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Historia inconclusa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Maria Laura Del Aquila, 25 de Agosto de 2006. Respuestas: 5 | Visitas: 970

  1. Maria Laura Del Aquila

    Maria Laura Del Aquila Poeta veterano y reconocido en el portal.

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    Lunes, 06 de febrero de 2006.
    10:11:57.


    La abuela



    Cuando yo era pequeña, mi abuela esperaba que todas las luces de la casa se apagaran, entonces se escurría en mi dormitorio para contarme la historia de Ema y Mauricio; me gustaba tanto que me acariciara mientras comenzaba su relato, a veces sentada a mi lado deslizando sus dedos pequeños y delgados entre mi largo cabello y otras recostada en mi cama, me abrazaba como si no quisiera que la noche se termine.
    Mi abuela olía a vainilla, canela y miel, tan dulce como su alma. Llevaba un simple camisón blanco, tan bello como su alma. Siempre que se acercaba, a pesar de la oscuridad, irradiaba tanta luz, tan brillante como su alma. Su voz se oía como un arroyo de agua fresca, transparente como su alma.
    Era casi un ritual, se aproximaba, me besaba en la frente, sonreía y retomaba la historia desde donde la había dejado la noche anterior. Podía ver o mejor dicho podía vivir cada cosa que contaba y cuando notaba que me estaba venciendo el sueño me tapaba hasta el cuello, me volvía a besar y se iba sabiendo que para nosotras no habría jamás distancia, ni tiempo que nos separe. Por que a pesar de que ya no la veo, en los momentos más importantes me hace saber que está conmigo.
    Entre relato y relato jugábamos a la ronda, a la escondida, a la rayuela. Nunca se cansaba y estaba siempre dispuesta a complacerme. Fueron los años más divertidos que viví, ella me enseñó que la vida debe ser un maravilloso juego.
    No existe un solo día en que no la recuerde y es como si volviera a tenerla a mi lado. Su olor, su blanco camisón, su luz… su voz.


