Inciertos…

INCIERTOS…


¡Cuerpos desnudos, almas desnudas, amores desnudos, caricias desnudas…! Deseo estar a tu lado… deseo verte…

-¿Para qué quieres verme?-

¡Para sentirme mejor! ¿Puedo acercarme un poco?

-Acaso, ¿no te basta con mi voz, con el calor de mi presencia?-

¡No, no me basta! Pues así parece que me habla la penumbra, y empiezo a sentir angustias y melancolías y a imaginar que la muerte me llega… ¿Puedo acercarme un poco?

-Te daré un lugar aquí en mi habitación-

¡Ay, no, no! ¡Ya no deseo nada de eso! Porque las sombras me han embriagado y el ala umbría de la muerte ha pasado junto a mí. Ya lo que anhelo es tu corazón, vivir en tus labios y ocultarme en tu corazón; allá las sombras no me alcanzan, allá la muerte no me llega… ¿Puedo acercarme un poco más?
-¿Y si yo soy la muerte?-

¡Ay, muerte! Me atormentas en el sueño, me atormentas en la vida. No hay lindes para tu aciago volar, todos los cielos te pertenecen ¿Qué es lo que quieres de mí? Acaso, ¿Ya deseas darme tu beso algente de ambrosía infinita? Pues, si realmente eres tú, dama muerte, haz tus labores y ámame tan sólo una vez, ¡dame fin!, el mejor fin que algún hombre pueda tener…

-Pero mi corazón es sol, es lumbre, mi corazón no es yerto ni malvado; mi corazón no da muerte, da vida e ilusión…-

¡¿No mata por frío tu inmenso corazón?! ¡Matan las llamas ardorosas de tu pasión! ¡Ah, te he pillado, villana, villana y bella! No eres la muerte, eres un ángel con el ardor inefable de la mujer. ¿Por qué no me amas y me guardas en tu edén? ¡No juegues más con mi dolor! ¡Me niegas tus ardores, me niegas la salvación!
¡Ay, muerte, qué clase de chanza es esta!
Acaso, ¿soy yo tu bufón?
Oh amada, otrora muerte, ora mística ensoñación… O me matas o me amas, o me besas o me pones fin…

-¡Nunca he jugado con el dolor ni mucho menos con el amor!-

¡Ay, vida mía! Todo tan lejano y a la vez tan cerca.
Lo incierto del amor… lo incierto del dolor.
¡El amor y el dolor son hermanos! Ambos crueles e insensatos…
¡Ay, muerte; ay, bella! ¡Dame fin o dame amor!
Pues amar es morir de a poco…











l. e. torres