiará esa parte de la casa, algo que le hacía sentir curiosidad sobre lo que había allí abajo. Con resignación se alejó de aquella puerta y siguió limpiando, muchas veces se había preguntado porque seguía aún trabajando en aquella horrible casa. El Sr. Mayo era un reputado y famoso guionista de películas de terror, rico, bien parecido, de pelo rubio y con unos impresionantes ojos azules que encandilaban a cualquier mujercita. Ya había conocido a varias, siempre las encontraba aún durmiendo en la cama del Señor cuando éste ya se había marchado. Era ella la responsable de enseñarles la salida, el Sr. Mayo así se lo había hecho entender, odiaba las despedidas, pero lo que más odiaba era tener que volver a ver a la misma chica más de dos veces, por eso ninguna regresaba a la casa una segunda vez. Pero eso no era lo peor, lo peor era ver la horrible y desagradable decoración de la casa, la señora Suárez sospechaba que el Señor necesitaba ese tipo de estímulos para poder desarrollar su trabajo de escritor. Había una habitación en particular, que ella detestaba, llena de estanterías con vitrinas en las que se podían ver una impresionante colección de repugnantes “cosas”, como las llamaba ella. Cosas que provocaban que apretara con la mano el crucifijo que escondía bajo su blusa, al Señor no le gustaban los crucifijos, otra mala señal. Cuando cruzaba por ese cuarto un miedo irracional se apoderaba de ella e inconscientemente se ponía de puntillas y apresuraba el paso, dando gracias a Dios por haber salido de él. Cuando la Sra. Suárez salió de la casa cerró la puerta con llave y miró el reloj, eran las 13:30, había terminado por hoy y deseaba llegar a casa para ver a sus hijos, siempre se sentía así después de haber limpiado la casa del Sr. Mayo. Un estremecimiento recorrió su espalda cuando miró la casa, no sabía lo que hacía solo el Sr. Mayo durante los fines de semana, pero ella estaba segura de que no aguantaría sola en esa casa un día entero, para ella trabajar dos horas era más que suficiente.

    El Seat Córdoba metalizado circulaba a gran velocidad por la Av. de Montevideo en dirección a la Plaza de Infantes, el conductor iba ligeramente bebido y colocado pero no tanto como la escultural acompañante del asiento de al lado. María Cortina una hermosa universitaria de la Facultad de Empresariales que había conocido hacía unas semanas en el conocido antro Picadini Show, 23 años, metro ochenta, pelo rubio, ojos castaños, atlética, con generosas tetas y unas piernas de escándalo. Por supuesto, ya se la había llevado a su casa en una ocasión anterior, pero esta vez quería presentarle a Harby. Este pensamiento le hizo sonreír y le excitó tanto que le provocó una erección. La chica iba soltando gilipolleces de lo impresionada que estaba por conocer a una celebridad como él, le adulaba contándole que era una gran admiradora suya y que no se había perdido ninguna de sus películas. David Mayo le respondía que sólo era un simple guionista, al que pagaban bien y al que le gustaba su trabajo nada más. Pero en realidad a lo que andaba dando vueltas era saber como actuaría esta vez, tenía varias opciones y cuando se decidió por una le prometió una velada tan excitante que la recordaría el resto de su vida.

    María Cortina había bebido más de lo que las circunstancias recomendaban, se sentía un poco mareada y con un fuerte dolor de cabeza, no debería haber probado esas malditas pastillas, paseaba por la casa admirando las excentricidades de David. La casa, una lujosa mansión de más de 300 metros cuadrados, situada en Isla Cristina, la zona más exclusiva de la ciudad, tenía una decoración que dejaba mucho que desear. María suponía que eso era producto del trabajo de su propietario, los cuadros de las paredes representaban escenas de crímenes famosos, así como de los asesinos que los perpetraron, había una habitación en particular que le provocaba escalofríos, muñecos de cera, figurillas, ídolos antiguos, mascaras tribales, tarros, vasijas, animales disecados, cráneos y huesecillos de diversos tamaños y formas, David le llego a enseñar expuesto en una vitrina un horrible dedo disecado que dijo que perteneció a un brujo llamado Boagi. David la llamaba su pequeña colección, se la había enseñado la primera vez que estuvo allí y le había explicado que la había reunido con mucho esfuerzo después de muchos años viajando por el mundo. Sin mas dejó atrás la horrible colección y se encamino hacía el dormitorio seguida por David Mayo.

