Hombre cobarde y soñador

A menudo aparecen tardes en mis días con tu olor, ese olor a niña desahuciada, a gritos por las calles, a camiones y una primera sonrisa que aun recuerdo. Y esas tardes son calumnias de lo que no pude, la cobardía tan legendaria de esos días, esos días en lo que tú y yo saciábamos nuestro apetito. Esos días en los que no nos reservábamos nada, ni el agua, ni el sol, éramos tan cálidos tan sentimentales. Comíamos fuera, cocinábamos poco, y si lo hacíamos la madrugada nos llegaba con puré de papa. Nunca fuimos descubiertos, bueno al menos eso pensamos nosotros, por que al final nos dimos cuanta que medio barrio lo supo. Éramos puré de papa, pero sin duda vivimos en mas en las mañanas, durante las mañanas nuestro amor profundizó, se hizo cuero y sementó, padeció y se nos refugio en nosotros, en nosotros. Los medios días también me traen la pasión nuestras, el condecoro de nuestras hazañas, el que no fueran a buscar y que solo salieras tu a recibirlos. Estos son mis relatos, mis recuerdos, lo que yo en lo personal retengo, porque de antemano sé que lo tuyo es oscuro. Oscuro y encomendado, y no lo culpo porque como lo dije al principio mi cobardía fue legendaria, y por eso ahora, es que ahora tu vives feliz. Y es por eso que ahora yo vivo pensado que debí de haber luchado, por lo delgada que eres, por lo sensible que eres, por la pasión, la pasión que sostiene tus manos. Pero pienso (porque ahora lo hago) pienso en lo bueno de las cosas, y es que sin ti, ahora no seria el hombre soñador.