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historia de centroamérica (V)

Tema en 'Ensayos' comenzado por orees19, 26 de Marzo de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 1183

  1. orees19

    orees19 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Mientras aquellos de Tikal y Calakmul sostenían las últimas batallas de su interminable duelo intergaláctico, las cosas en el continente cambiaban. Y esos cambios se dejarían notar con fuerza en Centroamérica.

    Más allá de las fronteras mesoamericanas de la región, vivían diversos pueblos de culturas bastante distintas a las que hemos venido discutiendo hasta ahora. Desde la parte oriental de honduras, pasando por nicaragua hasta llegar a costa rica, los habitantes hablaban lenguas chibchas o relacionadas con las chibchas - esas mismas de los muiscas de colombia, protagonistas de la estafa del milenio que engatusó a tantos gilipollas: el dorado- y adoraban figuras antropomórficas de hombres pájaro, hombres lagarto, hombres culebra y hombres batman. Aparte de que esporádicamente decidieran cortarle las cabezas a los vecinos porque les parecían muy feos o muy zánganos, o porque su dios hombre lagarto se los mandase - a la sazón lo más normal del mundo por todas partes en aquella época, y hasta en ésta, véase lo de bruselas-, estos chicos vivían vidas apacibles cultivando maíz y yuca, cazando venados, pescando en las riberas y echándose en la playa con una birria en la mano. Todo de puta madre. Pero eso estaba por cambiar.

    Justo en la dirección opuesta, más allá de la frontera norte de mesoamérica - el que no sepa con qué se come eso, a visitar la wiki - se encontraba una región árida como el culo del diablo, áspera y retadora en todos los sentidos de la palabra, una región sacada de un spaguetti western de sergio leone y en la que el bueno de clint las hubiera pasado más canutas para salir fresquito del lío. Comprendía todo el noroeste del actual méxico y buena parte de arizona y nuevo méxico en los estados unidos, y pues bien, le llamaremos aridoamérica. Aquella región tan acojonante, habitada hoy por la gente del chapo guzmán y similares, también tenía sus comunidades de vecinos - tipos duros, forjados por las inclemencias de su entorno, que combinaban caza con agricultura para su sustento, y que constituirían los soldados perfectos tanto para el chapo como para el tlatoani itzcoatl como para el mismo cortés- que por aquella época de la que conversamos, se concentraban principalmente a orillas de las riberas como la del río fuerte, donde podían tener sus cultivitos, construir sus aldeitas y follar mogollón para así criar a sus propios tipitos del desierto que eventualmente les sustituirían, cultivando y construyendo aldeitas y follando y así por toda la eternidad y los siglos de los siglos amén. O eso pensaban ellos.

    Dicen unos amigos gringos muy listos apellidados beekman y christensen, y que no son ningún dúo preadolescente maricón, que allá por el siglo sexto de nuestra era, una abrumadora sequía de sus huevos asoló sin clemencia toda aquella zona. Imagínese usted, uno ya es habitante de un lugar desértico que da miedo, apenas puede cultivar alguna mazorquita y cazar algún animalito huesudo, y el ente supremo regidor del mundo, sea éste el hombre lagarto o el dios de los cristianos, decide que para matar su aburrimiento le enviará a usted, un pobre hijo de puta que se parte la cara todo el día para llegar a fin de mes como cualquier asalariado iberoamericano, un fenómeno natural que hará que su casa tenga la misma temperatura que una sopa de mondongo o que la superficie de mercurio. Allí estamos. Como es natural, seguramente usted querrá salir a toda madre cagándose en cualquier cosa que se le ponga enfrente de su paso, sin importarle una mierda qué o quiénes sean los tristes desafortunados.

    Resulta que quiénes se pusieron enfrente por aquel tiempo fueron nada menos que las culturas mesoamericanas del centro de méxico. Cientos de miles de personas, provenientes del norte y hablantes de una lengua que sería conocida como nahua, cayeron sobre ciudades mexicanas enteras sin preguntar si había lugar o si los invitaban a un café o a una partida de croquet. Y bueno, los locales veían como llegaban aquellos bárbaros - los equivalentes de los godos que le dieron mandanga a la antigua roma- con sus cachiporras, sus putas lanzas de tres metros (que no de dos) y su desesperación, y bastantes de ellos dijeron Pues muy bien, que disfrute, yo mejor me voy antes que me saquen las tripas. Y así, una oleada de refugiados bárbaros provocó otra oleada de refugiados mesoamericanos, en su mayoría de lengua otomangue o chorotega, que hizo las maletas y se aventuró al camino sin rumbo para salvar la vida.

    Y el camino siguieron los pobres, buscando un lugar donde reestablecerse a salvo de las putas lanzas de tres metros para poder ver el fútbol con tranquilidad de nuevo. Pero cómo bien sabemos de qué va la cosa en esta época, ay de los refugiados, pues cuando llegaron a oaxaca, los zapotecas les recibieron con una puñeta y un Eh que monte albán es para los montealbanenses, así que a seguir vagando majetes. Siguieron su faena y siguieron y siguieron, como un lunes que uno cree que nunca acaba, y los de el tajín, ya de lejitos, les cantaron que ni para los tajinenses había espacio, y menos para unos advenedizos que no conocían de nada de nada. Yendo a paso bromista - miles de kilómetros les costó la papada- llegaron a guatemala, y allí los de Tikal y Calakmul les gritaron desde sus pirámides pijas Oigan cerotes, que no ven que tenemos suficiente ya sacándonos los ojos entre nosotros, y para colmo se nos viene el colapso del clásico y todo se va a tomar por culo, venga, a joder a otra parte. Y los desgraciados tuvieron que continuar gastando suela, y la única otra parte que quedaba a la vista era ese oscuro lugar tras la frontera que pocos habían cruzado, ninguno vuelto y repleto de gente rarita de cojones que adoraba a un hombre lagarto y que se echaban en la arena para disfrutar de sus birrias y su pescadito frito cada vez que les salía de los huevos. Pues qué nos queda, dijeron los refugiados, que no a todos les toca alemania y sus asistencias sociales sin necesidad de trabajar. Y allí se fueron y se quedaron, pues los chibcha-hablantes se portaron de puta madre - puede que también los hayan mandado a cagar, no me acuerdo, sacándose las tripas hasta que el último quedara en pie- y el hombre lagarto les dio un lugarcito, y así el salvador, el sur de honduras y el pacífico de nicaragua se hicieron mesoamericanos por los próximos ochoscientos años.


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    #1
    Última modificación: 26 de Marzo de 2016
    A dragon_ecu, jose rodolfo y elena morado les gusta esto.
  2. elena morado

    elena morado Poeta que considera el portal su segunda casa

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    En este no te había dicho nada, mira que te estas haciendo mal hablado, pero así resulta mas ameno jaja.

    Habrá respuesta a una pequeña parte de tu historia jsjs

    Besito
     
    #2

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