    A las 2:00 de la madrugada David Mayo bajo las escaleras del sótano trasportando su preciada carga, no quería despertarla aún, la depositó desnuda sobre el suelo en medio de la habitación justo dentro de un pentagrama con extraños símbolos que nadie salvo él y unos pocos iniciados sabrían interpretar. Observó el hermoso cuerpo de María Cortina y sintió el deseo de poseerla allí mismo sobre el símbolo sagrado, pero se contuvo debía seguir el ritual, cogió un pincel de punta fina y lo mojo sobre la paleta de colores que ya tenía preparada, luego empezó a escribir sobre los delicados pechos de la mujer, una pincelada aquí otra allá, tardó una hora completa en completar su obra, la mujer seguía dormida. Con una sonrisa se incorporó, contempló su obra y se sintió satisfecho y tremendamente excitado. Unos gemidos procedentes del fondo de la habitación lo sacaron de su ensoñación, Harby también estaba excitado.

    Un golpe, otro golpe, otro golpe... lentamente fue saliendo del extraño sueño que la poseía, pero cuando abrió los ojos, estos solo vieron oscuridad, sombras sin fin que no le permitían ver nada, ¿dónde estaba?, le dolía la cabeza, ¡haber, piensa!.Estaba tumbada sobre algo duro y frío, ¿el suelo?, estaba aterida casi congelada, hacía un frío que pelaba, ¡estaba desnuda! Y el olor era insoportable, olía a muerte. Se incorporo a medias e intento levantarse, paso sus manos por brazos y piernas intentando entrar en calor, algo la había despertado, un golpe, sí, ahí está, se repite. ¿Quién está ahí?, ¿David eres tú?, esto no tiene gracia. Nadie contesta, ¡David basta ya, no tiene gracia, enciende la luz!. En respuesta la luz se enciende, esto la sorprende y lanza un grito de dolor llevándose las manos a los ojos cegados, tarda varios minutos en volver a abrirlos. ¡Hijo de puta!, ¿qué crees que estas haciendo? Esto no es divertido, quiero marcharme a casa. Nadie contesta. Cuando abre los ojos descubre una pequeña bombilla situada en el techo que ilumina a su alrededor un pequeño circulo de aproximadamente unos 3 metros, el resto de la habitación permanece en las sombras. El rítmico golpe se sigue repitiendo esta justo enfrente de ella, pero no ve a que puede deberse, da un paso en esa dirección. El hijo de puta se esta divirtiendo a su costa, pero cuando lo coja comprobará como se las gasta María Cortina. Entonces, lo ve por primera vez, sus manos, sus brazos, sus pechos, sus piernas, ese maldito cabrón, están cubiertos de símbolos desconocidos y sobre el suelo hay dibujado un pentagrama con extraños símbolos como los de las películas de terror. Esto es demasiado, este tío esta enfermo, no pienso callarme lo voy a denunciar tan pronto salga de aquí. Y entonces cae en la cuenta, no sabe dónde esta, ¿y si no sale nunca de allí?, este tío está loco de atar, ¿hay alguien que sepa que estoy con este maníaco?. Entonces sí conoce el miedo, un pánico que hace que le tiemblen las piernas no ya por el frío, este tío está loco, este tío está loco y nadie sabe que estoy aquí. Toma una decisión, debe encontrar una salida, decidida da otro paso hacía las sombras, pero algo la detiene, un espeluznante sonido que pone sus pelos de punta y la deja paralizada, ahora se vuelve a repetir junto con el rítmico golpeteo, parecen cadenas, vienen de la misma dirección justo enfrente de ella y lo peor de todo es que parece muy pero que muy próximo. Su cuerpo empieza a temblar incontrolablemente, ese gemido es lo más terrorífico que ha oído en su vida, inconscientemente empieza a retroceder hacía el circulo de luz, siente un pánico que no la deja pensar. Tranquilízate, ese cabrón sólo juega contigo, tranquila, piensa, piensa, si no lo haces puede que no salgas de ésta.

