Impulso

Cuando el reloj se acueste temprano, cuando las dudas que uno siembra por ocultar el otro planeta no apto para invisibles es un cuento de verdad y no lleva eso que me gime, eso que se parece un poco a la poesía, cuando el globo de la imaginación es espeso y su peso es la compañía innecesaria, cuando el que habla hasta por los codos calla por escuchar la farsa del espejo confundido pero sincero, cuando me río a tonalidades desproporcionadas y nada es tanto como el vacío donde aprendí a respirar, cuando te nombro y me sonrojo de idiotes al aplaudirme el eco del silencio, cuando como un verbo y no me ensancho y en el dulce de leche encuentro la melancolía necesaria para llorar por las manos.
Cuando me aburre el mundo y la didactica social se empeña en que sea la entraña de una red social impuesta y descompuesta, cuando estar volando en mares de peregrina interpretación es un ludico remedio para salir y entrar, rebotar y hasta para ser un poco menos ronco al momento de gritar. Cuando la tumba es el cuerpo y por mas que mires a la dirección adecuada el futuro de las sombras te abraza y sientes, y entiendes que todo el mundo se da cuenta, que hagas lo que hagas, la pastilla ya se está mascando en la garganta.
Cuando tienes tantos miedos que el solo hecho de pensar en una nube hace que de las uñas las rosas mas rojas se enfurescan y los nervios sean un atado de suicidios menores. Entonces, reprimes el libido, el fósforo que enciende todas las estrellas se acaba en el primer enigma astral y tu satírica voluntad es inviable desde cualquier menospreciación de amistad.
Cuando la punta de tu puta literaria es una siniestra aberración dotada de la más pura hermosura, y te comes los ojos para no verla, y te cortas las piernas para no correrla, y sin embargo, te sientes atrapado, compungido, aletargado en una simbiosis de simios que sabes la van a maltratar. Cuando renuncias al delito, cuando eres el fruto de tu propia traición, cuando estás sumiso al borde del camino con las luces del tren hormonal a medio sentido y tomas fuerzas de algún algo incomprensible y de la nada más triste y desdichada vuelves a sonreír es cuando descubrís que uno de tus cabellos ha tomado un color, una rapsodia un tanto absurda y poética te lleva otra vez a ser un nuevo final para un no comienzo de inhumana humanidad.