Imprudente.

Soy un imprudente, lo sé... me gusta salir, caminar, conocer gente nueva (a veces no tanto), me gusta escuchar música distinta, probar comida que desconozco y salpimentar mis relaciones con algo de inestabilidad emocional, como poseído por un deseo irremediable de hacer especial el trato y la nostalgia de no ver a la gente que quiero. Detesto la simplicidad en la vida tanto como en la mujer, no me atrae nada de aquello que llaman cordura y madurez... me aburro sobre manera con aquellas personas que todo lo toman demasiado en serio o demasiado a la ligera y desprecio a las personas completas, que solo existen pero que no viven, que les fue amputada el alma y los desasosiegos; parecen ostras en la mar, simples, sin sabor, sin vida. De la mujer hay tanto que me gusta como me desagrada... me chocan las conformistas, las que sonríen como imbéciles ante la vida porque no entienden nada y solo ven rosa por todos lados; me gustan locas, lo sé, no podía ser de otra manera en un hombre de una singularidad como la mía que estalla al verla, como aquel momento increíble en el que aparece y la tierra tiembla, el mundo se detiene; demasiada pasión para contenerla en este simple envase frágil y mortal que es mi cuerpo. Me gusta verlas felices antes los triunfos, me gustan las mujeres con poder, con deseos de comerse al mundo, con la libertad sexual para domar a este semental que no conoce fronteras. Quisiera un día ver cómo la felicidad en sus ojos, ojos de mujer, de hembra insaciable, se funden con mi mirada y estallar en ese infinito de locura que me provoca tocarla, sentirla. Así voy por la vida con una mujer inasequible a mi lado, a la que no conozco y que me parece imperecedera, el retoño sentimental que acae y sobrenada un instante imposible, impasible, inocuo y ponzoñoso como buena mujer. Quisiera en ocasiones no pensarla, no soñarla... quisiera enterrarla en ese mar de tristezas y nostalgias de aquella historia que no ha pasado, quisiera matarla en el infinito de mi amor por ella pero resulta que no existe, que no sé de su rostro ni de sus besos, no sé de las peleas con ella ni del milagro que sería levantarme a su lado. Tal vez llegue el día en el que se desborde tanta charlatanería sentimental en un ser vivo, real, que camine y vibre junto a mi. Tal vez llegue el día en el que sienta nuevamente lo que es el calor de una mirada, de un abrazo, de un beso. Soy un imprudente, lo sé... tanto alejo a las musas que sólo me visitan de vez en vez para recordarme que aún sigo vivo, que aún puedo morir por alguien. Tal vez algún día, cuando me canse de boicotearme tanto, cuando me canse de tanta soledad, pueda volver a nacer, a sentir, a amar..!!!