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Imágenes mudas

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ivoralgor, 27 de Mayo de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 1002

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Hombre
    La habitación.

    La habitación se desgaja en un amor incontrolable. La cama se agita mordiendo el recuerdo de Ernesto que ya se ha ido. A veces la silla del rincón seca las lágrimas depositadas en sus brazos de madera de formica. La ascensión del calor al techo se hace leve cuando el closet abraza el umbral de los gemidos perdidos en la cama y revoloteados en el espejo. Una zapatilla muere de inanición por haberlo visto partir con el alma en la boca. El silencio convulsiona con la poca luz que se filtra por la ventana. Los pasos se han borrado de la alfombra pero sigue vivaz el sudor en las sábanas. Se ha ido con el amor entre las manos y el llanto hecho poema.

    La calle.

    Aurora se pasea en un taxi sin rumbo fijo. El chofer ha solicitado el destino pero ella ha respondido que cualquier parte es igual. Las calles están atiborradas de tráfico vehicular. Los puentes parecen gigantes amordazados con aceros de un grosor impresionante. La voz no se permite emitir sonido alguno en los momentos en que ella se pierde en el azul grisáceo del cielo. Ha dejado los sentimientos vertidos en una boca que calla. El amarillo del taxi se pierde en las pupilas llenas de humedad. Se muerde los labios para no advertir a nadie el gran amor que no puede controlar. Se ha parado el taxi en cualquier lugar. Paga sin esperar el cambio y deja caer un lápiz labial. Se agita su pecho cuando siente en su cuerpo las manos del ser que hace unas horas dejó en otro lugar hecho necesidad de su sed de amar.

    La oscuridad.​

    Entre las sombras un cuerpo se agita con el deseo ardiendo en su piel. Muerde las sábanas que no distinguen entre el sudor y las lágrimas. La noche embriaga de intensidad el huracán que nace en sus adentros sin tener límite conciliatorio. Hace frío en la calle, en la habitación. Sin embargo, él arde como hoguera. El insomnio ata sus sueños a la pared que dibuja un rostro de mujer vestida con la desnudez del amor. Sin más, deja que el tiempo lo envuelva en el olvido para poder amanecer y volver a luchar por la noche con ese amar que lo enciende, en silencio, como hoguera.

    La soledad.

    Yerto el destino le ha jugado una mala treta a Luisa. La soledad se ha apoderado de ese mar de emociones que llevaba dentro de su ser. La muerte juega entre sus labios y los sueños ya desgastados por la edad. La memoria le falla. Llora cuando intenta recordar a ese hombre que la hizo vibrar con una intensidad desmedida. Se ha perdido el papel donde anotó el nombre para repetirlo y jamás olvidarlo. Nadie la visita desde hace más de tres años. Se ha sepultado viva en un recuerdo que se ha perdido junto con el papel que ha desaparecido. Una vez más intentará recordar esa emoción tan intensa. Lo ha logrado y ha pagado el precio, el morir abrazada al recuerdo de ese hombre que la hizo ser mujer, ser pasión desmedida.
     
    #1

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