Historia absurda sobre Juan.

Juan salió de su casa apurado, era tarde y el sabía que tendría problemas si no se apuraba. Se dispuso a tomar el ascensor, pulsó el botón y esperó unos momentos a que llegara, movía su pie derecho de forma rítmica produciendo un sonido uniforme y bien articulado, eran corcheas y pronto se convertían en semicorcheas. Cuando se convirtieron en fusas dejó de esperar y se dispuso a bajar por las escaleras, se encontraba en el quinto piso, pero confiaba en su velocidad para descender y su capacidad de saltear escalones. Estrepitosamente se abalanzó sobre la escalera y comenzó a bajar tan rápido como pudo, en uno de los descansos se encontró de frente con unas ancianas que venían subiendo, no se preocupo mucho y continuó descendiendo esperando que las señoras se hicieran a un lado, pero no lo hicieron. Juan se estrelló con una de ellas que cayó desparramada en el suelo, su acompañante le indicó que era una bestia, Juan contestó con un gesto, seguido por un movimiento pendular de su peluda cola marrón, pero no se detuvo, la vieja a la cual había envestido se levantó casi instantáneamente después de caer, colocó sus manos detrás de la nuca y arqueando un poco el cuerpo aplicó la presión y fuerza suficiente como para que su cuerpo se levantara hasta quedar erguida, esto es, perpendicular al piso en el que estaban parados, y al piso de arriba y al siguiente, no fue el caso del quinto que permanecía paralelo a la anciana, quizás por rebeldía. El vejestorio se arrojó escalera abajo tratando de capturar a Juan, nuestro héroe, que la esquivo como si fuera mierda, él no se dejaría tocar por la mierda, cualquier cosa menos eso. La vieja tras fallar en su objetivo tropezó, y cayó por una ventana haciendo mucho ruido y molestando a varios vecinos que salieron a quejarse, la mayoría de ellos estaban en calzoncillos, salvo una o dos mujeres que estaban desnudas. Juan llegó a la planta baja y observó el ascensor, estaba totalmente destruido, “eso explica todo” dijo mientras se rascaba la barbilla. Caminó hasta la entrada, y al llegar allí recordó que no tenía paraguas, “ahora me mojare” dijo en un tono algo deprimido y acto seguido se orinó en los pantalones. Al salir del edificio el sol del mediodía lo golpeó con dureza, ya algo fastidiado buscó un taxi en las inmediaciones, debía apurarse o no llegaría a tiempo, y eso le podría traer todo tipo de problemas. Al no ver ningún taxi salió corriendo calle abajo mientras gritaba “taxi” con todas sus fuerzas, “ahora si me sería útil tener a mi perro lazarillo” exclamó, y tras una breve pausa dijo “como me gusta exteriorizar mis pensamientos de forma poco ortodoxa”. Sus pies no se detenían y él alcanzaba una velocidad endemoniada, su destino estaba en sentido contrarío, pero él no se sentía seguro de sus habilidades para ir cuesta arriba, prefería apostar a lo seguro, a sus habilidades para descender, que eran excelentes, en algún momento lograría llegar a su destino, o encontrar un taxi. “¡Eso es genial O! has encontrado un taxi” exclamo Juan lleno de jubilo, “si, yo encontrarlo, ser muy fácil” dijo O en tono alegre, realmente había sido una gran idea el enseñarle a hablar a O el perro lazarillo. Ambos subieron al taxi y le pidieron al conductor que siguiera a un auto, el taxista asintió en silencio y comenzó la persecución, luego de un par de cuadras el auto al cual seguían se detuvo, Juan y O se miraron el taxista se bajo del coche y se inyectó una dosis de cocaína, era lo único que lo mantenía cuerdo en estos días. Juan también bajo del auto, había llamado la atención de muchas personas durante el recorrido, pero a él le gustaba viajar sobre el techo del auto y nadie iba a cambiarlo ahora, que ya era viejo, la policía sospechaba algo y se acerco, era Liliana, la oficial de policía mas linda de la ciudad.
-¿Este hombre esta durmiendo en la vía publica?-dijo mientras señalaba al susodicho hombre.
-Usted es hermosa- dijo Juan y de inmediato se ruborizo.