    - Está hambriento, llevo semanas sin alimentarlo, debes entenderlo el pobre sólo tiene hambre. ¿Verdad, Harby?, ¿verdad que tienes hambre?. -Como respuesta un nuevo gemido se oye, quizás un poco más alto que los demás -.
    - David, ¿eres tú?, la voz proviene de la misma dirección pero situada un poco más a la izquierda, - ese cabrón se va a enterar -. Ya te has divertido suficiente.
    - ¿Eso crees?, lo mejor empieza ahora. Harby necesita comer y no hay nada más divertido que ver como Harby come. Te lo presentaré, debo ser educado.

    Al mismo tiempo la luz ilumina toda la habitación, dejando ver un cuarto oscuro sin ventanas, un sótano o una bodega, las escaleras estaban enfrente de ella, a su lado una mesilla con una pequeña lámpara y otra mesa más grande con una gran variedad de aparatos que fácilmente recordaban a los instrumentos de tortura de la Edad Media. David Mayo se hallaba frente a ella bloqueando el acceso a la escalera, con una radiante y siniestra sonrisa que dejaba ver la profunda satisfacción que sentía. Sus azules ojos brillaban con malevolencia, fijos en ella, duros como el hielo y siniestros, no parecían humanos. Pero María Cortina apenas se fijó en ello, presa del shock, sólo tenía ojos para el ser que se hallaba al lado de David Mayo, encadenado con gruesas cadenas, las manos y la garganta estaban sujetas por grilletes que lo mantenían pegado a la pared sin poder moverse. Dios mío, ¿qué demonios es eso?. Si antes apenas controlaba sus temblores, ahora estos se extendían por su cuerpo sin ningún control, sintió como sus dientes castañeaban, y su cuerpo temblaba como si tuviera un ataque epiléptico, había dado varios pasos atrás inconscientemente, pero lo que la sorprendió de verdad fue descubrir que hacía algún tiempo que estaba gritando, unos gritos como nunca hubiera pensado que saldrían de su boca, fue retrocediendo poco a poco. Dios mío, ¿dónde estoy metida?, ¿en el infierno?. Se obligo a calmarse mientras ponía el máximo espacio entre esa cosa y ella. Está encadenado, no puede hacerme daño, tranquila, piensa, no puede moverse, estás a salvo por el momento. Se obligó a calmarse, a dejar de gritar y a apartar la mirada de esa cosa para mirar a David. Estaba dentro de otro pentagrama más pequeño y sonreía malignamente, detrás de él estaban las escaleras y a su lado una mesa llena de herramientas que si era lista podía usar para defenderse. Debo pensar, debo pensar... ¡Hijo de puta, cabrón, te voy a matar! Se obligó a centrar toda su atención y su odio en David, mientras intentaba no mirar de reojo a ...esa... esa cosa o lo que sea. Se dio cuenta de algo que antes había pasado por alto había una caldera a su mano derecha, por lo poco que sabía parecía de gas. Pero eso no era todo, por el suelo descubrió restos humanos, huesos, ropas, incluso zapatos, y una enorme cantidad de lo que parecía sangre seca tanto por las paredes como por el suelo. No pudo evitarlo, arqueo la espalda y soltó todo lo que estaba reteniendo, se dobló sobre si misma dejándose caer de rodillas y sintió las lagrimas resbalar por su cara. Estaba perdida en manos de un lunático y un monstruo de pesadilla, ¿qué podía hacer?. Cuando dejó de vomitar tomó una decisión y lentamente se incorporó, seguía llorando.