    La historia


    Ema era la joven más alegre del pueblo, todo el tiempo se la veía cantando, riendo parecía un cascabel, nunca estaba quieta. Siempre organizando fiestas; que si Juan cumplía años, que si Marisa bautiza a su bebé, que si los Fernández cumplen sus bodas de oro y cosas por el estilo, lo que en un primer momento fue sólo un pasatiempo se convirtió en su forma de ganarse la vida. Siempre que algo se celebraba ahí estaba ella poniendo su sello, dando indicaciones; la música se seleccionaba con el anfitrión y era ejecutada por la mejor orquesta del pueblo, las flores debían ser únicamente las de la florería Amenabar, la del bulevar, que le reservaban los mejores ejemplares de cada variedad. De la comida se encargaban las hermanas Soledad y Candelaria Cevallos, famosas por sus buenas manos para la cocina. Estaba en cada detalle para que cada recepción fuera magnífica, superable solamente por otra organizada por ella.
    Sus fiestas cobraron gran fama no sólo entre la crema y nata del lugar, sino en varios pueblos a la redonda. No se podía ser de la alta sociedad y no utilizar los servicios de Ema. La llamaban de todos lados lo que la mantenía muy ocupada para cualquier actividad que no fuera referente a su trabajo, cuando la invitaban al cine, bailes o alguna vecina entrometida le preguntaban cuando iba a empezar a buscar novio ella respondía levantando los hombros y diciendo: “no tengo tiempo, no tengo tiempo”. Con su mejor amiga Soledad se veían cada día para ultimar detalles de los platos que se iban a servir, excusa que se inventaban para cumplir con esa tradición de tomar el té todas las tardes, única distracción que se permitía lejos de sus ocupaciones. Soledad utilizaba la mejor variedad de hebras para sus infusiones y con ellas elaboraba exquisitas composiciones; con bergamota y pétalos de jazmín, con cascaritas de pomelo y azúcar negro, con anís, con azúcar blanco estacionado con flores de lavanda, con amor y un sinfín de mixturas con las que años más tarde sorprendería a los clientes de su casa de té. Pero ella sabía que a su amiga le gustaba con vainilla, una pizca de canela y miel. Lo tomaban acompañado de un hombro para llorar, oídos pacientes, risotadas cómplices y una gran dosis de empatía. Y así con los aromas revoloteando en los cabellos y el afecto sobrevolando el alma se fue fortaleciendo esa amistad.
    Entre tantos compromisos, un día a mediados de abril, Ema comenzó a recibir ramos de nardos, con una nota que decía: “yo”, que se duplicaban conforme pasaba el tiempo. Al principio los regalaba y no le daba mayor importancia, pero al ver que las flores seguían llegando, la curiosidad comenzó a corroer su indiferencia. Se estableció una táctica para resolver el enigma, en la que participó, poco menos, que el pueblo entero. Al día siguiente ya tenían nombre, edad, nacionalidad, domicilio, estado civil, libreta cívica y hasta el grupo sanguíneo del misterioso YO. Quién lo que en realidad buscaba no era esconder su identidad, sino llamar la atención de Ema.
    El perseverante yo se llamaba Mauricio, tenía treinta años, soltero para tranquilidad de todos y para sorpresa de los mismos; era el nuevo director del banco.
    Se presentó en casa de ella una semana después de haber sido descubierto, sólo le dijo: “soy yo” y al verlo supo que era ÉL, esa otra mitad de la que habló Platón. No se separaron más y al poco tiempo se casaron. Eran el uno para el otro, decían, se los veía felices, perfectos. Daba hasta un poco de celos ver como la miraba, como si no hubiese nadie más. Y no hablaba más que de ella; de lo inteligente que era su esposa, de su capacidad para los negocios, de cuanto se divertía a su lado, de su belleza. Con ella se sentía completo, pleno de la esencia divina… Supremo. Jamás olvidaba un aniversario, siempre atento a todas y cada una de sus necesidades, le daba todos los gustos y ella le respondía del mismo modo.
    Para el tercer aniversario Ema le dio de regalo a su esposo la noticia de su embarazo. Mauricio creía que no se podía ser más feliz de lo que ya eran, que este hijo llegaría para reafirmar su matrimonio.


    …………………………………………………


    Mi abuela nunca llegó a contarme el final de la historia, siempre recordaba algo nuevo que había sucedido en esos tres primeros años, le agregaba tantos condimentos que no me fastidiaba escucharla.
    A medida que fui creciendo las visitas de mi abuela se fueron haciendo más esporádicas, hasta que un día dejé de verla. Pero en una de esas noches donde los juegos nos conectaban al punto de ser una, en la última noche precisamente, mi padre entró a mi habitación y cuando preguntó que hacía despierta tan tarde, le dije que jugaba con la abuela, él no entendía bien, ella había muerto 35 años antes. Como ya les conté nunca más volví a ver a la abuela ni se habló jamás del tema, pues de más está decir, que nunca me creyeron. Pero la historia, que hasta ese momento, había quedado sin final me seguía martillando la cabeza. Un domingo en una reunión familiar, conocí a una Soledad Cevallos quién había sido la mejor amiga de mi abuela, cuando me contó que tenía una casa de té supe que ella podría terminar el cuento de la abuela. Cuando le comenté de nuestros encuentros, no se sorprendió y me confesó que a ella también la visitaba. Y luego comenzó el relato;

    ……………………………………………….


