Indómito

Un sentimiento indómito, alterado confusamente por el talante vertiginoso de la duda, se proyecta dentro de mí.
Lo poco que sé de él, es que abunda en la razón de las equidades…allí donde convive con otros sentimientos de su especie; se reconoce así mismo, como un gesto solícito del alma, albergador adentrado dice, en los confines de los orillares…se deja ver en los silencios, es ralo, tenue, enigmático y tardío, así es como se define, mi pensamiento deambulante, huésped perfecto, que viaja por los laberínticos pasillos conectivos de mi mente, algunas veces, como un recuerdo, otras, como incisión, o en forma de culpa.
Desprende un fino linaje de emotivas reacciones, extasiando un dominio fatídico en mi percepción.
Siderados sus movimientos cortos, aúnan fuerzas con diestros métodos defensivos, pretendiendo prescindir de su estadio, y, aunque sumergido e hidrópico, se engulle en el ardid inquieto de una sonrisa liquida, moderada, pretendiendo sentenciar al embrión emocional, simulando una idealidad infecta, alienando el desarrollo de su primera y única gran cuestión, en la que se muestra desafiante y dice…
¿Y a fin de cuentas, de que se trata la vida?