    - Bien, ahora que ya os conocéis, es hora de...
    - ¿Qué es esa cosa?, ¿qué demonios es esa cosa?, ¿y qué estas haciendo David?
    - Veo que puedes hablar, es toda una sorpresa, eras la primera que lo hace. Las otras o se quedaban paralizadas por el shock o no paraban de gritar o sencillamente se desmayan, que desperdicio. Es una grata sorpresa será más excitante así. Si quieres saber quién es mi amigo, lo llamo Harby, se puede decir que es un regalo. Hace cinco años viajé a Brasil en busca de un nuevo artefacto para mi pequeña colección, me habían hablado de un chaman pakawu que vivía en una aldea perdida en lo más profundo del Amazonas y que seguía rindiendo culto a los ancestrales Dioses, en especial a Yog Sothoth. Tú no los conoces pero son los antiguos Dioses oscuros a los que nuestros ancestros rendían culto en una era anterior a la nuestra. Pasé con ese chaman tres años completos aprendiendo de él y cuando me dispuse a marchar él me regalo a Harby. Pero dejemos de hablar, Harby tiene hambre.

    Entonces vio el mando a distancia en la mano de ese loco, pero ya era demasiado tarde para actuar, un ruido de poleas llenó la habitación mientras las cadenas que sujetaban al monstruo empezaban a aflojarse, el monstruo seguía encadenado pero ahora podía moverse y paso a paso, lentamente empezó a acercarse a ella, solo tenía ojos para ella, si a dos cuencas vacías se podían llamar ojos. David parecía como si no existiera para esa cosa, a pesar de encontrarse apenas a un metro de él. El ser abrió la boca para mostrar una hilera de dientes podridos, mohosos que provocaron un chasquido al cerrarse de nuevo, una baba amarillenta se deslizaba por la comisura de sus labios goteando sobre el suelo mientras avanzaba. Los gemidos se habían vuelto más intensos y terroríficos ahora que se sentía libre y que sentía la presencia de un sabroso bocado, parecía hambriento. María seguía retrocediendo y eso no era bueno, dentro de poco la atraparía contra la pared y no tendría salida. Debía actuar de otra forma, una inesperada, la salida, las escaleras, tenía que alcanzarlas, pero esa cosa le impedía el paso y después estaba ese loco que parecía estar pasándolo en grande. Pero ese maldito... si ella caía se lo llevaría antes por delante. Reunió valor y dejo de retroceder, tenía una pequeña ventaja, la criatura arrastraba las gruesas y pesadas cadenas y parecía lenta en sus movimientos, si era lo suficientemente rápida... No tenía opción, dejó que se acercara y cuando la tuvo a dos metros de distancia avanzó hacía ella. Se preguntó si la criatura sería inteligente o sólo un mero muñeco sin mente. Supo la respuesta en el momento en que esquivó la repugnante zarpa que lanzó contra ella, en un hábil movimiento se agachó y rodó de lado superando al monstruo. Rápidamente se levantó y empezó a correr hacía las escaleras y hacía David Mayo que miraba la escena con los ojos como platos y la boca abierta. Antes de que pudiera reaccionar cogiendo el látigo que descansaba a su lado sobre la mesa, María Cortina saltó y le propinó una brutal patada en el pecho. David cayó hacía atrás fuera del pequeño pentagrama que antes ocupaba, todo pareció ir a cámara lenta por unos momentos, dos objetos salieron disparados de sus manos para estrellarse contra el suelo, uno era aquel dedo disecado que le había enseñado y otro el mando a distancia que activaba las cadenas. Un grito como jamás había oído se escuchó a las espaldas de María, el monstruo, Dios, tenía al monstruo encima, debería haber corrido por las escaleras cuando tuvo la ocasión, pero para su sorpresa el monstruo pasó a su lado como si no existiera. Se fijó que estaba dentro del pequeño pentagrama y aunque estaba aterrorizada y contenía la respiración, creyó que estaba a salvo, por el momento. Vio como el ser se dirigía hacía David Mayo, que empezaba a recuperarse de la tremenda patada voladora, éste la miró desde el suelo y sintió su odio como un golpe físico. De pronto reparó en Harby que se le acercaba lentamente y empezó a sudar, nervioso empezó a buscar algo, se dio cuenta que no lo tenía y entonces se fijo en los dos objetos que le habían caído. Estaban a menos de dos metros pero cada uno en un lado de la habitación, dudó y eso fue fatal para él, hizo un amago de acercarse para alcanzar el horrendo dedo disecado pero demasiado tarde. Harby ya estaba encima de él, intentó zafarse hacía un lado pero no fue lo suficientemente rápido, el golpe de María Cortina le había roto un par de costillas. El grito se prolongó lo que pareció una eternidad, penetrante y terrorífico, luego se oyeron los chasquidos y los desgarros de carne y huesos mientras el monstruo daba cuenta de ese mal nacido. María temblaba de pies a cabeza, aún estaba llorando mientras observaba la escena, apenas le quedaban fuerzas, estaba viviendo una terrible pesadilla y no sabía si algún día podría olvidarla, pero también se daba cuenta que ésta era su oportunidad. Por un momento pensó en recoger el mando a distancia para sujetar a ese monstruo, no se le ocurrió coger el dedo aunque estaba más cerca, ya que no sabía si servía para algo. Pero al final desistió lo mejor era huir y así como un rayo abandonó el pentagrama y corriendo subió por las escaleras, ni por un momento miró hacía atrás para ver si el monstruo la seguía, le era suficiente con escuchar los terribles sonidos de crujidos y chupeteos que le llegaban de allá abajo. La puerta del sótano no estaba cerrada y pudo salir, estaba en la mansión, cuando cerró la puerta detrás de ella sintió un profundo alivio y se tumbo a llorar sin control, estaba exhausta.

