Hoy camino sin ti

La ciudad se abre como una herida que no cicatriza. Las calles, antes senderos de tus risas, hoy son ríos de ausencia que arrastran mi sombra contra el pavimento. El viento hurga en mis bolsillos, buscando la moneda de tu nombre, pero solo encuentra polvo y horas vacías.

Las paredes tienen memoria: guardan el eco de tus pasos, el rumor de tu respiración al doblar la esquina. Ahora soy un farol quebrado, iluminando la nada con una luz cansada. Mis manos, esas dos bestias fieles, buscan el calor de tu cintura y solo topan con el frío de los minutos que no vuelven.

El cielo es un papel secante manchado de nubes. Las palomas se han vuelto piedras. Cada esquina me repite tu nombre en morse, en espiral, en silencio. Y yo, perro sin dueño, olfateo los rincones donde tu perfume se esconde como un ladrón de sueños.

Hoy camino sin ti. Los relojes ríen a carcajadas. Las noches se enredan en mi garganta y escupo estrellas oxidadas. ¿Dónde guardaste el mapa de mi piel? ¿En qué cajón olvidado se pudre la llave de este pecho?

Me persigue tu ausencia, esa compañera descalza que se sienta a mi mesa, bebe de mi vaso y me muerde los labios para recordarme que el amor, cuando se va, no se lleva sus muertos.

Hoy camino sin ti. Y en cada paso, la tierra repite: *aquí no hay nadie. Aquí no hay nadie.*