    Para el tercer aniversario Ema le dio de regalo a su esposo la noticia de su embarazo. Mauricio creía que no se podía ser más feliz de lo que ya eran, que este hijo llegaría para reafirmar su matrimonio. Pero por el contrario, cuando después de siete meses, en forma prematura, nació Esteban las cosas comenzaron a cambiar entre ellos. Durante tres años creyeron tocar el cielo con las manos, pero a partir de ahora Ema conocería el infierno y el pueblo entero sería testigo de esto. Todo empezó una tarde; Mauricio esperaba a Ema en un restaurante del centro como cada viernes, pero ella no llegó, había llevado al niño al hospital porque volaba de fiebre y tenía dificultades para respirar, con la preocupación olvidó avisar a su marido. Cuando este llegó a casa, se sirvió una copa y esperó en su estudio. Al llegar ella acostó a Esteban y lo buscó para contarle lo sucedido pero se encontró con un Mauricio desconocido que le propinó la golpiza más feroz que se pudo imaginar. Al día siguiente la despertó con el desayuno en la cama y por la tarde le hizo llegar un ramo de esos nardos que habían perfumado sus momentos más felices con una tarjeta que rezaba: “Te amo”. Junto a los golpes llegaron las degradaciones, los insultos, los desprecios y otra vez las disculpas, las flores pidiendo perdón, los mejores regalos. Cada vez que Soledad le preguntaba por que soportaba todo esa humillación, contestaba que ella lo provocaba con su falta de atención, que todo lo hacía mal últimamente, entonces él se violentaba. Siempre lo justificaba, lo eximía de la culpa. La última vez que Mauricio la golpeó le dejó la peor cicatriz en el alma y otra que le cruzó la cara y la boca, dejándola con una aterradora sonrisa de dolor permanente. Un mes después, en su cumpleaños número 27 luego de que todos se fueran, se encerró en su cuarto y se roció el cuerpo con alcohol y se prendió fuego… no se escuchó ni un sólo grito, tal vez disipó su sufrimiento la necesidad de libertad.

    ………………………………………….


    Entonces entendí por que nunca terminó la historia. Algunas noches recuerdo esos encuentros, en los que entre relato y relato jugábamos a la ronda, a la escondida, a la rayuela. Nunca se cansaba y estaba siempre dispuesta a complacerme. Fueron los años más divertidos que viví, ella me enseñó que la vida debe ser un maravilloso juego.
    No existe un solo día en que no la recuerde y es como si volviera a tenerla a mi lado. Su olor, su blanco camisón, su luz… su voz.

    María Laura



    PRECIOSO !!!!!!!!! :::conejo:::

    ME RECORDÓ A LO QUE MÁS HE QUERÍDO
    Y QUIERO HASTA LA FECHA.

    A MI ABUELITA.

    TE FELICITO!!!
    :::sonreir1:::
    POR SABER EXPRESAR,
    CADA OLOR, CADA JUEGO, CADA RELATO.
    DE VERDAD MUY PLACENTERO HABERTE LEIDO.

    Y SABER UN POCO MÁS DE TU HISTORIA.

    TE DEJO MIS SALUDOS
    ADRIANA RUBIO.
     
    #1
  2. coral

    coral Una dama muy querida en esta casa.

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    Mi querida Maria Laura: Me econtré hoy con este relato, el mejor documentaldibujado con bellas metáforas lo hacen casi poema.Lo leí hasta el final, pero me picó antes la curiocidad, de saber que havia pasado con la niña de este cuenyo; eso me pasa cuando un libro me interesa, primero leo el final y depúes me devuevo. jijiji. Linda la forma como cuentas de la abuela, y como bas dibujando pocoa poco tu historia. Me dejaste atrapada leyendolo tres veces.. Me encantó. Un beso*Coral*
     
    #2
  3. Maria Laura Del Aquila

    Maria Laura Del Aquila Poeta veterano y reconocido en el portal.

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    Adriana me encantó que hayas leido mi relato, pero es sólo inspiración mujer y no parte de mi historia. Me alegra haberte recordado a tu abuelita. Un besote

    María Laura
     
    #3
  4. Maria Laura Del Aquila

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    Jajajajaja... sabes que yo tambien hago lo mismo, me supera la curiosidad amiga. Realmente me sorprendió que lo leyeras tres veces, pero me halaga. Un abrazo Coral

    María Laura
     
    #4
  5. EDU_SINCERO

    EDU_SINCERO Invitado

    amplio escrito pero muy bueno, lo lei detenidamente y es muy bueno la saludo y felicito por su escrito

    EDU
     
    #5
  6. Maria Laura Del Aquila

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    Que bueno Edu que a pesar de lo extenso del escrito te tomaras el tiempo de leerlo, gracias por tus felicitaciones. Besotes :::sonreir1:::

    María Laura
     
    #6

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