Hoy me desvelare escribiendo sobre ella

Hoy me desvelare escribiendo sobre ella. Incauto permanecía y un mensaje que viajo cientos de kilómetros llego hasta mis sentidos y me dijo: allí esta ella.

Sin sentir, sin convicciones se abrieron mensajes de confianza; ah maldita confianza, no la regales, la gente vil la destroza con mentiras.

Y me deje de llevar, como se deja llevar un incauto, como se deja llevar un desesperado, como se deja llevar un ingenuo, como te dejas llevar, como me dejo llevar.

Me deje llevar entre pretensiones, entre mentiras de mí para mí, de ti para mí, pero nunca de mí para ti.

Expuesto, comprometido, me encontré solo, siempre lo estuve. Y un mensaje que viajo cientos de kilómetros de nuevo me dijo: ya no está ella.

La experiencia nos dicta que si algo se pierde tendemos a buscarlo. No aquí, es el error más grande. Y caí en él, y era tan hondo, y era tan oscuro, y era tan triste, y era tan infeliz.

Gritaba: “¡aquí estoy yo!”, esperando que mi mensaje viajara cientos de kilómetros, pero el mensaje se lo comía la indiferencia.

Ahora con cientos de heridas arrastro mis pies que me llevaron a ella, descuido mis manos que acariciaron a ella. Cierro los ojos; ah estos bastardos son los que más sufrieron, se cegaron por su figura, lloraron hasta estar secos y no conforme con eso sufren por cada imagen que la ciudad y el recuerdo escupen de ella.

Grito: “¡estoy herido!” y el mensaje no viaja, se queda. ¿Y mis oídos?, ¿esos como los calmo?

Suspiro y a cada suspiro se van partículas de mi alma. Las bastardas viajan hacia ti pensando que ese lugar les corresponde. Mi ser me abandona, mis ganas, ¿me has robado?

¿Dónde se esconde aquella luz que me ilumine? Seguro que llega, sino ¿para qué me despierto mañana?