    El tiempo pasó, sin darse cuenta miró como el sol salía por una de las ventanas de la terraza, se levantó y empezó a pensar. No se sentía cómoda sabiendo que esa cosa estaba ahí abajo, entonces pensó en la caldera del gas y una sonrisa se dibujó en su rostro. Se obligó a ducharse para borrar la pintura de su cuerpo, buscó sus ropas y se vistió. Por fortuna David Mayo estaba muy orgulloso de su casa y se la había enseñado a fondo, estaba equipada con los últimos avances en domótica. Se acercó a la cocina, abrió el cuadro de mandos y ordenó el cierre hermético de persianas y puertas, dejando sólo la puerta principal abierta. Luego, abrió las válvulas de gas, un pitido de alarma empezó a sonar por toda la casa, no se preocupó, el maldito bastardo le había dicho que el sistema era nuevo y no había tenido tiempo de conectarlo a ninguna empresa de seguridad. Volvió a la cocina, allí encontró el mando de control del horno, eran las 6:45 de la mañana, lo programó para que se encendiera a las 7:15. Recogió sus cosas y salió de la casa.

    Mientras se alejaba de la casa aún temblaba y se dio cuenta que caminaba como si estuviera borracha, pero su rostro lucía una sonrisa. Maldito hijo de puta, ¿con quién pensaba que se la estaba jugando?, soy campeona regional en kickboxing y he practicado artes marciales desde los seis años, si no fuera porque ese engendro te hizo pedazos, yo misma lo hubiera hecho con mis propias manos.

    La noticia saltó a los medios a las 7:30, una tremenda explosión y un posterior incendio habían devastado la mansión del conocido guionista David Mayo. Investigaciones posteriores demostraron que la explosión se había debido a un escape de gas, oficialmente se hallaron dos cuerpos completamente destrozados entre los escombros, uno se determinó que era el del afamado guionista, del otro aún hoy en día se desconoce su identidad.
     
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