Herida de nacimiento

Existe un impulso dentro de mí que me empuja a parecerme a mi madre, o a lo que mi madre idelizaba con ser, que era mucho más que un médico inteligente o una estudiante modelo. Mi madre quería ser capaz de entender el valor espiritual que encerraban las obras de sus escritores favoritos. Nunca fui capaz de leerlos, mucho menos de entender que veía mi madre en ellos y a que se refería cuando comentaba que su calidad superaba con creces al de los autores de best sellers y novelitas.
Cuando en otras casas se rendía culto a la biblia y a jesús en la mía se hacía a Einstein o a Dovstoieski. Y desde mi perspectiva, me encontraba tan cerca de entender a Einstein o a Dovstoieski como de ver a Jesucristo.
Como ni si quiera mi madre era capaz de acercarse a ellos, decidió por estudiar medicina, lo cual era algo más valioso que la mayoría de las ocupaciones del resto de humanos, pero algo muy lejano a lo que alcanzaron los físicos y los buenos novelistas. Luego estaba el amor que decía sentir por mi padre, que de alguna forma convalidaba su escas valía para las altas artes.
Todo esto quiero imaginar que resulta un disparate para cualquier persona que lo lea, pero que sea un disparate no significa que no sea el esquema mental por el que se guía mi cerebro y mis motivaciones.
La definición de literatura resulta demasiado vacía como para contentarse con tenerla como guía humana. Sobre todo cuando desde niño mi interés por la misma se limitó al de cruzar las piernas y fingir ser interesante, pero dudo que me haya funcionado alguna vez para algo salvo para quedar como un idiota. De todas formas, estaría dispuesto a serlo si me sirviera para sacar algún provecho a cambio. Sospecho que existen algunas personas que se dejan impresionar por este tipo de arrogancias. Pero la mayoría de las veces no es así porque generalmente las personas son muchos más inteligentes que todo esto.
No hace falta haber leído a Tolstoi ni ninguna otra cosa en absoluto para identificar este tipo de comportamientos. Lo he estado comprobando durante toda mi vida. Cualquier persona que me haya conocido sería capaz de reconocer este defecto en mí. Y sigo enfermo por acercarme a mi fantasía.