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He contemplado nacer el sol de Ramón E. Carcuz López

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por Minoldo, 30 de Mayo de 2018. Respuestas: 2 | Visitas: 1051

  1. Minoldo

    Minoldo Poeta recién llegado

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    He contemplado nacer el sol,

    he observado despejarse la montaña,

    he visto nacer el día y nacer la luna,

    nacer las flores, nacer las plantas

    alimentadas con agua de chipi chipi

    he visto el límpido mar iluminado

    con luz de fuego y con luz de luna

    y me he maravillado con la creación,

    con la salida de ese gran cristal

    que todo lo alumbra, que todo calienta

    y que hace germinar las semillas

    del café, del cardamomo y de todas

    todititas las frutas del mundo.


    A ese sol lo he contemplado

    desde la arena en la playa,

    desde el patio de mi casa,

    en la calle y también desde el cráter

    de los volcanes de Agua y Santa María

    inclusive por el cristal de mi aula.


    He estado en el momento que nace un niño

    o una niña, he experimentado la alegría,

    la inmensa alegría de escuchar su vagido,

    ¡Qué hermoso milagro! Buen Dios!


    He contemplado a las aves

    en el momento de despuntar el alba

    y me he contagiado de su alegría

    y hemos vivido esa fiesta con algarabía,

    que lindo amanecer admirando la naturaleza.


    He visto días claros llenos de sol,

    he apreciado como sus fuertes rayos

    acarician al cafeto auriblanco en flor

    y como rebotan sus rayos en los pañales,

    blancos pañales tendidos al generoso sol,

    he visto días despejados cual agua cristalina

    y oscurecer el día cuando se pone el agua

    y danzar a los granizos que caen al techo

    y como salpica el agua que da la vida.


    He visto cuando cae la noche,

    he visto cuando se engalana

    con luceros y lindas estrellas,

    me he admirado mirando ese infinito

    y aturdido he despertado del asombro

    al no explicarme ¿cuántos misterios guarda?


    Yo he escuchado risas y llantos,

    he escuchado carcajadas y ayes,

    sinfonías orquestales y sinfonías de pájaros,

    risas conjugadas con llantos de alegría,

    carcajadas de miedo y de angustia

    y ayes de dolor y sufrimiento,

    orquestas sinfónicas, sinfónicas mudas

    y sinfónicas de pájaros orquestados.


    He escuchado el lamento de un padre,

    el sollozo y la queja de una madre,

    ¿cuántas cosas Señora Santa Ana?


    He sentido quebrarse la tierra a mis pies

    y romperse el tiempo y acabarse el techo

    y segarse muchas vidas, pero muchas vidas.


    He sentido miedo, he sentido angustia,

    he sentido frío, dolor, tristeza,

    hambre, nostalgia y desesperación,

    he visto remansos espirituales

    y los he disfrutado, me han confortado.


    He sentido el calor del Acatenángo,

    he amado y también me han amado,

    he observado como los sentimientos nobles

    se doblan, se quiebran ante las pasiones

    y así confundido, asombrado e incierto,

    he visto al hombre descender incierto

    y convertirse en una bestia instintiva

    y también lo he visto elevarse, autoestima

    y ascender venciendo sus flaquezas,

    buscando y alcanzando bienes y valores,

    bienes espirituales y valores humanos,

    hombre común de destino incierto,

    hombre con limitaciones, inacabado

    pero hombre con compromisos

    y en búsqueda de la perfección.


    He sentido como se parte

    el tronco del árbol genealógico

    y como se divide en varios ramales,

    he sentido como se parte el alma

    y como se desgarra el corazón,

    he sentido como se desprende

    la mitad del propio ser (la costilla)

    y como se va al infinito y ya no vuelve

    y su vacío no lo llena nada humano.

    También he escuchado, he sentido

    cuando un querubín nos habla al oído,

    he sentido profundamente las oraciones

    de ese querubín de amor, que ama,

    que da amor, amor del verdadero,

    amor del que no espera recompensa,

    lo he intuido que desde el cielo ora

    plegarias en su más genuino amor.


    He peregrinado por caminos difíciles

    y he marchado cuesta arriba y cuesta abajo,

    por rutas de terracería y pavimentadas

    veredas y senderos y han sido difíciles,

    pero más difícil aún es el camino de la vida

    donde hay que vencer toda clase de obstáculos

    y donde también, hay profundas alegrías

    agrias tristezas, momentos de incertidumbre

    en los que queriendo o no, conscientes

    o inconscientes hay que tomar decisiones

    y en ese difícil peregrinar en el mundo

    he visto despuntar tiernamente en la aurora

    tres fragantes botones de perfumadas rosas

    y tres robustos y erguidos geranios rojos

    y he sentido su sutil aroma a niño o niña

    y también los he visto marchitarse,

    perder su propia lozanía y pujanza.


    He adivinado sus dulces alegrías

    y las he vivido y las he disfrutado,

    he intuido sus dolores, sufrimientos

    y los he padecido profundamente,

    he estado presente en sus cavilaciones

    ¡y me han quebrantado el alma!


    ¡Ah momentos aciagos estos!

    momentos de circunstancias agridulces

    para un hombre que lucha por vivir

    en un mundo donde el mismo hombre

    se ha convertido en rapiña del hombre,

    todo eso y más he visto, he vivido,

    todo eso y más he oído, he escuchado;

    en mi vida, dolor, penas y tristezas

    han sido constantes, pero no hay sufrimiento

    ¡que parta el alma! Como cuando sufre un hijo,

    al igual, no hay gozo más grande, grande

    que verse en la pupila de ese hijo,

    mirarlo cara a cara y observar

    la sonrisa que brota como miel de caña

    a flor vista de labios infantiles

    que expresan gozo, paz, felicidad...

    hay que dar gracias al eterno creador,

    por ese feliz milagro de paz

    porque sólo un padre, muy padre,

    tan solo un padre que también

    ha sido madre, puede sentir

    y puede saber en lo más íntimo del ser

    cuando es una sonrisa de felicidad,

    una sonrisa cuya cuna es el alma,

    el alma pura, alma inocente de hijo,

    es ese momento indescriptible

    cuando se esparce aquella alegría,

    aquellas vibraciones, azúcar vibraciones

    y se ve ese rostro pétalo pueril,

    pétalo rostro angelical de niño,

    inyección de fe y esperanza

    ¡presencia de Dios!

    en un paraíso que huele a café,

    a flor de caña, de cacao, de maíz, frijol

    y citronela, aquí en este Edén de tortillas

    fábrica de soles blancos, amarillos

    y negros que se cosen en comales

    de Chimaltenango, Ciudad de los Escudos.

    Este poema es creación del educador chimalteco, Lic. Ramón E. Carcuz Lopez.

    Él falleció sin publicar sus poemas,
    por lo que esto es un homenaje póstumo.
     
    #1
    A MARIANNE y Marisol_ les gusta esto.
  2. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    Un grandioso poema nos dejas de un compatriota que dejó huellas sin ser vistas, gracias por compartirlas amigo Minoldo, abrazos desde este desolado puerto, Den
     
    #2
  3. Minoldo

    Minoldo Poeta recién llegado

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    Gracias Marianne!

    Muy bella-
    Gracias por leerlo y por tus palabras.

    Un poeta nomuere, siempre que haya alguien que lo lea.
     
    #3

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