Historia 1

Empecé a escribir el 9 de Julio del 2007, lo recuerdo perfecto porque fue el día que mi papá me sacó de la casa. Es una historia bastante tonta, en aquel tiempo estaba en la secundaria, no era un muchacho problemático, -por lo menos eso siempre he pensado yo-, pero por alguna razón me encontraba de forma constante en compañías de personas problemáticas.

Esa vez, un "amigo", decidió robarse el cuaderno de reportes para tutoría. Yo acudía a una escuela católica, donde si un maestro tenía una queja sobre ti, te anotaba en el libro de tutoría, si llegabas a diez notas en el ciclo escolar te ganabas una cita con el director, acompañado con tus papás. Muchos lo veían como un juego, una forma adolescente de llamar la atención; a mi me aterraba. Tener que decirle a mi papá que se había ganado una cita todo pagado a la oficina del director de mi escuela para una tutoría me garantizaba una visita al callejón de los trancazos, como llamaba a él los momentos de educación paternal de los 90's.

La historia continúa cuando después del gran golpe sobre el libro de tutorías, a este troglodita -el eslabón perdido tal vez-, se le ocurrió que era buena idea llevar el libro de tutorías al salón de clase y durante un receso hojearlo con sus amigos sentado en mi lugar. Basta decir que el maestro encargado para resolver el misterio de la libreta desaparecida no era Sherlock Holmes; así que su exhaustiva investigación -por alguna perturbadora razón-, concluyó que yo también estaba involucrado, pues cuando descubrió a la banda de neandertales gruñir alrededor de su libro y sentados en mi lugar, era obvio que yo era la mente maestra.

No importó que pasara un buen rato intentando explicar lo absurdo de la situación, la inquisición me había encontrado culpable, y de forma igualmente expedita mi papá me llevó al callejón y luego de dejar caer su furia de justicia católica sobre mi espalda y coserme a cinturonazos, comencé a escribir. Escribí sobre mucho aquella vez, sobre la escuela, ella, mi vida, la pocilga de casa donde vivía y mi sueño de irme lejos, tan lejos de esa porquería de vida que nunca nadie me iba a encontrar. Escribí todo esto para desahogarme, -así como escribo esto ahora-, pero al día siguiente mi papá fue a visitarme, supongo que para retomar el regaño y encontró eso, leyó, sobre su casa, sobre su hijo, sobre mi vida y ¿cuál fue su reacción? pedirme que me fuera.

Aún recuerdo una frase, de entre todo el vómito de palabras: -de ahora en adelante, ya no eres mi amigo, solo mi hijo. Dios, si antes era su amigo, no me imagino que era ser su enemigo. En fin, la historia tiene un final, no se si feliz, pero si final, ya que regresé a esa casa, su casa; fue a petición de mi hermana, quien me dijo: -a mi me ha corrido tantas veces que ya perdí la cuenta, pero nunca me voy y al otro día siempre desayunamos juntos, no seas tonto, regresa.