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Hay vida en el inodoro

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Pierlewis, 23 de Mayo de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 311

  1. Pierlewis

    Pierlewis Poeta recién llegado

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    18 de Diciembre de 2012
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    Mujer
    Algo fuera de lo común ha sucedido en mi casa, más precisamente en mi baño, y más precisamente aún, en mi inodoro. Hoy cuando llegué a mi casa después de dos semanas de ausencia, me percaté de que extraños sonidos se escuchaban dentro del baño. Lo primero que pensé fue que un ladrón había entrado en mi departamento y se estaba escondiendo, esperando su oportunidad de hacer vaya a saber uno qué. Así que fui hasta mi habitación y tomé mi paraguas, con la intención de blandirlo como si de un arma letal se tratara. Entré estrepitosa y violentamente al baño, esto es, con los ojos cerrados y sacudiendo el paraguas como un enajenado. Sin embargo, para mi sorpresa el baño estaba vacío, pensé por un instante que mi imaginación me había jugado una mala pasada, pero ese pensamiento duró lo mismo que un relámpago, o un pedo en una bolsa. Imagínense mi estupor al percatarme que los sonidos que atribuía erróneamente a un malhechor, provenían de mi inodoro, ¿Qué clase de ladrón era tan audaz como para esconderse allí? Sin pensarlo dos veces increpé al malviviente, “sal de ahí, rata inmunda” le dije mientras levantaba la tapa del retrete. Una vez más me vi sorprendido. Dentro del inodoro había una pequeña ciudad repleta de lo que a primera vista parecían ser insectos, pero que en una inspección más detallada podían distinguirse claramente en su verdadera naturaleza, eran homúnculos. Dejé el paraguas tirado por ahí y me acerqué para inspeccionar con mayor detenimiento el extraño fenómeno. El pueblo ocupaba las paredes internas del retrete en toda su extensión, las pequeñas casas de los homúnculos se erigían majestuosas desafiando las leyes de gravedad, parecía una pared repleta de coral, en el agua había un equeño puerto, y enel centro de lo que para ellos debiera ser un lago, había un enorme sorete. Al verlo me llevé la mano a la frente y exclamé “me olvidé de tirar la cadena”. ¿Acaso aquel mundo fantástico y surrealista había surgido de un pedazo de mierda? Si ese era el caso, el acontecimiento podía ser catalogado, lisa y llanamente, como un milagro. Pensé que quizá debería llamar a la iglesia, pero en verdad no había ninguna mancha con la cara de un santo, o una estatua llorando sangre, ni siquiera el sorongo presentaba alguna similitud con alguna figura religiosa, todo lo contrario, parecía tener un par de cuernos, por lo que decidí bautizar a ese manantial de vida como “el cornudo”. Desechada la idea de llamar a las autoridades religiosas pensé en llamar a otras autoridades, las científicas. Sin dudas era un evento relevante para la ciencia, el surgimiento de vida inteligente a partir de un trozo de bosta debía de estar cabeza a cabeza con el descubrimiento de la teoría de la relatividad, ¡Benditas serendipias! Consideré esta opción con detenimiento, pero me vi obligado a desecharla porque temía que mi casa, e incluso yo mismo me convirtiera en un objeto de estudio no muy diferente de un ratón de laboratorio. Ahora se me presentaba un problema de menor relevancia, pero de mayor importancia a nivel personal, me habían dado ganas de llamar por teléfono. No me importaba mucho a quién llamar, así que tomé mi teléfono y llamé a lo bomberos, les dije que había un gran incendio y les proporcioné la primer dirección que se me vino a la mente, no satisfecho con tan solo una llamada volví a tomar mi celular y me comuniqué con la rotiseria, pedí una docena de empanadas de pollo porque de humita no tenían más.
    Una vez que terminé de comer volví a concentrarme en el inodoro, todavía estaba inseguro sobre cuál debía ser mi accionar. Recordé el dicho que dice que dos cabezas piensan mejor que una y durante algunas horas pensé cómo podía obtener una segunda cabeza pensante, por desgracia no pude arribar a una conclusión satisfactoria, por lo que decidí llamar a mi amigo Andrés que es un hombre bastante inteligente y tienen un dedo demás en el pie derecho, no será una segunda cabeza, pero ya es algo.