-Debe usted saber que no hay hombre que pueda conquistar mi corazón- ahora se mostraba muy sería, y ya no jugaba con su pelo, ni se mordía los labios.
- A mi no me importa la opinión de ninguna mujer policía corrupta- dijo elevando el tono de voz, luego la golpeó.
-Debe usted saber que es la primera vez que me ponen un dedo encima… espero que tome la responsabilidad por esto que acaba de hacer.
-Lo haré, cuando regrese, ahora mismo estoy muy apurado- dio media vuelta y comenzó a caminar.
- Debe usted saber que aquí hay un hombre tendido en el suelo- y señalo al taxista que estaba junto al hombre dormido antes mentado.
- Es el taxista, debe estar dormido, o esta muerto.
En efecto, O estaba muerto, yacía entre los dos hombres que estaban tendidos en el suelo, Juan pensó en tender sus pantalones para que se secaran, pero no tenía tiempo, debía llegar a como diera lugar, de lo contrarío tendría muchos problemas. Pasó por la tienda y robó algunas cosas, ¿quién sospecharía del ciego? Luego, una vez que tuvo todos los preparativos listos se dispuso a realizar su hazaña, comenzó a escalar el edificio con mucha facilidad, como si se tratara de una araña, incluso el mismo lo dijo “bah, esto es tan fácil como escalar una araña” y mientras reía y cantaba se aproximaba a su objetivo. Lo más importante era que iba a llegar justo a tiempo, y eso le ahorraba muchos problemas. Llegó hasta la terraza del edificio y levantando sus puños escupió hacia abajo. Ya casi llegaba a su destino final, destruyó la puerta de la terraza y comenzó a descender con mucha gracia, parecía una pluma que con mucha gracia flotaba hasta su destino, en el ultimo escalón tropezó y casi se rompió los cuernos. Se levantó mientras se limpiaba el polvo que había impregnado toda su ropa producto de aquella caída, especialmente sus pantalones que ahora estaban todos embarrados. Caminó por el pasillo y se detuvo en frente de una puerta, en ella se podía leer “6c”, tocó el timbre y una hermosa mujer que vestía enaguas salió a recibirlo.
-Llegas tarde- dijo muy enojada la de las enaguas.
-Perdón, tuve muchos problemas.
- ¿Cuáles problemas? Espero que tengas una buena razón para hacerme esperar, miserable insecto.- dijo la de las enaguas, mientras tomaba un cuchillo, no, mejor una motosierra, eso, tomaba una motosierra.
- Alguien destruyo el ascensor mi amor, tuve que ir hasta la tienda a buscar sogas y luego escale hasta aquí, sabes muy bien que me resulta casi imposible ir cuesta arriba.
Ella sonrío afablemente, luego con mucha ternura poso su mano en la mejilla de Juan y exclamo.
-Lo se, yo destruí el ascensor Juan, y tu… tu subiste hasta aquí, por mi, en verdad eres el amor de mi vida.
-Yo haría lo que fuera por ti Juana, lo que sea ¡Te amo!
El sacó de su bolsillo un anillo, ella lo miró con lagrimas en los ojos y sonriendo asintió con la cabeza, ninguno de los dos decía nada, quizás porque el autor de la historia se había cansado de los guiones. Juan la tomo entre sus brazos y ambos se besaron con pasión, sin duda recordarían este catorce de febrero por el resto de sus vidas. Continuaron besándose y amándose sobre la alfombra, en total silencio, lo único que se podía escuchar era la televisión en el fondo “el dueño de una conocida tienda china, el señor Quien ha sido arrestado bajo los cargos de homicidio simple, al parecer habría estrangulado hasta la muerte a un turista invidente que se encontraba comprando en la tienda…”

 

::jos2:::que imaginacion mas loca !!!!

 

¡Gracias por pasar a leerme y comentar!
Bueno en verdad el cuento es medio loco, trataba de darle un enfoque absurdo, fue por eso que elegí sacrificar un poco el aspecto artístico de la escritura y me concentre un poco mas en las situaciones que se desarrollaban. Este cuento corto es realmente una sumatoria de chistes, algunos se observan a simple vista y otros son un poco mas rebuscados. Pero esta escrito con la intención de provocar sonrisas, así que espero que se vayan con una buena impresión. Mis mas cordiales saludos.