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Hasta aquí hemos llegado

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por remago, 16 de Mayo de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 1310

  1. remago

    remago Poeta recién llegado

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    -Hasta aquí hemos llegado, esta vez lo mato, lo mato...

    Su pie derecho tamborileaba espasmódicamente y Ana se dijo que talvez la tarea de extender manteca sobre la quemadura de su brazo resultaría menos chapucera conteniendo un poco su furia.
    Sin embargo era consciente del efecto lenitivo que en su dolor físico estaba ejerciendo la rabia, la adrenalina disparada.
    -Ya no lo aguanto más, se acicateó a sí misma. Con toda intención dirigió la mirada hacia los desgarros de su mejor vestido. -Lo puedo tirar, nada se puede hacer con estos andrajos; el muy cabrón, seguro que lo ha hecho con la idea expresa de arruinarme, precisamente, mi ropa preferida. La grasa extendida una y otra vez sobre la piel quemada le proporcionó, por último, cierto alivio. Y entonces fue cuando su ardiente mejilla exigió turno de atención y protagonismo.
    Se acercó al espejo del baño y al ver el monstruoso moratón que le cubría casi por entero la zona comprendida entre el párpado izquierdo y la comisura del labio quedó unos segundos petrificada, atónita.
    Finalmente rompió a gritar.
    -Te matoooooooooooooooooo...!!! Salió como una tromba al pasillo y le llamó,
    -Tom, ven aquí, voy a matarte...!!!
    Recorrió casi saltando la distancia hasta la sala comedor y allí, en efecto, estaba él.

    Sentado sobre sus cuartos traseros el cachorro la miraba; con la cabeza medio ladeada, profundísimas arrugas en la frente, ojos negros, redondos y profundos observándola con una innegable mezcla de inocencia y amor.

    Te odio, se dijo ella; no me vas a camelar. Recordó su rápida reacción cuando vió al aspirante a boxer enzarzado violentamente con su vestido en el cuarto de la plancha; revivió los segundos fatales en que, al abalanzarse hacia Tom, tropezaba con el cable de la plancha que había dejado calentándose unos minutos antes; sintió de nuevo el contacto del acero caliente en su brazo, seguido del golpe violento en su cara al aterrizar en el suelo.

    Miró a Tom con ojos llenos de odio.
    Y, ya en voz alta, le dijo fría y serenamente:- Te voy a matar, Tom. Ahora mismo.
    Se arrodilló junto a él y alargó los brazos hacia el cuello del cachorro.
    El cual levantó diligente una pata para ponerla sobre la mano derecha de Ana, al tiempo que giraba su cabeza hacia el techo como dando a entender que su gesta no tenía importancia.- Esto está chupao y hace tiempo que lo aprendí, parecía decir. Pero miró un instante hacia Ana con el rabillo del ojo:
    [SIZE=3]-¿Qué, lo hago bien, o no?[/SIZE]
    [FONT=Arial][SIZE=3] [/SIZE]
    [FONT=Arial][SIZE=3]-Cómo se ponen estas mujeres hipersensibles por un truco facilísimo que además ya se lo he hecho varias veces, pensó Tom, cuando Ana lo abrazó y unió, a la fuerza, su cabeza con la de ella.[/SIZE]
    [FONT=Arial][SIZE=3] [/SIZE]
    [FONT=Arial][SIZE=3]Y, ya que así estaban las cosas y no podía moverse, le largó dos lengüetazos en la nariz.[/SIZE]
    [FONT=Arial][SIZE=3] [/SIZE]
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    [FONT=Arial][SIZE=3] [/SIZE][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
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