    Andrés llegó alrededor de las dos dela tarde, preparé café y durante unas cinco horas planteamos diferentes hipótesis sobre la posibilidad de producir la generación espontanea de una segunda cabeza, debo reconocer, con un poco de vergüenza, que no pudimos lograr ningún resultado. Rendido, fui hasta el baño y miré la pequeña gran ciudad de los homúnculos, ala que había dado el nombre de Cagadópolis porque se me antojaba similar a las ciudades-Estado Griegas. Lo llamé a Andrés para revelarle el secreto de mi inodoro, incluso utilicé esas palabras
    -Vení Andrés, quiero revelarte el secreto de mi inodoro -le dije.
    Andrés me miró algo confundido y después dijo con una mueca reprobatoria:
    -No hace falta, hay secretos que es mejor no conocer.
    -¡Vení! Tenés que ver esto, ¡Es algo fuera de este mundo!
    Él se acercó con displicencia y asomó la cabeza por sobre mi hombro derecho. Sus ojos se abrieron como un par de ojos sorprendidos, intentó hablar pero trastabilló,trató de recobrar la compostura, carraspeó y luego exclamó gravemente:
    -¡Apa! ¡Que cagadita, eh!
    Yo le indiqué que lo importante no era el cornudo, sino la ciudad-Estado de los homúnculos, llamada ahora“cagados unidos”, nombre que se me antojaba más solemne. Él inspeccionó con detenimiento el fenómeno y luego meditó en silencio durante un momento, finalmente dijo:
    -Están hablando -hizo una pausa y luego añadió- Eso es un problema.
    Sus palabras me sorprendieron mucho,supe que el sabía algo que yo no sabía... Y que necesitaba saber.
    -¿Descubriste algo? -le pregunté.
    -No -me contestó, con cara de sorprendido.
    -¿Y entonces por qué es un problema que hablen?
    Cada vez tenía más dudas y Andrés se mostraba tan desconcertado como yo, eso me desconcertaba.
    -Si hablan significa que son inteligente -dijo con la mayor seriedad que alguien puede demostrar.
    -¿Y entonces? -dije con un hilo de voz.
    -Bueno...-una pausa que pareció eterna- es que tengo ganas de usar el baño, pero si son inteligentes no puedo usar el inodoro. Si hago correr el agua los puedo matar,arrasar con toda una civilización solo por el hecho de tener ganas de cagar no me parece correcto... Además si son inteligentes no quiero que me vean el culo.
    Su razonamiento era perfecto, como de costumbre, no pude contener mi admiración y terminé diciendo:
    -Tu razonamiento no tiene huecos, me sorprende que seas capaz de mantener la calma ante una situación tan compleja.
    -Bueno, estoy acostumbrado a aguantarme-dijo inflando el pecho de orgullo.
    Durante aproximadamente dos horas analizamos nuestras opciones y miramos una película de ciencia ficción. Decidimos finalmente intentar amplificar el sonido emitido por los pobladores del inodoro. Andrés se valió de un micrófono y una computadora para realizar la tarea. Al cabo de unos momentos los parlantes de la computadora emitían el sonido amplificado, sin embargo no se podía distinguir una sola palabra, sólo un ruido desordenado nos llegaba desde el ordenador. Mi buen amigo estaba, al parecer, preparado para esta situación y utilizando un programa, cuyo nombre no recuerdo, comenzó a eliminar los ruidos e interferencias, pronto algo nos llamó la atención, no solo se escuchaban voces, también se podía oír un compás rítmico, al parecer ¡Estábamos en presencia de música!
    -Es un ritmo algo tosco y desagradable-dijo Andrés y siguió operando los controles de su ordenador.
    -Se escucha con mayor claridad... Sólo un poco más... Creo que puedo distinguir una palabra.
    Ambos nos quedamos en silencio. La voz de la muchedumbre exclamaba una palabra, entre olas de estática logramos escuchar la palabra “gasolina”
    -Al parecer son seres inteligentes-exclamó Andrés, estaba extasiado- Y no sólo eso, parece que han desarrollado una fuente de energía.
    Siguió purificando la transmisión, hasta que se escuchó nítidamente aquello que pronunciaban los homúnculos “a ella le gusta la gasolina”. Inmediatamente me abalancé sobre el excusado y tiré la cadena. Me volteé para encontrar la mirada llena de horror de mi amigo, y le dije con el mayor alivio del mundo:
    - Eso estuvo cerca.
     
    #1

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