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Horas de Inocencia

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por SergioPuch, 3 de Noviembre de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 938

  1. SergioPuch

    SergioPuch Poeta recién llegado

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    20 de Agosto de 2008
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    [FONT=&quot]Horas de Inocencia
    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot]Lima, 1901
    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot]Su pelo, oscuro como una noche sin luna galopaba al pasar del viento, agitado y desordenado. Las sirenas aullaban con fuerza, él había logrado escapar. Ignorando el universo, no miró atrás, solo corrió.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Llegó al puente del río Rímac. Las plantas de sus pies destrozadas reflejaban el intenso ajetreo y roce constante con el asfalto, la sangre que corría por el tarso se adentraba por el metatarso y fluía como un río hacia las falanges. Intentó escabullirse debajo del puente, sin duda el agrio sabor del sudor y del tibio líquido viscoso indicarían la victoria.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Disfrutaba con dificultad sus primeros pasos cuando el descenso hacia la orilla del río comenzó a complicarse. Cada paso se hacía más lejano, el camino se difuminaba a cada pisada. Sus ojos, como fuego atizado, palpitaban al ritmo del tambor de su pecho. Se perdía lentamente del mundo a cada suspiro incompleto, asimétrico. Su ropa agujereada solo contribuía al frío morboso de la noche y al ardor de sus heridas; un golpe seco acabó con sus molestias. Se desvaneció.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Observó el cielo, el pasar de las horas había sido imperceptible ante su desmayo, todo lucía gris, se hacía de noche. Movió sus extremidades con delicadeza, apenas las sentía inertes a él, un hormigueo lo poseyó lentamente mientras volvía en sí. A la distancia, un sonido que aún no distinguía lo sorprendió. Observó con terrible paciencia a un hombre sobre una carreta gritando:
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]“Revolución caliente,
    [FONT=&quot]Música para los dientes
    [FONT=&quot] Azúcar clavo y canela
    [FONT=&quot]para rechinar la muela”
    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot]Esperó, identificó y pensó. Esbozó una sonrisa malévola: compuso un réquiem en su mente. Había encontrado una forma de escape seguro, ideó minuciosamente cada cruel detalle para ponerlo en práctica: solo un movimiento fugaz, único y exitoso, casi lírico.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Al unísono repitieron las voces suya y de su conciencia el plan en un par de segundos. Dejó las molestias físicas de lado. En un acto cercano a lo sombrío trepó sigilosamente en el momento en que el personaje pasaba por el punto minutos antes fijado. Aceleró. El notable derrengue ya era casi imperceptible. Se ubicó a la par del muchacho y se abalanzó sobre él. Cayeron a la pista, tal como lo había planeado, con el coxis sobre su pelvis envolviendo cuidadosamente sus brazos. Sus ojos desprendían fuego cuando colocó sus manos en su cuello y tiró hacia ambos lados en direcciones opuestas.

    [FONT=&quot]La calle lo observaba con ojos de complicidad mientras jalaba el cuerpo hacia el páramo. Contempló el silencio. Colocó el cuerpo al lado de la tierra. Casi sollozando de alegría fue en busca de la carreta.
    [FONT=&quot]
    Una vez conseguido el objetivo continuó con el plan. Desnudó a su víctima y a sí mismo. Se colocó su traje y mientras le iba arropando el traje de reo observó en su bolsillo un reloj: marcaba siete menos cinco. Comenzaban a contar sus primeras horas como asesino.

    [FONT=&quot]Le había tomado mucho tiempo completar la ardua tarea, pero lo consiguió con éxito. Cada detalle había sido cubierto; salvo el cadáver. Acabó con su efímera postura alegre y lo contempló detenidamente mientras evaluaba cada una de las variables. Si dejaba el cadáver, le dejaría una pista perfecta a los policías. Si lo lanzaba al río, también; sin embargo esto último le daría más tiempo, pero no era lo único que necesitaba. La seguridad tenía que estar garantizada.
    [FONT=&quot]

    El futuro era incierto, sí que lo era. Tanto como la predicción del siguiente haz de luz de una luciérnaga en un pantano. Así transcurrían mis días, de incógnito en un lugar al cual no pertenecía. Contener mis ansias de libertad era imposible, peor aun cuando estas morían al cruzar el camino hacia el fin de los ladrillos, atravesados por el cemento y las telarañas de las paredes.

    [FONT=&quot]El crujir de las rejas era el único sonido agradable. La energía liberada se sentía por todo el pasillo, más aún cuando la salida era definitiva. Hasta al más cruel de los asesinos esbozaba una sonrisa y dejaba el ambiente plagado de satisfacción, y en ciertos casos, de hálitos de venganza.

    [FONT=&quot]Así había pasado los últimos diez años de mi vida, alimentándome de comida rancia, sin agua, sin viento que me recorra la cara, sin libertad y sin amor. Reinaba el desprecio, la agresividad de todos. El imperar del macho alfa y la exacerbación de la selección natural de Darwin: La supervivencia del más fuerte.

    [FONT=&quot]Los primeros días fueron, sin duda, los peores. Intentaba conciliar sueño acurrucado en una sábana muy delgada y corta que apenas cubría mis pies; sin embargo, las cosas empeoraron cuando, al salir al patio el día siguiente, una paliza me mostró una nueva realidad, la miseria y la impía. Desde ese día solo tuve que acostumbrarme al frío.

    [FONT=&quot]Día tras día recordaba el juicio, la inculpación por un crimen no cometido y lo sufría tanto como el dolor de las escaldaduras y las llagas en mis zonas más íntimas. Sólo anhelaba con mucho anhelo que el caso se resuelva cuanto antes. Ya llegará, pensaba adolorido dentro de mi celda.

    [FONT=&quot]Así los años transcurrieron. Cada vez más marchito pero con el corazón ardiendo en furia y odio. La pasión de hacer daño y golpear que fui adquiriendo cada año me hizo más fuerte, más sensato. Aun siendo inocente me sentía todo un asesino.

    [FONT=&quot]Los días y las noches pasaron tanto tiempo conmigo, tanta soledad, tanta inmundicia. Cada noche me dolía, me hincaba como una piedra en el zapato, no podía aguantar más.
    [FONT=&quot]

    Aún descontento volvió a la carreta. Un tibio aroma lo sedujo hacia el interior. Contuvo sus ansias y se concentró en su labor. Dio cuenta de la gran capacidad de carga de la carreta y cargó el cadáver, lo colocó dentro y cubrió al mismo con los buñuelos. Luego satisfizo su apetito. Ansioso miró el reloj: las siete y diez.

    [FONT=&quot]El cielo adquiría distintos matices mientras paseaba con la pesada carreta. Ya había desaparecido la actitud agresiva de reo, ahora era reemplazada por la tibia inocencia trabajadora del funesto personaje. Dio vuelta a la esquina y al ver un guardia, continuó con su copla.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]El policía le hizo una venia y sopló el silbato indicándole que se acerque. Llegó hacia él portando una sonrisa casi verosímil, lo miró a los ojos directamente. Una antítesis corporal lo recorrió: gotas de sudor frío caían por su espalda como una cascada, su pulso, por otro lado, no se hacía sentir.
    [FONT=&quot]
    Estacionó la carreta horizontalmente justo en frente del policía, asegurándose de que las bisagras lo miraran. El guardia postró sus manos sobre ella y le dijo que, por favor, lo escuchara, que tenía un par de preguntas para él. Le dijo lo que ya sabía con anticipación: El escape del reo. No le dio mucha importancia; no obstante, se le escarapeló el cuerpo al recordar el escape. Casi temblaba mientras recorrían las imágenes por su mente. Su mirada se perdía, sus pupilas se dilataban, sonreía por dentro, pero intentaba contener todas sus sensaciones. Luego de un par de minutos lo dejó ir.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Siguió con su cantar por un par de cuadras, lucía cansado. Tenía nuevamente la sensación del mundo lejano, tenía sed, tragaba saliva con esfuerzo, pero no colmaba sus necesidades. Necesitaba reposo; sin embargo, no había donde, tenía que aguantar un poco más. Miró el reloj: las nueve. El cansancio no pudo evitar que sonría, los minutos de libertad apaciguaban todas las sensaciones.

    [FONT=&quot]Paseó cerca de una plaza, casi bordeándola para no llamar mucho la atención (a pesar de que era difícil no hacerlo cantando una copla a los cuatro vientos). Miró al centro de la misma, había un grupo de personas bien vestidas, de todas las edades, un par de familias. Los pequeños al percatarse de su existencia arremetieron contra él.
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Una horda de por lo menos siete niños se aproximaba rápidamente. Estaban a solo unos metros, intentó dar media vuelta pero, producto del nerviosismo no pudo encajar su pie derecho en uno de los pedales. Estaba asustado, lucía pálido. Los pequeños que se acercaban parecían, a su mirada, pequeños monstruos hambrientos y sonrientes. Bajó de la carreta y les indicó que se le había acabado los panecillos. Los niños insistieron hasta el punto de burlarlo y hurgar en la carreta hasta dar con el cuerpo que yacía dentro.

    [FONT=&quot]Una pequeña niña los lideraba. Ella fue la encargada de burlar su atención mientras los demás hacían de las suyas. Ella vio el cadáver y también estaba corriendo hacia su familia para contarle. El reo agilizó el paso para interceptarla mientras miraba y caminaba hacia su padre. Sabía que todo estaba perdido ya todos lo habían visto. No podía quedar impune. Se acercó a la pequeña delatora y el sujetó del cuello. Se tornó multicolor. Los gritos de los niños se combinaban con los silbatos de los policías que gritaban que la soltara. La niña se adormecía en sus brazos. Todo era un albur .Un disparo impactó en su pierna derecha. No cedió. Ahora en la izquierda. Cayó pero aún la sostenía. Se revolcaba de dolor aun sujetando a la niña. Finalmente una bala rozó su codo, y otra impactó en su hombro.

    [FONT=&quot] La sangre corría por el empedrado del piso. Lo sostuvieron cuatro policías, perdió el conocimiento.


    [FONT=&quot] * * *
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Despertó en el mismo pasillo, detrás de las mismas rejas. Ya no era inocente. Firmó un pacto de decadencia con su alma y libertad.
    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot] Miró a través de los barrotes, y pronunció.

    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot]“El tiempo no es sino la distancia que hay entre nuestros recuerdos; podrán encerrar al león en una jaula pero seguirá siendo león. “
    [FONT=&quot]

    [FONT=&quot]Se recostó sobre el cemento y contempló el amanecer...
     
    #1

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